El baile de las arañas

Hasta el 9 de noviembre se llevará a cabo la Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25. Entre las propuestas está “Arañas del Paraíso”, una exposición que se presenta en la Cinemateca Distrital.

Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25
Arañas del Paraíso, de María Fernanda Cardoso

La mayoría de nosotros buscamos palmaditas en la espalda. Esta semana, el gran pacificador del Medio Oriente anunció sus planes de construir un arco en Washington que emule el Arco del Triunfo en París. Como puede esperarse, de tres diseños posibles, desea el más grande, lo cual no es extraño. Junto a la pulsión por el reconocimiento, está la obsesión por el tamaño: ser el número uno, el más competitivo, el más eficaz, el más grande, que nuestra obra sea la más admirada, la más duradera, la más impactante, la más más más. En los casos más patéticos, se busca no solo ser muy reconocido, sino, sobre todo, más reconocido que otros u otras. Lo irónico, a juzgar por los testimonios de los propios triunfadores, es que, con frecuencia, no importa qué se logre, nada parece ser suficiente, nada parece suplir los abrazos o palabras de afecto que dejaron de recibir de pequeños.

La obsesión por el tamaño no le compete solo al pacificador, claro. Si uno hace solo una revisión rápida de la propaganda de los gobiernos colombianos, nacionales o locales, con frecuencia hablan de inversiones y proyectos “como nunca se ha visto”. El tamaño del proyecto nunca es un impedimento para el tamaño del ego.

Por otra parte, están las arañas. Y, para recordarnos su hermosa complejidad, está “Arañas del Paraíso”, la exposición de María Fernanda Cardoso que se encuentra en la Cinemateca Distrital de Bogotá y hace parte de la Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25.

La exposición tiene entre sus piezas unas fotos de arañas que han sido ampliadas 260 veces. Así, sus cuerpos, que no pasan de 3 a 4 milímetros, pueden verse ampliados a fotos de 1.5 m x 1.5 m. Más que suficiente para perderse en los pelos y ojos y los colores y formas. Más que suficiente para dimensionar que, por más asombrosos que puedan ser los proyectos de nuestra especie, qué pequeños son frente al nivel de diseño que se puede observar en estos y tantos otros seres con los que convivimos.

La exposición no se limita a las fotos. De manera afortunada, no es una apología al cuidado del medioambiente, no es una invitación a reflexionar ni hay denuncia alguna. Y, sin embargo, no se necesita más para mostrarnos la poca atención que prestamos al mundo que habitamos. Cuando los arcos del triunfo de toda índole se hayan llenado de polvo y los cánticos de victoria se hayan apagado, estarán las arañas y tantas criaturas más, ojalá moviendo sus paticas peludas como parte de su danza de apareamiento.

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