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Opinión: Vagos

“Siempre me he preguntado por qué diablos los congresistas trabajan tan poco”: Andrés Charria

Congreso de Colombia (Archivo Publimetro)

Siempre me he preguntado por qué diablos los congresistas trabajan tan poco; tienen dos períodos ordinarios del 20 de julio al 16 de diciembre y luego del 16 de marzo al 20 de junio. Es decir que en realidad trabajan un poco menos de ocho meses al año. Indagando un poco más y de acuerdo con un asesor de un senador, no trabajan toda la semana; apenas “despachan martes, miércoles y un poco el jueves”. Eso sí, el salario es de todo el año, alto y adornado con varias primas adicionales.

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Si hacemos una cuenta de tienda, las sesiones ordinarias del segundo semestre son unas 21 semanas a tres días a la semana, más o menos trabajan 63 días de 180 que tiene el semestre y en el primer semestre es menos. Es decir que a estos genios se les paga mucho por hacer muy poco; algunos ni siquiera presentan un solo proyecto de ley y, es historia patria, muchos aparecen poco por el capitolio, su lugar de trabajo. Debe ser, como diría cualquier gomelo bogotano, que el centro es feo.

Tienen toda clases de prebendas, carro blindado, auxilios para cuanto se les ocurra, oficina gratis, un cuerpo asesor que les hace el trabajo. Adicionalmente, con el sueldo que gana, la pensión aumenta de manera importante durante sus cuatro años de vagancia.

Si hablamos de vacaciones, lógicamente son bastante amplias. Algo así como cuatro meses, sin contar Semana Santa, seguramente carnavales, fiestas regionales y no pocos festivos. Es difícil entender semejante régimen. Dirán los congresistas, que no es culpa de ellos, que viene de la Constitución, otros dirán que es que deben ir a sus regiones a hablar con el electorado, lo que sea, pero trabajar: poco.

Ahora, producir: poco. En lo que va del año 2023, apenas se han aprobado 12 leyes, según lo indicado por la Secretaría del Senado, algunas que supongo yo no requieren mayor trabajo como la ley 2822 de 2023 donde se conmemoran los 100 años del Banco de la República.

Este régimen fue implantado por allá en el siglo XIX en la Constitución de 1886, donde las comunicaciones eran inexistentes, y más o menos se copió en la nueva constitución. Yo supongo que los constituyentes, que sabían que serían luego congresistas, copiaron este sistema anacrónico donde el desplazamiento al lugar de origen era bastante precario y para volver a las regiones se necesitaban varios días. Es decir, estamos con una norma de más de un siglo, en pleno 2023.

Lo más increíble es que poco o nada les pasa si realizan mal sus labores, si no las realizan o si por razones que no vienen al caso, tocan el código penal. En este caso los procesos son lentos, tutelas, vencimiento de términos y toda clase de tecnicismos aparecen para defender la “presunción de inocencia del honorable padre de la patria”. Al final, casi siempre dirán que se hizo justicia pues el implicado sale tranquilo.

Este régimen, en contravía a todo lo que le toca al resto de los colombianos, aleja a los congresistas de los colombianos de a pie: no puede ser que haya tanta diferencia entre los ciudadanos.

No es un consuelo que en otros países ocurra algo similar. En Italia salió hace más de diez años un libro que cuenta bellezas similares a las de acá, se llama “La Casta” y narra historias increíbles como que el presidente del parlamento italiano hace submarinismo en aguas prohibidas o que el primer ministro va a su spa favorito en un helicóptero de protección civil.

Frente a esto, hay estudios que indican que en Colombia se trabaja muchísimo y con pocos resultados económicos. Hace poco salió que los colombianos somos los que más madrugamos y los menos productivos en la Ocde. Colombia es el país con jornada de trabajo más larga pero con un rendimiento bajísimo que aporta poco dinero a la economía local por hora trabajada. La diferencia con los mal llamados padres de la patria es que ellos madrugan menos, trabajan menos y producen mucho menos. Es el momento de replantear una labor como la del Congreso para acercarla al ciudadano y que solucione problemas reales del país. Ya lo dijo Serrat, “entre estos tipos y yo hay algo personal”

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