Opinión

Opinión: Politicuchos

“No es solo de los politicuchos latinoamericanos, en todos los lugares y en todas las épocas han aparecido personas que porque tienen muchos seguidores se atreven a hablar por todo un colectivo, en el que están incluidos detractores importantes”: Andrés Charria

Congreso de Colombia / Senado
Senado de Colombia Foto: Twitter Senado 4 de mayo de 2023

El alcalde de Cartagena, que tiene muchísimos procesos en las entidades de control por toda clase de delitos, por boquisucio (no me parece malo o investigable) y peleador dice con toda tranquilidad “Colombia entera reconoce que soy un alcalde honesto”. ¿Cómo diablos sabe este tipo lo que sabe Colombia?

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En otro artículo de prensa Evo Morales habla de “el sentimiento de solidaridad del pueblo boliviano con el pueblo palestino”; ese es mejor. Trata de trasladar a un conjunto enorme de bolivianos lo que él piensa sobre un asunto concreto. Repito acá ¿cómo diablos sabe el señor Morales lo que el pueblo boliviano siente”? ¿Será que en Bolivia no hay personas que por razones de pensamiento, nacionalidad o simple simpatía pueden no solidarizarse con el pueblo palestino?

Siguiendo con esa dinámica de los políticos, Petro dice también: “El pueblo decidió el cambio y el cambio se hará”. Un tipo que ganó las elecciones con poco más de once millones de votos, que si bien son muchos están lejanos de la mayoría absoluta de un país de más de 51 millones. Nuevamente este político decide tomar la vocería de gente que no lo apoya. Adicional a esto, mediante una cuenta de Twitter con 7 millones de seguidores, sin comprobar cuantos no son reales, pretende opinar de todo y para todos cuando la cobertura de esta red social es mínima, pero eso sí, saca pecho por sus seguidores y habla en nombre de “el pueblo” en general.

El ego de quien ha estado en el poder parece que se aumenta de manera importante, la satisfacción de convencer a muchos los lleva a tomarse la vocería de todo un colectivo difuso con muchas opiniones diferentes. Utilizan frases baratas para incluir en sus discursos muchos desprevenidos que no les interesa lo que gritan y que de pronto si les interesara no estarían tan de acuerdo. No es solo de los politicuchos latinoamericanos, en todos los lugares y en todas las épocas han aparecido personas que porque tienen muchos seguidores se atreven a hablar por todo un colectivo, en el que están incluidos detractores importantes.

Los militares son genios en tomarse la vocería del colectivo; “derramaremos hasta la última gota de sangre por la defensa de tal o cual territorio, religión o ideología”. “Estamos dispuestos”, dicen en primera persona del plural, “a luchar a muerte por nuestra causa”. Claro cuando hablan de hasta la última gota de sangre no se refieren a la de ellos, escondidos en carros blindados o detrás de guardaespaldas armados hasta los dientes que impiden siquiera darle la mano a aquel que jura luchar. Sería interesante preguntarles a los soldados a los terroristas o a los guerrilleros si realmente están dispuestos. O mejor preguntarles a los familiares de estos que dicen estar dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre si ellos, sobrinos, hermanos o amigos lo están.

Es fácil tomarse la vocería de la gente cuando precisamente aquellos por los que supuestamente se habla no tienen la oportunidad de contradecir. Personalmente, no estoy dispuesto a morir por ningún ideal creo que hay formas más pacíficas de resolver los conflictos, por complejos y personales que estos sean. Es más no creo que esté dispuesto a empuñar un arma en contra de otra persona por razones ideológicas o patrioteras y supongo que muchos piensan como yo.

En estos momentos de campaña política es del día a día oír, leer o ver esta forma de comunicación utilizada de manera intensiva en regímenes totalitarios que pasaban por encima de aquellos que no pensaban como ellos. Claro, si están en contra de lo que yo digo, diría el politicucho, están en contra del pueblo y por lo tanto deben ser aniquilados, por supuesto, en nombre del pueblo. Es muy fácil tomarse la vocería de un colectivo que no tiene forma y mucho menos se puede defender.

Sería interesante en estos momentos los formadores de opinión opinen de manera personal e individual. Que digan yo me solidarizo con tal causa o apoyo tal asunto y dejen de apropiarse de colectivos difusos. Claro es más difícil o al menos inconveniente decir, apenas una quinta parte del pueblo votó por el cambio y por ese 20% vamos a cambiar todo.

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