La generación de energía y producción de alimentos son dos de las cadenas productivas más extensas en el mundo. Estos procesos pueden comenzar y terminar en territorios diametralmente opuestos y a cientos de miles de kilómetros de distancia. La globalización y el comercio internacional nos han permitido implementar distintos tipos de energía y mejorar su generación en todos los países del mundo. Así mismo, tenemos la posibilidad de probar alimentos que no se siembran o producen en los mismos países. Esta interconexión mundial nos ha brindado oportunidades económicas y sociales que han mejorado en muchos casos los procesos productivos, pero también, ha planteado retos a la mejora constante que viven las empresas actualmente.
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El COVID19, representado por la pandemia mundial que padecemos desde 2019, generó uno de los mayores desafíos para las cadenas de suministro globales y locales, pues tuvieron inconvenientes para completar sus procesos por las medidas de bioseguridad, los cierres de fronteras, y las miles de vidas que se han perdido a causa de un virus que se propaga en todo el mundo. Hoy en día, un nuevo reto impacta las cadenas productivas: la guerra que se está librando entre Rusia y Ucrania, pues estos países exportan a América Latina productos que son base esencial para el cultivo de alimentos y la generación de energía (petróleo, gas, aluminio, fertilizantes y cereales).
Al ser conscientes de la interconexión de nuestro mundo, y las crisis que esto puede generar, bien sea por enfermedades o guerras, también surge la oportunidad de actuar con resiliencia, regeneración y con ello, reinventar el capitalismo y nuestro sistema económico actual. Las empresas en todo el mundo han avanzado en la aplicación de herramientas de riesgo para entender cómo actuar ante diferentes y convulsos escenarios del contexto mundial, medidas que refuerzan su toma de decisiones y que les permiten alcanzar resultados más efectivos y avances en el desarrollo sostenible.
Hace algunos días, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), lanzó un análisis sobre las Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis? Allí se resalta cómo la expansión del modelo de globalización, basado en cadenas internacionales de producción, afectó negativamente el empleo y los ingresos de las clases trabajadoras. Así mismo, la disputa comercial entre los Estados Unidos y China, y posteriormente la pandemia de COVID-19, se tradujeron en rupturas en diversas cadenas productivas manufactureras. En este informe también se resaltó que, en los sistemas productivos integrados, como los que se habían desarrollado, las disrupciones en el transporte marítimo (saturación de puertos, largos período de espera de los barcos, y alza de fletes) tuvieron fuertes efectos en la logística de las cadenas y sus costos de operación.
En este contexto, la resiliencia de las cadenas de valor será fundamental para la recuperación económica. Por esto, menciono algunos puntos clave para el sector alimentario y energético que puedan dar una luz al respecto. En el sector de alimentos se debe mejorar el acceso a los mercados, a través de herramientas novedosas y robustas como mayor acceso a recursos financieros de bajo costo, desarrollo de capacidades y fortalecimiento de adquisiciones inclusivas, prácticas laborales justas con mecanismos de supervisión y debida diligencia en materia de derechos humanos y, finalmente, promover la innovación y la tecnología inclusiva.
Para el sector energético, las acciones clave para su resiliencia son la revitalización del liderazgo gubernamental y regulatorio en materia de acción climática, transición energética y estrategia industrial para estimular la inversión y la seguridad energética, adoptando incentivos consistentes que favorezcan la descarbonización. Además, la colaboración empresarial resulta crucial para determinar la dirección del viaje y para asumir su responsabilidad en la transformación del sistema energético, mediante iniciativas colectivas.
Con estas acciones, y el liderazgo gubernamental, empresarial e individual, apoyados en la Visión 2050, hoja de ruta de nuestra casa matriz, el WBCSD y CECODES, las cadenas productivas de alimentación y de energía llegarán a constituirse en el pilar fundamental de la reactivación económica en América Latina y servirán para hacer frente a las consecuencias de las crisis mundiales que han sido registradas por la Cepal.