Opinión

La cadena alimenticia

“Así fue que Marta Lucía Ramírez se hizo meme, intentando acercarse a las comunidades más pobres, pero, insisto, así son todos, no solo ella”: Adolfo Zableh Durán

Se vienen las presidenciales y estamos en esa época donde hay más precandidatos que puestos disponibles. Y sí, falta medio año para las elecciones, pero desde hace meses han empezado a sonar nombres: los nuevos y los de siempre, los eternos candidatos y los pretendientes de ocasión, todos en carrera. Mientras a algunos se les ve pinta de candidato con posibilidades apenas suenan sus nombres, de otros no se entiende que quieran lanzarse, si a todas luces no reúnen los votos suficientes. Misteriosa que es la democracia.

De todo lo que hacen, dicen y prometen los políticos y que pronto será olvidado porque todavía está muy temprano y a esta altura los votantes no ponemos especial atención, resulta llamativo cómo se desviven por parecer gente común y corriente y lo evidente que resulta descubrir que no lo son. Se supone que la democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, pero tal premisa está hoy obsoleta. La cosa ha cambiado tanto que ahora los ciudadanos servimos a los políticos y no al revés.

Sin embargo, ellos se encarnizan tratando de demostrar lo contrario, pero eso a la hora de reunir firmas y subir en las encuestas se disfrazan de ciudadanos promedio y empiezan a compartir con sus supuestos iguales, pero es todo un montaje, como reptilianos tratando de camuflarse entre humanos. Y no vale la pena dar nombres ni señalar partidos, que todos aplican la misma: una humildad y una sencillez de la que luego carecen durante los cuatro años que ocupan la Casa de Nariño. Así, durante las últimas semanas hemos visto precandidatos montando en bus, almorzando en restaurantes populares y posando junto a casas de estratos bajos como si en vez de estar de visita fueran sus inquilinos y vivieran en arriendo.

Es que no les queda bien y es como si no lo entendieran, supongo que se debe a que, pese a lo boleta, les sirve para ganar votos. En campaña, esos tiburones de disfrazan de peces pequeños, bajan varios eslabones en la cadena alimenticia y almuerzan corrientazo al lado de la gente; eso sí, gobernando no salen de los restaurantes de lujo de la G, siempre rodeados de escoltas. En campaña, socialbacanes moviéndose en bicicleta; gobernando, andando en camioneta blindada que dejan parqueada donde se les da la gana porque las leyes de tránsito no aplican para ellos, y rodeados nuevamente de esos mismos escoltas. En campaña, los candidatos del pueblo; gobernando, totalmente inalcanzables.

Así fue que Marta Lucía Ramírez se hizo meme, intentando acercarse a las comunidades más pobres, pero, insisto, así son todos, no solo ella. Es que se les ve lo postizos, el esfuerzo que les cuesta al posar de amigos mientras que los potenciales votantes lo miran con cara de “¿Y esté quién carajos es?”, entre la rabia, la desilusión y el asco. Y es cierto que las personas somos idiotas y nos comemos cualquier cuento, sin embargo, cada vez nos damos más cuenta de lo falsos que pueden ser esos futuros dirigentes y lo hambrientos que están de poder, por eso cada vez creemos menos en ellos. Podremos votarlos cada cuatro años, pero es porque no hay más y no todo el mundo está dispuesto a meterse en política.

Muchos se quejan de que la Navidad en Colombia va de noviembre a enero, casi tres meses, pero nadie parece notar el desgaste que significa tener temporadas presidenciales de casi un año. A veces no entiendo la repulsión hacia estas fechas, si al menos Papá Noel llega con regalos y no con impuestos.

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