Ámbar, un polluelo de cóndor de los andes cuyo nombre significa “luz y tesoro”, nació el 31 de octubre en el Parque Jaime Duque. Su llegada significa un nuevo éxito para la conservación de esta especie en peligro crítico de extinción en el país que cuenta con alrededor de 150 ejemplares en vida silvestre en el territorio nacional.
“Con un peso de 203 gramos, 62 días de incubación, 66 horas de proceso de eclosión (momento de ruptura cáscara del huevo) y un proceso de nacimiento asistido de 18 minutos, signos estables y una belleza única, a las 10:18 am del viernes 31 de octubre de 2025, celebramos el nacimiento de Ámbar”, anunció la fundación en sus redes sociales.
Fernando Castro, director de gestión de biodiversidad afirmó que el proceso estuvo lleno de retos, pues el papá de ámbar intentó romper el huevo y este fue llevado a incubación artificial. Además, detectaron anomalías en la cámara de aire del huevo, por lo que hubo monitoreo constante. Pese al retraso de dos días en su nacimiento, los expertos afirman que el polluelo se ve “bastante enérgico”.
Esta cría es la hermana menor de Wayra, nacida el pasado 20 de septiembre y Rafiki, quien nació el 29 de julio de 2024. Estos tres ejemplares del ave nacional de Colombia son los primeros nacidos por incubación artificial como parte del Programa de conservación del Cóndor de los Andes.

El reto de la conservación del cóndor en Colombia
En 2021, dos cóndores fueron hallados muertos en ese mismo páramo, al parecer por envenenamiento, lo que según la fundación Humboldt es una tragedia ambiental: “En el caso de especies tan grandes como el cóndor, se asume que los tamaños poblacionales son pequeños y los requerimientos de territorio y alimentación son gigantescos. Para contrarrestar esto, estos animales son muy longevos para reproducirse y mantener las poblaciones. Por eso, cuando se pierde un solo individuo el impacto es gigante en la población”.
Esta especie cuenta con una tasa de reproducción muy baja, cerca de un huevo cada dos o tres años, por lo que su programa de conservación busca maximizar las posibilidades de nacimiento, crianza y libertad de los ejemplares. Las y los expertos trabajan en la reproducción con cuidado humano de varias parejas de cóndores importadas al país, realizan monitoreo constante en el páramo El Almorzadero, ubicado en Santander, y promueven la educación ambiental y la producción sostenible en la zona.

