Opinión

Opinión: Junior ganó, ¿pero convenció?

Cuando sale al ruedo la famosa pregunta del millón, con ella viene una más amplia, de mayor sentido: ¿Acaso en la liga colombiana es importante ganar jugando bien? Por Emel Alvear Cueto

Junior no convence, pero suma
Junior gana sin convencer, afirma Emel Alvear Cueto

Para el título que obtuvo Junior en el 2004, equipo que dirigió Miguel Ángel “el zurdo” López, poco valieron las estrategias para alcanzar esa quinta estrella rojiblanca. De hecho, lo importante fue ganarla a cualquier precio. Fue un equipo plagado de pocas figuras de renombre (por mencionar, sólo el argentino Omar Pérez), jugadores que comenzaron a hacerse a una identidad: Martin Arzuaga, Emerson Acuña, Leonardo Rojano, José Amaya, entre otros. A diferencia de este Junior que lo tiene todo.

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Este modelo 2024 II plantea una nómina que cualquier equipo envidiaría, con un Carlos Bacca activado en la red rival, un Yimmi Chará que parece haber encontrado su forma, al igual que Victor Cantillo, un Didier Moreno más combativo y guerrero, y un José Enamorado recuperando su nivel.

Pero este Junior sí que genera y genera oportunidades. No tiene límites. Sin embargo, no las concreta, y en muchas oportunidades son más los gritos de gol que se quedan ahogados en las gargantas de sus hinchas, que los que entran. ¿Y saben qué? ¡Con esos poquitos, gana!

En ese orden de ideas, vuelvo y me pregunto, ¿de qué sirven tantas estrategias, tantos módulos tácticos, si con un gol de diferencia es suficiente para ganar? ¿O en un caso a menor escala, empatar? Es claro que Junior gana sin golear, ni mucho menos gustar. Es poco lo que seduce. Todo lo contrario. Son más las críticas y comentarios negativos de X o Y situación. Y más si enfrenta a rivales de mitad de tabla para abajo, a los cuales debería golear según lo que se comenta en los pasillos del mundo rojiblanco.

Podría decirse que Yairo Moreno llegó como una buena alternativa de ataque. Nadie duda de sus condiciones, pero eso es harina de otro costal. Aquí lo que pesa es el trabajo colectivo de un equipo, con más de un año ensamblado, que se conoce a la perfección y que no necesita de ese tiempo propicio de los arranques de campeonato para demostrar su poderío.

Y se viene el DIM. Ese sí que es un verdadero termómetro para medirle el aceite a este Junior y saber a ciencia cierta, si con poquito, es suficiente para alcanzar el sueño de la décimo primera estrella en el centenario.

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