Alquería es una de esas empresas que parecen habitar el imaginario nacional desde siempre. Sin embargo, detrás de su historia de tradición y su presencia cotidiana en millones de hogares, hay una visión que ha empujado a la compañía a transformarse, a diversificarse y a convertirse en un actor social clave en el país.
Desde hace casi seis años, esa transformación está liderada por Rafael Álvarez, un ejecutivo con tres décadas de experiencia en consumo masivo, trayectoria internacional y una convicción profunda: el trabajo empresarial debe tener un propósito que trascienda los números.
La llegada a Alquería se dio, como él lo describe, por “diosidencias”: una coincidencia de propósitos entre él y los accionistas, que terminó convirtiéndose en un proyecto compartido. Hoy celebra casi seis años al frente de una empresa que considera “icónica” y, sobre todo, estratégica para construir futuro.
Álvarez habla de propósito sin grandilocuencia, pero con convicción. Ese propósito —nutrir el futuro de Colombia transformando sueños en realidades— ha definido la estrategia de la compañía en todos los frentes.
“No se trata de un eslogan bonito”, insiste. “Es algo que se vive y que guía decisiones tan profundas como la transición hacia ser una empresa multicategoría y multimarca”.
Karen Rozo: ¿Cómo ha sido este regreso a Colombia después de más de una década en el exterior?
Rafael Álvarez: Ha sido un viaje espectacular. Llevaba 13 años fuera del país, liderando compañías en varios mercados, y llegó un punto en el que dije: “Qué delicia volver, qué delicia hacer país donde realmente está el país”. Afuera uno hace patria, pero cuando regresas descubres que quieres aportar desde acá. La llegada a Alquería se dio casi por “diosidencias”: tuve conversaciones con los accionistas y hubo un clic muy rápido entre nuestros propósitos. Así comenzó este camino que ya completa casi seis años.
Karen Rozo: Hablaba detrás de cámaras sobre la “esencia” de Alquería. ¿Qué la define?
Rafael Álvarez: Nuestra esencia está en el propósito: nutrir el futuro de Colombia transformando sueños en realidades. No es un eslogan bonito, es algo que orienta cada decisión, desde nuestras causas sociales hasta la transición hacia una empresa multicategoría y multimarca. Hace 66 años bastaba con decir “un vaso de leche, un vaso de salud”. Hoy la realidad del país es distinta y debemos responder a nuevas necesidades con más productos, más tecnologías y más impacto.
Karen Rozo: Usted afirma que el futuro del país está en el campo, los recursos naturales y la niñez. ¿Cómo se traduce eso en acciones concretas?
Rafael Álvarez: En acciones reales de todos los días. El campo colombiano necesita productividad, dignidad y relevo generacional. Por eso programas como Vaca Madrina ya han beneficiado a más de cien ganaderos, quienes han aumentado sus ingresos totales entre un 35 % y 50 %. También creamos con el SENA el programa Herederos de Tradición, que ya ha graduado a más de 260 jóvenes como técnicos agropecuarios.
En niñez y juventud trabajamos con la Fundación Alquería Cavelier, que beneficia a más de 200.000 niños al año. La educación es la escalera social más importante. Un ejemplo es Samuel, uno de nuestros beneficiarios, que acaba de sacar 500 sobre 500 en las pruebas Saber.
Karen Rozo: Usted habla de “causas”, no de “objetivos”. ¿Por qué esa diferencia semántica?
Rafael Álvarez: Porque una causa es colectiva. Un objetivo es mío; una causa nos pertenece a todos. Cuando trabajas por una causa, te unes a quienes ya están en ella y otros se pueden unir a ti. Eso cambia la forma de actuar. No se trata de aparecer en la foto, sino de transformar realidades.
Karen Rozo: Cuando llegó a Alquería se propuso duplicar la empresa. ¿Cómo lograron algo tan ambicioso?
Rafael Álvarez: Con claridad y con propósito. Soñar pequeño y soñar en grande cuesta lo mismo; las neuronas trabajan igual. Entonces soñemos en grande, pero ejecutemos. Hace cinco años nos pusimos la meta de duplicar la compañía y lo logramos: cerramos 2024 con ventas cercanas a los 2 billones de pesos. Y al duplicar la empresa, quintuplicamos nuestro impacto social. Ese impacto es lo que realmente nos mueve.
Karen Rozo: El país atraviesa momentos complejos. ¿Cómo se enfrenta un entorno lleno de “crisis”?
Rafael Álvarez: Con perspectiva. Cumplimos 66 años, pero nos proyectamos a 100. Cuando piensas en un siglo, muchas de las “crisis” del presente se vuelven pequeñas anécdotas. Claro que reconocemos el contexto, pero no podemos quedarnos atrapados en él. Si miras a largo plazo, construyes en lugar de hundirte.
Karen Rozo: ¿Qué les diría a los jóvenes que sueñan con liderar empresas algún día?
Rafael Álvarez: Primero, que no busquen ser otro. No sean “el próximo Rafael”: sean ustedes mismos. Segundo, tengan claridad sobre a dónde quieren llegar; un arrepentimiento no se quita nunca. Tercero, tomen decisiones con información, no por comodidad. Y cuarto, aprendan, pero también desaprendan. Caerse es parte del camino: se sacuden, recalculan y siguen.
Karen Rozo: Alquería es una empresa B. ¿Qué significa esto para su futuro?
Rafael Álvarez: Significa que nos comprometemos por estatutos a manejar tres cuentas iguales: económica, social y ambiental. Sí, debemos ser rentables —somos una empresa—, pero la rentabilidad es el medio para generar impacto. Ser empresa B implica que estas tres cuentas pesan lo mismo, hoy y en el futuro, sin depender de modas.
Karen Rozo: ¿Qué viene para Alquería en los próximos años?
Rafael Álvarez: Vamos a consolidarnos como una empresa de alimentos, no solo una empresa láctea. Queremos volver a duplicarnos hacia 2030 y ampliar nuevamente nuestro impacto social. Estamos trabajando para medir cuántas personas y familias logramos sacar de la pobreza con nuestros programas. En educación ya transformamos municipios completos; en reciclaje trabajamos con más de 1.650 recicladores de oficio, a quienes buscamos dignificar y acompañar.
