Opinión

Opinión: Buzón de quejas y reclamos

“Me fui a ver al América de Cali el sábado qué pasó contra Envigado”

Me fui a ver al América de Cali el sábado qué pasó contra Envigado. Claro, valía la pena ver más de cerca la propuesta de Alexandre Guimaraes -muy vistosa en juego- y para revisar el rendimiento de Carlos Darwin Quintero, figura y hombre adorado por los cuatro costados del estadio. Esa era la misión sabatina, después de disfrutar esa inigualable brisa caleña de las 5 pm.

PUBLICIDAD

Warena es el encargado de la venta de boletería para los juegos que como local, disputa el América de Cali. ¿Cómo es el proceso para comprar una boleta? Hay que ingresar al portal destinado para tal fin y hacer el pago. En medio de la transacción hay un par de pasos que no hacen tan amable el proceso y es la asignación de un PIN, necesario para que cada tiquete guarde cierta individualidad, de acuerdo a quien vaya a hacer el ingreso. Al comprar las dos boletas, hay que realizar una “reasignación” para el acompañante y para que así no queden las dos boletas a nombre de un mismo número de cédula, porque boleta-boleta, no hay: la idea es que, al ingreso, la cédula de cada espectador sea su ticket, entonces basta hacer el escáner con el código de barras del documento y listo. El método me pareció novedoso.

Llegué al Pascual media hora antes del inicio del partido y todo iba perfecto. Igual era un juego tranquilo. Los ingresos iban bien hasta que de golpe hubo una pequeña falla en el sistema: los lectores de cédulas no reconocen las cédulas nuevas que está expidiendo la registraduría, conocidas como cédula digital. Entonces había que ir a unas carpas al costado para pedir un código QR impreso y así poder entrar.

Yo no era el único que tenía el inconveniente: varios más estaban con el mismo rollo y algunos que hacían una fila desordenada -unas 100 personas- alegaban que el PIN inicial que da el sistema no les estaba funcionando. Esto ya a 20 minutos de comenzar el partido. Y dentro de la carpa apenas cuatro encargados de solucionar tantos inconvenientes. Pobres también, pensaba yo mientras buscaba que imprimieran el bendito código QR que necesitaba mi esposa para poder ingresar. Eran muy pocos los que podían resolver de manera veloz cada una de las peticiones de los fanáticos que, obvio, querían llegar rápido a su lugar. Luego de gritos, impaciencia del hincha, sufrimiento por el internet intermitente con el que funcionan las máquinas lectoras y que imprimen los QR -una especie de datáfonos- conseguimos por fin llegar al segundo piso del Pascual Guerrero a los cinco minutos de comenzado el encuentro.

La expulsión de Leys, el patadón de Jaramillo a Falque, las atajadas de Novoa bajo los tres palos, pero también sus tremendas dudas cuando hay que salir a cortar centros, el gran nivel de Darwin Quintero y el oportunismo del argentino Suárez y la digna presentación del visitante hicieron parte de la noche. Pero no solamente eso: la posibilidad de que esos entuertos previos a la entrada se den en un partido con mayor afluencia sí deben dejar la reflexión para que los encargados de la venta de la boletería puedan subsanar esas fallas. La idea no es acabarlos a partir de los juicios hechos en esta columna; la idea es que identifiquen esos detalles para que no haya un problema mayor en próximos partidos.

Tags

Lo Último