Opinión

Trascender sin arrasar: una reflexión política desde el eco de un podcast

Mar Candela analiza lo planteado por Alejandro Gaviria y Ricardo Silva y el más reciente episodio de su podcast Tercera Vuelta

Podcast Tercera Vuelta
Mar Candela, Alejandro Gaviria y Ricardo Silva

Este texto no es un resumen del episodio ni una interpretación literal de lo que dijeron Alejandro Gaviria y Ricardo Silva en su conversación reciente en el podcast Tercera Vuelta. Es el resultado de los monólogos internos que me provocó escucharlos a causa de escuchar el podcast. Una frase dicha enfáticamente por Gaviria —“la historia ama a los villanos”— quedó resonando en mí como un eco incómodo. No por lo que él quiso decir, sino por lo que esa afirmación despertó en mi conciencia política.

Desde hace 26 años camino con el peso de la desigualdad en la espalda y la promesa de mejorar el camino para quienes vienen detrás. Escuchar esa frase me llevó a cuestionarme mi papel en la historia de los activismos, mis intenciones de formarme y capacitarme, y la posibilidad —todavía incierta— de asumir algún día una postura partidista. No por vanidad, sino por resistencia. Porque desde el activismo, por más honesto que sea, las posibilidades de concretar acciones transformadoras se ven limitadas por los desafíos económicos y la falta de independencia estructural.

Siempre juré que no haría partidismo sin estudio. Que no sería títere de ningún líder político. Que no instrumentalizaría las causas que me atraviesan ni las convertiría en moneda de cambio dentro de los partidos. Ese juramento no es una consigna pasajera. Es una convicción que me acompaña como sombra ética, como promesa íntima, como brújula política. Me acompañará hasta el día que me muera, como escribió la filósofa española María Zambrano en Claros del bosque: “La fidelidad a uno mismo es la forma más profunda de lealtad a los otros”.

Reconozco que no soy empresaria ni tengo recursos propios para defender la política social desde otro lugar que no sea el Estado. Esa conciencia me obliga a repensar el camino. Me pregunto muchas veces si lo que tengo en el corazón es ambición o aspiración. Si soy digna de las investiduras necesarias para alcanzar un desarrollo social integral que permita el desarrollo humano de cada ciudadano. Y si mi hiperfijación por hacer algo trascendente me acerca o me aleja de los objetivos más nobles de las causas sociales que me atraviesan desde los 16 años.

Lo que sí tengo claro es que me importa nada lo que la gente piense de mí después de que muera. Lo que realmente me importa es lo que puedo hacer ahora que estoy viva, y lo que puedo evitar que otros —que sí actúan desde la mezquindad, el utilitarismo y la corrupción— lleguen a hacer con la política social y el poder de una investidura. No se trata de protagonismo ni de redención personal. Se trata de impedir, desde donde esté, que el poder siga siendo ocupado por quienes lo usan para alimentar sus vanidades y no para transformar vidas con dignidad. Todavía no sé qué va a pasar con esos diálogos internos entre los activismos y la realidad partidistica Lo cierto es que la trascendencia va mucho más allá de la egolatría al final de la cuenta no importa quiénes somos sino lo que realmente hemos hecho A favor o en contra del desarrollo social y humano integral en justicia y verdad.

Ricardo Silva Romero, escritor, columnista y guionista colombiano, ha dicho en entrevista publicada por SciELO Colombia que “la política es también una forma de contar quiénes somos”. Esa frase, aunque no aparece literalmente en el episodio de este podcast que escuché tiene una relación estrecha con el diálogo que sostuvieron y los diálogos que generaron en mí como audiencia, resume el espíritu de su pensamiento: la política como relato, como espejo, como posibilidad de transformación. Y yo creo que quienes no tenemos apellido, ni recursos económicos, ni relaciones de poder, difícilmente lograremos transformaciones sustanciales si no entramos al juego del poder que necesitamos poder para poder o de lo contrario seremos espectadores de las realidades que necesitamos transformar. El partidismo se ha convertido en una nueva dictadura global. Apartarse por completo de él limita nuestra capacidad de acción. Es hora de construir un partidismo consciente, diferenciado de la corrupción. Un lobby benéfico, no utilitarista. Unas relaciones públicas transparentes, a favor de las causas más nobles que necesitamos como Nación.

Este episodio de Tercera Vuelta me generó varios monólogos internos, no solo sobre la política, el partidismo y la trascendencia, sino también sobre la amistad, el amor, los egos y la mezquindad. Fue una conversación cercana entre dos escritores, podcasters y ante todo, libres pensadores y amigos. Si quieres comprender el contexto completo que detonó esta reflexión, te invito a escucharlo aquí:

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Por ahora, esto es lo que puedo compartir. No soy escritora, soy escribidora. Y escribo desde este modesto espacio de reflexiones desordenadas que buscan, al menos, abrir conversación. Como siempre desde la Educomunicación y el feminismo Artesanal que me atraviesa.

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