Relacionarse con niños de 4 años

¿Hay algo que podamos hacer con el dolor que nos producen determinadas personas? ¿Cambia en algo que busquemos abordarlo? A continuación, tres aproximaciones distintas.

Niño de 5 años fue asesinado por el padre

Es fácil asociar la idea del apego con nuestros afectos, placeres o propiedades. Sin embargo, podemos estar igual de apegados a nuestros dolores y creer que nos definen. “¿Cómo olvidar esa ofensa, cómo olvidar esa injusticia conmigo o con los que quiero?”, parecemos pensar a veces. ¿Podemos cambiar nuestra idea de esas personas que nos producen dolor y, con ello mismo, nuestra relación con ese dolor?

Varias religiones promueven en mayor o menor medida la creencia en la unicidad, la idea de que todo, absolutamente todo, hace parte de una fuerza, está sostenido por ella o, simplemente, es ella misma. Sin embargo, es posible que lo creamos hasta que otra persona actúa como no esperamos o los acontecimientos no estén acordes a nuestro plan, sea el que sea. Si creyéramos de manera firme en la unicidad, no tendría sentido sentir dolor por la manera como alguien actúa con nosotros y mucho menos esperar excusas: ¿estamos esperando que un pedazo ínfimo de la energía le pida perdón a otro pedazo ínfimo de la misma?

Esta semana, el algoritmo de Instagram me botó un video en el que aparece un ¿gurú?, ¿maharishi? de ojos juguetones al que alguien de una audiencia le pregunta cómo perdonar a alguien que no merece el perdón. “¡No los perdones!”, empieza el hombre, “¿Por qué tienes que luchar? Lo que sea más fácil para ti, haz eso. No los perdones nunca. Castígate a ti mismo. El enojo es el castigo que te das a ti mismo por los errores de otros. Cualquiera a quien no perdones ocupa tu cámara superior [señalando a su cabeza] sin pagar renta. ¿Por qué quieres tener inquilinos que no te gustan? Mi querido/a, las personas a las que no quieres perdonar… ve a su cabeza y mira por qué se comportan de esa manera. Ellos no son tan inteligentes como lo eres, no son tan compasivos, están con sus propios problemas, con su mente pequeña, sin oportunidad para crecer espiritualmente, emocionalmente, ten compasión por ellos”.

Pero… ¿qué hacer si no creemos en la unicidad con tanta firmeza o si lo que plantea el gurú nos parece imposible? Un truco que oí hace poco –en Waking Up, la aplicación de Sam Harris– consiste en imaginar cómo habrá sido a los 4 años la persona que nos produce dolor. Porque, aunque lo olvidemos, esa persona que consideramos autoritaria, arrogante, injusta, interesada, egoísta, violenta, tacaña, etc., sin importar la edad que tenga, alguna vez tuvo 4 años. También aquella que ha secuestrado, violado, asesinado o cometido cualquiera de los múltiples crímenes de los que oímos a diario. Si decidimos no asumir y solo preguntarnos por ese otro, es posible que entre más dolor nos produzca o entre mayor sea su crimen, más fácil nos resulte imaginar a qué pudo haber estado expuesta a esa edad para convertirse en un generador de dolor como el que tenemos al frente… o adentro. Podemos imaginar el nivel de dolor que guarda para necesitar infringirlo a otros y buscar evitar así volver a estar expuesto a esa situación en la que se sintió vulnerado.

Lo curioso de perdonar es que el principal beneficiado es uno, aunque también le sirva a los demás. Puede que hacerlo no disminuya el dolor, pero, en caso último, ayuda a que no nos convirtamos en esa persona sobre la cual los otros decidan imaginar cómo habremos sido a los 4 años para paliar el dolor que les producimos.

Tags

Lo Último


Te recomendamos