Opinión: Confiar sin soltar el mazo

Los procesos creativos conllevan angustias y bloqueos que se pueden extrapolar a la vida diaria. ¿Pueden decirnos algo de la manera como nos relacionamos y podríamos relacionarnos con otros procesos?

Un impulso a su creatividad y el arte que tiene en su ser.
One Last Job. Un impulso a su creatividad y el arte que tiene en su ser.

Esta semana estuve un día intentando escribir un texto que no terminaba de funcionar. Al final de la tarde, sin haber avanzado mucho, decidí hacer algo más. Al día siguiente, con un poco de reticencia, me senté a retomar la labor. La escritura fluyó: no solo escribí lo que no había podido, también otro fragmento que no esperaba.

Este tipo de situaciones no se limitan a la escritura. Incluso si uno está acostumbrado a crear de determinada manera, enfrenta procesos creativos que no se acomodan al método personal. Con la ilustración, con la escritura, con la arcilla me ha sucedido en determinados momentos que siento que no está funcionando, que no tiene sentido, que la “embarré”. Y, sin embargo, cada vez es más clara la necesidad de ser paciente y aprender a esperar un poco: esos puntos aparentemente muertos pueden conducir a lugares que uno no vislumbra ni termina de entender. Con esta columna me sucede a veces: la escribo casi completa con total convicción, solo para darme cuenta, en el último párrafo, de que la columna era en realidad otra. Y no queda más que sonreír, quizás con un gesto que raye en la burla, y empezar de nuevo.

Se podría creer que el dicho que sintetiza el proceso es “A Dios rogando y con el mazo dando”, que, si se traduce a términos más laicos y operativos, sería algo así como “Sin confiar y seguir creando” –quien ruega a Dios en el fondo no confía: por eso ruega o reza–. En realidad, la apuesta es otra: confiar en el proceso mismo y seguir creando. A pesar de las inseguridades, de las expectativas, de la impaciencia, de las afugias, de las voces internas y externas que plantean que no tiene sentido, que esto no va para ningún lado.

¿Y a nivel existencial?, ¿cuando no se trata de un proceso con un fin determinado, cuando no se trata de una obra, sino de la vida propia? ¡Hasta para eso sirve crear! Crear puede hacer más evidente que en realidad no tiene más sentido desconfiar que confiar: ambas posibilidades son actos de fe, apuestas. A pesar de que lo uno es tan irreal como lo otro, confiar hace la vida más llevadera y da espacio para que la duda sea un motivo de curiosidad y no de angustia.

Mi acto de confianza, de fe si se quiere, es que los procesos, en la creación y en la existencia, tienen sus propios tiempos. No tiene sentido buscar acelerarlos –a menos que un cliente lo necesite…– y pueden conducir a resultados que no son acordes con las expectativas. “¿A dónde me llevará este camino?”, me pregunto a veces, e intento responderme, con mediano éxito, “Chico, confía, confía… y no sueltes el mazo”.

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