No me está gustando el ambiente de este mundial. Ojo que no estoy diciendo que no me esté gustando el mundial, al revés, lo estoy disfrutando enormemente. Lo que no me tiene del todo cómodo es lo que pasa afuera del campo.
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De arranque esas ganas locas que tienen los hinchas de Messi para que sea campeón en su último intento, solo comparable con la mala leche que le echan sus detractores para que a Argentina la eliminen como sea. No se sabe cuál de los dos bandos es más desesperante. Dejen en paz a Messi. Si llega a ganar, bien por él, pero su lugar entre los grandes lo tiene asegurado hace rato sin necesidad de un mundial.
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Luego está Cristiano Ronaldo, su eterno competidor. Portugal juega mejor sin él, pero la prensa se fija más en el hecho de que el siete esté en el banco de suplentes, enrareciendo lo meramente futbolístico, Si Portugal llega a ganar este mundial (¿por qué no?), sumará a su hoja de vida el único trofeo que le falta, ¿pero de qué manera? ¿Alcanzaría un mundial de fútbol ganado como suplente para decantar la balanza a su favor?
Centrándose en equipos más que individualidades, tenemos a España, la eterna frustrada. Salvo ese brillante ciclo de dos Eurocopas y un mundial entre 2008 y 2012, casi siempre ha sido un equipo de octavos de final (cuando no de primera fase), pero ellos insisten en autopostularse cada cuatro años como favoritos. En eso se parecen a México, convencidos de que su arsenal es más potente que lo que es en realidad. Aunque ambos países producen jugadores competitivos, lo que hace fuerte a sus clubes es ese salto de calidad que les dan los extranjeros, una evidencia que parecen no querer ver.
Lo que le suma morbo a lo que pasa con España son sus periodistas deportivos. En un país donde no hay cohesión y los equipos son más importantes que la selección nacional, el periodismo juega un papel determinante, no solo critican al entrenador de acuerdo a sus gustos personales, sino que no ocultan su alegría cuando le va mal.
Pasó en 2018 cuando los fans del Barcelona casi celebran la salida de Julen Lopetegui días antes de que empezara el mundial por haber firmado con el Real Madrid, y ahora los periodistas afines al club merengue están a nada de quemar pólvora por la eliminación de España a manos de Marruecos, todo porque Luis Enrique está ligado a la historia culé. Es que una cosa es ser crítico, y otra morirse de júbilo porque a alguien le vaya mal. Ver a los cronistas deportivos españoles me hace sentir orgulloso de los colombianos, les digo.
Y por último están los hinchas, siempre los hinchas. No me caen bien, nunca me han caído así yo sea uno de ellos. Y no me agradan porque (lo dije hace poco en otra columna) se toman el fútbol más en serio que los propios futbolistas. Sacan pecho por victorias ajenas, que es como si un empleado de Amazon se sintiera orgulloso por los millones de Jeff Bezos. Dejando los pulmones en la tribuna o el corazón desde el televisor, creen que su forma de alentar al equipo es más decisiva que las estrategias del entrenador.
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Y ahora con las redes sociales se creen infalibles. Abren una cuenta y empiezan a pontificar, a pedir cabezas y a montárselas a sus rivales, burlándose de ellos si su equipo queda eliminado, por ejemplo. Y no estoy diciendo que no se expresen, que en época de mundial yo uso mi Twitter para decir cuanta bobada se me ocurre, pero es que estos fifas (que es como les dicen y me acabo de enterar), manejan el nivel de un estudiante de kínder, con todo cariño y respeto.
Así va el mundial, y eso que todavía falta lo mejor. Nos metieron un torneo a final de año en una sede polémica y con hinchas contratados porque no cualquiera podía costear el viaje hasta Catar, pero aun así estamos pegados porque el fútbol tiene algo que ningún otro deporte mueve. Yo creo que es porque se trata de una recreación civilizada de la guerra, con bandos, uniformes, escudos, divisiones, ataque y defensa, y los humanos somos seres violentos por naturaleza. A ver si seguimos siendo tan fanáticos cuando en 2026 nos metan ese bodrio de campeonato con 48 equipos participantes y tres países sede.