El fin de semana, junto a mi esposa, vimos un documental sobre la muerte de un joven en Argentina a manos de un grupo de jugadores de rugby (rugbiers). El caso es conocido como “Fernando Báez Sosa” en Villa Gesell Argentina 2020. Lo menciono porque recientemente han ocurrido hechos similares: uno en el Torneo de las Américas en Colombia y otro en España, donde dos jugadores fueron sancionados de por vida por agredir a un juez, la autoridad en el campo de juego.
Esto último debe entenderse en cualquier disciplina deportiva: el juez es la máxima autoridad durante una competición. No se le puede tocar ni agredir verbalmente, y mucho menos en esta era de hipercomunicación, donde hay cámaras en lugares que hace apenas dos décadas eran privados, por no decir “sagrados”. Hoy ya no lo son, y mucho menos lo son los escenarios deportivos.
Otra cosa es el deber ser y otra lo que puede ocurrir en un momento de tensión. Entra aquí un tema en el que no soy experto, pero sobre el que he leído alguna literatura: la psicología de grupo. Esta describe cómo una masa de personas, influenciada por un factor detonante y un liderazgo negativo momentáneo, puede desencadenar una tragedia o un siniestro.
En el caso con el que inicio —sin ánimo de caer en un “spoiler”— se dictó una sentencia contra un grupo de jóvenes que cometieron un homicidio en el fragor de una riña. En el segundo caso, el de los jugadores en Murcia sancionados a perpetuidad, se evidencia lo mismo: cómo una persona puede cegarse en un instante, cometer incluso un delito y solo después, frente a la sanción, comprender las consecuencias de transgredir la norma.
No puedo evitar hacer una correlación, como abogado que soy, con lo ocurrido en el Torneo de las Américas. Según la resolución de LIFUTBOL VALLE, se sancionó a un dirigente y a otro miembro del cuerpo técnico con 24 meses de suspensión, y a 11 jugadores con 18 meses. Para algunas personas, sobre todo familiares de los jugadores, esto puede parecer excesivo. Sin embargo, al revisar cada caso en particular, debe recordarse lo ya mencionado: los jueces no se tocan, tampoco se les agrede verbalmente, so pena de sanciones ejemplares.
En el caso de los jugadores de América, la sanción implica una reflexión obligada durante 18 meses; en el caso de los jugadores españoles en Murcia, deberán apartarse del deporte de manera definitiva y a perpetuidad; y para los jóvenes argentinos, quedará una reflexión diaria por el resto de sus vidas sobre cómo un instante puede cambiarlo todo y cómo una decisión grupal puede afectar de manera negativa la vida particular de cada uno de forma catastrófica.
Esto puede indicar la necesidad de hacer pedagogía a todos los colectivos deportivos respecto de la rigurosidad en la normatividad que protege al Juez in situs, así también por fuera del deporte en el hogar, los colegios, la universidad e incluso en el trabajo, sobre la debida reflexión con relación a como actuamos en grupo e individualmente

