Opinión

Descubriendo a Miranda: rebelarse contra una sociedad agobiante, castrante y homofóbica

El silencio es el leitmotiv de esta novela escrita a cuatro manos por Antonio Ortiz y Giovanna Zuluaga. El silencio es el que lleva al autodescubrimiento en Miranda. Reseña de Julie Tatiana López

Me siento identificada con Miranda. Si le doy una mirada retrospectiva a mi vida puedo encontrar muchos aspectos en común, al igual que ella estudié mi primaria y bachillerato en un colegio católico. La sociedad de aquel entonces, la de la década de los 90, era totalmente distinta, no era fácil tanto para hombres como para mujeres expresar sus sentimientos, mucho menos hablar de su sexualidad. En mi adolescencia nunca lo manifesté y, como Miranda, guardé un silencio sepulcral al respecto. La protagonista de este diario desahoga todos sus sentimientos y su forma de ver la vida en la escritura. Yo también escribí con miedo al rechazo, nunca permití que me leyeran y muchas veces fui rechazada por pensar diferente, porque no encajaba en los estándares de la sociedad y de la definición de lo que era ser mujer en aquel entonces, siempre fui rebelde e incomprendida.

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“Todo lo que tienes en el corazón debe ser manifestado antes de que sea tarde”.

—  Alejandra Pizarnik

Miranda es la voz de muchos jóvenes colombianos que viven en la escuela el acoso de sus pares y de las personas mayores; ella forma parte de la minoría, de los ignorados, de los marginados. No obstante, se rebela contra una sociedad agobiante, castrante y homofóbica.

Este es un viaje introspectivo durante el encierro de la pandemia y que, como cualquier viaje, sea cerca o lejos, nos permite conocernos a nosotros mismos y a los otros. Fue una travesía dolorosa, profunda y oscura como la cueva que ella recorrió, pero que la llevó al exterior, un lugar más amoroso; porque qué sería de nosotros sin el amor, ese mismo sentimiento que puede revelarnos nuestra fragilidad, nuestros miedos y tormentos. Sin embargo, al final de la travesía y gracias a esta, ella logra aceptarse como mujer, como lesbiana.

Descubriendo a Miranda Descubriendo a Miranda (Panamericana)

La protagonista nos revela de manera anárquica detalles de su vida: sus luchas para mantener el equilibrio emocional, la relación con su padre, con su hermano pequeño y con una abuela entrañable que está perdiendo la memoria, pero que le regalará la más hermosa lección: “Lo malo también pasará”, las vivencias en un colegio católico mixto, el abandono por parte de su madre, de quien solo le queda la nostalgia y el recuerdo, y una importante herencia musical.

Miranda rompe estereotipos y es más valiente de lo que cree: asume la normalidad del ser humano diverso, no solo en cuanto a la sexualidad, sino a un nivel emocional. Al comienzo de la aventura vive pendiente del qué dirán, pero al final deja de prestarle importancia y eso le ayuda abrirse al mundo, a aceptar la vida con “sus rosas y sus espinas”. Se vuelve consciente de que las dificultades y los errores nos proporcionan las mejores oportunidades para crecer, ya sea desde el fracaso en las matemáticas, hasta un amor no correspondido.

Aún en estos momentos, muchos jóvenes callan sus sentimientos, sus deseos y sus inconformidades; aún en estos momentos, algunos toman rumbos como la autodestrucción y el suicidio. Miranda es un ejemplo para todos ellos, les muestra que hay opciones, que las pequeñas alegrías nos pueden salvar la vida, que cada día tenemos la oportunidad de agradecer y perdonar, y que conectarnos con nuestra esencia y reconocer a los otros nos permite ser y estar.

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