Opinión

Opinión: ¿A quiénes vamos a subir al Congreso en Colombia?

“Para la presidencia, la acción participativa es limitada: nos toca escoger entre dos extremos. Lo que sí está en nuestras manos es el Congreso. Allí sí podemos cambiar las reglas”: Mar Candela

Congreso de Colombia / Senado
Senado de Colombia Foto: Twitter Senado 4 de mayo de 2023

Colombia se encuentra, una vez más, en el umbral de decisiones que determinarán la arquitectura ética y funcional de nuestro sistema democrático. En medio de candidaturas inesperadas, protagonismos mediáticos y posturas que oscilan entre la provocación y la nostalgia, es urgente recuperar la pregunta esencial: ¿quiénes merecen representar a las ciudadanías?

Hoy no basta con señalar a quienes son personas corruptas, chambonas y/o mediocres. La tarea política más seria es revisar —partido por partido— si las personas aspirantes a ocupar curules tienen un compromiso genuino con los derechos humanos, la institucionalidad y el desarrollo colectivo. Necesitamos personas que fortalezcan no solo la economía, sino también el tejido social y cultural que nos sostiene.

El Congreso no puede seguir siendo una mezcla de discursos vacíos y estrategias mezquinas donde los políticos anteponen sus intereses individuales por encima de las necesidades colectivas. Sabemos que el clientelismo está profundamente arraigado en todos los partidos —erradicarlo sería casi un milagro—. Lo inadmisible es ese clientelismo dispuesto a todo, que impone liderazgos y agendas pensadas para favorecer a un mesías político, impidiendo que las ciudadanías diversas realmente puedan vivir en una democracia participativa, con una política social real, dentro de una economía no solo fortalecida y estable, sino bien invertida y administrada, empezando por el respeto al uso de nuestros impuestos.

Desde mi punto de vista, el escenario presidencial está prácticamente definido. Después del atentado a Miguel Uribe y el secuestro simbólico del conjunto de la izquierda por parte del petrismo, estoy convencida de que la presidencia quedará en manos de una candidatura de derecha. El petrismo ocupó el lugar del patrimonio de las mayorías, desdibujando todo proyecto de izquierda plural. Se necesitará una campaña agresiva —y sostenida en el tiempo— para que las ciudadanías comprendan que Petro no representa la izquierda: Petro es únicamente el petrismo.

En esta coyuntura política, no hay espacio real para un candidato de izquierda que no esté alineado con Petro. El centro, esa franja que aún conservaba un destello de esperanza, ha perdido toda posibilidad. Fui honesta al guardar la ilusión de ver en segunda vuelta a Sergio Fajardo o incluso a Juan Manuel Galán. En este momento estoy resignada a que la disputa será entre una candidatura de derecha y una del petrismo. Estas elecciones se han convertido en un plebiscito existencial: a favor o en contra del petrismo, a favor o en contra de la democracia.

A esta orilla nos llevó el trabajo ejecutivo y operativo de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en Colombia. Un presidente que creyó que gobernar era alimentar sus egos, hacer campaña permanente y fantasear con ser el último Aureliano, la reencarnación de Simón Bolívar o incluso un presidente intergaláctico hablando de transformaciones cuánticas. Muchas personas creímos que era nuestra última esperanza para fortalecer la política social y democratizar la institucionalidad. Ignoramos las advertencias de quienes lo señalaban como un tirano. Su gobierno terminó secuestrando las causas nobles, desmantelando los liderazgos activistas a punta de promesas sin planes. Prometió una política sin corrupción, sin clientelismo y con un cambio histórico. Nada de eso se cumplió.

Tengo el deber ético de levantar mi voz contra Gustavo Petro. Y lo hago como educomunicadora de opinión y ciudadana. No estoy apoyando a ninguna candidatura en este momento. Mi propósito es generar conciencia. Los partidismos en Colombia, en muchos aspectos, son una farsa. Protocolos que hay que seguir si se quiere hacer algo por el país. Ningún partido garantiza una trayectoria sin corrupción.

Lo único que puedo hacer —y lo más valioso que puedo ofrecer— es invitarles a ser rigurosos con sus candidaturas. A tener procesos conscientes. A actuar con responsabilidad democrática. Para la presidencia, la acción participativa es limitada: nos toca escoger entre dos extremos. Lo que sí está en nuestras manos es el Congreso. Allí sí podemos cambiar las reglas. Allí sí podemos arrebatarles sillas de poder a los congresistas mediocres, chambones y corruptos —de todos los partidos—.

Ese debe ser nuestro propósito. No importa el color partidista. Tu deber como ciudadano o ciudadana es votar con las manos limpias y la conciencia clara. Investiga quién aspira al Senado y quién a la Cámara. Revisa sus trayectorias, sus investigaciones judiciales, sus posturas reales. Somos personas comunes, sin acceso a fuentes privilegiadas ni tiempo libre para hacer trabajo de campo. La herramienta más poderosa que tenemos es internet. Y desde allí debemos buscar, contrastar y decidir.

Yo me comprometo a acompañar a una persona que me inspire confianza en las elecciones de 2026. Haré veeduría, control político y compartiré con ustedes el cumplimiento —o no— de sus promesas. Aunque muchas veces tenga que tragarme los sapos debido a que, aunque cuente con información de valor, esta es una información que no puedo demostrar y podría terminar demandada y hasta desprestigiada, como sé que hacen ciertos individuos que tienen como estrategia política abusar de su poder y hacer todo lo posible para censurar a quienes se atreven a desnudarlos delante del país. Cultivaré junto a ustedes pensamiento crítico, para que tengamos herramientas que nos permitan con criterio, no dejarnos meter los dedos en la boca por ninguna candidatura. Este país necesita que dejemos la falsa modestia y que cada uno desde su lugar brille con luz propia, mostrando todos y cada uno de sus talentos y aportes para las transformaciones de fondo que necesitamos. Una de las cosas que tenemos que empezar a desarraigar de nuestra cultura es la falsa modestia, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que debe tener y que nadie se haga pequeño para no incomodar. Que seamos auténticos y veraces es lo que necesitamos para tejer un país posibilista. No tengo más alcance de poder que estas reflexiones desordenadas y estos activismos que me atraviesan como Feminista Artesanal y también como educomunicadora.

Nuestro deber, como ciudadanías votantes, es investigar a fondo antes de entregar nuestro voto. Así construiremos autoridad moral y política. Lo más poderoso que podemos hacer en este momento es quitarles sillas de poder a los ampones de cuello blanco que ocupan el Congreso. Ese cambio comienza con un voto absolutamente consciente e investigado.

“La tarea es descolonizar el conocimiento, descolonizar el poder, descolonizar la vida. No se trata de una suma de saberes o de una inclusión subalterna, sino de una desestructuración radical de la colonialidad”: Silvia Rivera Cusicanqui, Ch’ixinakax utxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores, Tinta Limón, Buenos Aires, 2010, p. 125.

Esta cita nos recuerda que el pensamiento político no puede limitarse a la mera acumulación de información, sino que exige una acción transformadora sobre las estructuras de poder y las formas de vida. Descolonizar, como propone Cusicanqui en su obra, es un acto de desestructuración radical que busca la reinvención. Y eso es lo que estoy haciendo aquí, tal cual como lo dice Silvia Cusicanqui: sembrando pensamiento crítico y propiciando una reflexión profunda desde lo vivido, desde lo que duele y desde lo que aún puede florecer, entendiendo que el conocimiento es un camino activo hacia la transformación social y política.

Fuentes de respaldo para profundizar la reflexión:

Te invito a explorar estas fuentes para ampliar tu comprensión y continuar tejiendo pensamiento crítico:

Rivera Cusicanqui, S. (2010). Ch’ixinakax utxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Tinta Limón, Buenos Aires, p. 125.

Puedes encontrar más información sobre la obra de Silvia Rivera Cusicanqui en la página de la editorial: Ch’ixinakax utxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores

Lee la noticia completa sobre la polémica en torno a la transparencia electoral: “Desconfío de la transparencia de las elecciones del 2026”, trinó Petro y estallaron las redes sociales

Para complementar tu reflexión, te comparto un video donde Transparencia por Colombia evalúa el gobierno de Petro: Transparencia por Colombia rajó al Gobierno Petro.

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