Competir siempre es un desafío, tanto para el que decide entrar a un nuevo mercado buscando cambiar las reglas del juego y ganarse el corazón de los clientes, como para los competidores ya establecidos, que deben esforzarse por dar más valor a sus usuarios para mantenerlos de su lado. Indudablemente la competencia genera una dinámica que trae consigo más innovación, mejor calidad, menores precios y en general más beneficios para las personas. Particularmente, en el mundo de las telecomunicaciones, representa la posibilidad de una mayor democratización de la conectividad, acceso para los desconectados y desarrollo para todos.
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Los movimientos de oferta y demanda que se generan por la entrada de nuevos competidores al mercado ya los he visto antes, de hecho he tenido la oportunidad de liderar varias transformaciones en el sector de telecomunicaciones en diferentes países, la clave es sacudir sin miedo al mercado demostrando que si es posible generar más valor para los usuarios. En Polonia, por ejemplo, durante el 2006, logramos que los servicios de telefonía móvil pasarán de ser los más costos de Europa, a ser los más asequibles; y para el caso de Chile, en tan solo cinco años logramos que el costo por Gigabyte (el más caro de América Latina) pasará a ser el más barato, y lo más importante, con ello aumentamos 10 veces el consumo de datos móviles en su población.
En Colombia, el cambio ya se está viendo, las personas lo han experimentado durante el último año, exactamente desde el 5 de abril del 2021, cuando pusimos en marcha la operación comercial de WOM, y no solamente lo digo yo, el DANE lo ha venido ratificando mes a mes en lo que muchos han denominado el “Efecto WOM”. Mientras los colombianos en febrero estaban pagando en promedio un 142% más por alimentos como la papa, un indispensable para la mayoría de los hogares, los precios en planes de telefonía móvil pospago, han disminuido en un 52% y en general, el sector de Información y Comunicaciones alcanzó el IPC más bajo durante el 2021 en comparación a los demás sectores de la economía, con una variación del -12,10%, sin dejar de lado que, durante el primer trimestre del 2022 sigue teniendo un comportamiento deflacionario.
Aunque los servicios de telefonía móvil no están dentro de la canasta básica familiar, si son un gasto fijo mes a mes que debería ser cada vez más asequible; los colombianos tienen derecho a la conectividad, a hacer parte de la sociedad digital y a acceder a las oportunidades de desarrollo que esta genera. Hace dos años, cuando llegué a Colombia me encontré con que más de 20 millones de personas no tenían acceso a 4G, y aún hoy, he conocido a personas en poblaciones remotas que siguen sin tener contacto con herramientas digitales, no que no saben usar Whatsapp o un correo electrónico, de hecho, según cifras recientes del MinTIC, 3 de cada 10 colombianos no saben usar tecnología de manera eficaz, además, según el informe del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre - Oxfam, Colombia es el segundo país más desigual de Latinoamérica, y en definitiva esto debe cambiar.
Y es que, transformar el mercado de un país como Colombia no es una tarea fácil, pero si es algo por lo que quienes queremos hacer parte del progreso, debemos trabajar día a día. Desde que llegamos nos comprometimos con el propósito de conectar a los desconectados, disminuir la brecha digital cada día más y poder trabajar en proyectos que generen un impacto positivo en la población. Es por eso que, en este proceso que inició hace un año hemos llevado conectividad a más de 648 comunidades rurales por primera vez, hemos beneficiado a más de 500 emprendedores con educación digital gratuita, hemos instalado más 3.327 antenas propias en red 4GLTE con la que ya cubrimos a 47 millones de colombianos, hemos generado más 2.300 empleos a nivel nacional y tenemos un plan de inversión de 1 billón de dólares en el país.
Ahora bien, debo confesar que el último año ha sido retador, de los más retadores que he experimentado tras haber vivido y desarrollado negocios en 10 países, no solo por crear una compañía en pandemia, si no por la fuerte competencia que hemos enfrentado en ese proceso, que para nadie ha sido un secreto, pero después de llegar a nuestro primer año de operación puedo decir: SÍ SE PUEDE. La clave está en entender las necesidades de los usuarios y trabajar para generar más que valor, un impacto positivo, en pocas palabras ejercer un capitalismo consciente en donde no solo importe la rentabilidad del negocio sino contribuir al entorno para generar un cambio real en la sociedad. En nuestro caso, demostramos que sí era posible ofrecer más conectividad a precios más justos, y lo seguiremos haciendo.
En definitiva, los beneficios de la competencia se logran cuando el nuevo competidor es el correcto, cuando ese competidor cuenta con un plan de negocio y de inversión a largo plazo, pero sobre todo, cuando se cuenta con la voluntad y la pasión de generar un cambio positivo para el mercado y oportunidades y esperanza para los colombianos. Hoy, la entrada de un nuevo operador al país demuestra que es posible un mercado de telecomunicaciones más competitivo que contribuya al cierre de la brecha digital y permita que el país avance con la tecnología como habilitador de desarrollo. Pero aún hay mucho camino por recorrer, porque sabemos que Colombia merece más.
El llamado es continuar el trabajo conjunto de actores privados e instituciones para incrementar el bienestar social e impactar en el desarrollo productivo del país a través de la digitalización. Así mismo, es imperativo garantizar que se implementen políticas y regulaciones que fomenten y protejan la competencia, la inversión y la innovación en el país para lograr la transformación que Colombia merece. Seguiremos trabajando para que así sea.
Y como siempre: Keep the passion