Como surgidas de un espejismo, se alzan en el horizonte las Pirámides del Sol y de la Luna, imponentes estructuras construidas en Teotihuacán México, la legendaria ciudad de los dioses. Esta urbe monumental fue erigida por una civilización antigua, de la cual se conoce poco, pero que, después de más de dos mil años, continúa asombrando a quienes la visitan. PUBLIMETRO vivió la experiencia de recorrer este sitio arqueológico gracias a la aerolínea Aeroméxico, los hoteles NH Collection Mexico City Airport T2, NH Collection del Centro Histórico de Ciudad de México y la Secretaría de Turismo de la CDMX.
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Al llegar, Teotihuacán recibe a los visitantes con un ambiente místico: silbatos prehispánicos, rugidos de jaguar y gritos de guerra parecen revivir los ecos de un pasado glorioso.“El esplendor de esta ciudad alcanzó una población de 200 mil habitantes y un área de 21 kilómetros cuadrados. Las construcciones fueron hechas con lava volcánica extraída de las colinas cercanas y un tipo de cemento natural elaborado con el jugo del nopal. Los edificios más importantes, como el Palacio de la Nobleza, estaban cubiertos con estuco rojo, obtenido del tinte de la cochinilla, mezclado con pigmentos “minerales y vegetales”, explicó el guía e historiador mexicano Joaquín Ávila, quien acompañó el recorrido.
Teotihuacán, la legendaria ciudad de los dioses, comenzó a edificarse en el primer milenio antes de nuestra era. Su apogeo llegó entre los siglos II y III d.C., cuando alcanzó un notable desarrollo urbano, convirtiéndose en uno de los principales centros culturales y religiosos del periodo Clásico Temprano de Mesoamérica.

Entre el Sol y la Luna: el legado cósmico de Teotihuacán sigue vivo dos mil años después
Según el experto, las pirámides teotihuacanas se caracterizan por su estilo arquitectónico único: “La base tiene un ángulo de 45 grados y luego una plataforma vertical. A este diseño se le conoce como talud-tablero, y distingue las construcciones mesoamericanas de las egipcias. Este sistema, además, funciona como amortiguador sísmico, evitando que las estructuras colapsen durante los temblores”.

La arquitectura teotihuacana no solo destaca por su ingeniería, sino también por su profundo sentido cosmogónico. “Los constructores trabajaban junto a los astrónomos, diseñando la ciudad como una representación del cosmos. En la Plaza de la Luna, por ejemplo, las estructuras circundantes simbolizan los trece niveles del cielo y los nueve niveles del inframundo, conceptos fundamentales en su cosmovisión”, explicó Ávila.

Una de las técnicas más curiosas es el recueleo, una marca que los arqueólogos mexicanos aplican en las zonas reconstruidas, para que el público distinga entre la parte original y la restaurada. Así, es posible identificar cuáles se conservan intactas desde hace dos milenios.
En la Plaza de la Luna, las nueve estructuras que la rodean no fueron ubicadas al azar. Representan los nueve niveles del inframundo, las etapas de la luna o incluso los nueve meses de gestación de la mujer. En el centro, una plataforma simboliza el eje del universo, mientras las cuatro escalinatas que la rodean representan los cuatro puntos cardinales. En la visión del México prehispánico, el cosmos tenía cinco puntos cardinales, pues el centro unía la dimensión terrenal y celestial, creando una cruz cósmica, símbolo esencial en la cultura teotihuacana.
Otra característica sorprendente es su acústica. “Cuando se aplaude frente a las escalinatas, el sonido rebota y regresa como el canto de un ave. Este efecto no es casual; fue diseñado para amplificar los rituales y ceremonias”, explica el guía.
Los arqueólogos han hallado en distintos niveles esqueletos de niños, así como un canal de agua que rodea la Pirámide de la Luna, representando la montaña sagrada que emergía del agua, la morada del dios Tlaloc, señor de la lluvia. Esta pirámide fue dedicada a la diosa Chalchiuhtlicue, deidad de los manantiales y ríos subterráneos, símbolo del renacimiento y la fertilidad.

Aún se conservan restos del Palacio de la Nobleza, donde es posible admirar frescos en rojo terracota y un patio de columnas decoradas con altorrelieves de aves como el búho, considerado un mensajero espiritual. Este recinto habría servido a los astrónomos teotihuacanos para observar el movimiento de las estrellas, cuya posición se refleja en la orientación de los templos.


Sobre los rituales y sacrificios humanos, Ávila aclara que eran parte de la cosmovisión espiritual: “Los toltecas y aztecas practicaron sacrificios en los que se extraía el corazón de los ofrendados, pero en Teotihuacán se realizaban por decapitación, muchas veces después del juego de pelota”. Este juego, practicado en una cancha con dos muros y aros de piedra, simbolizaba el recorrido del Sol en el cielo. Aunque los ganadores eran celebrados, los perdedores eran sacrificados para mantener el equilibrio entre los mundos.

El legado de Teotihuacán es tan vasto como misterioso. Cada rincón revela la sofisticación científica, la visión espiritual y el sentido de comunidad de una cultura que dominó el arte de observar el cielo y plasmarlo en piedra. Las Pirámides del Sol y de la Luna, los murales, los templos y los vestigios de su urbanismo siguen siendo testimonio de una civilización que entendió la armonía entre el cosmos, la tierra y el ser humano.

Visitar Teotihuacán es, sin duda, una experiencia que trasciende el tiempo. Entre el eco de los pasos antiguos, el canto del viento y la magia de sus templos, el visitante comprende por qué los antiguos llamaron a este lugar la ciudad donde los hombres se convierten en dioses.
¿Cómo llegar desde Colombia a las Pirámides de Teotihuacán?
La aerolínea Aeroméxico, reconocida como una de las más premiadas del mundo por su puntualidad, inauguró oficialmente la nueva ruta directa Cali – Ciudad de México, fortaleciendo la conectividad entre ambos países y ofreciendo a los viajeros una experiencia de lujo a más de 30 mil pies de altura.
Para disfrutar de su estadía en la Ciudad de México y viajar una hora y media hacia las Pirámides de Teotihuacán, puede alojarse en la cadena de hoteles NH Collection Mexico City Airport T2, ubicada en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, un verdadero oasis de paz en la capital mexicana.
Otra excelente opción es el NH Collection México Centro Histórico, situado a pocos metros de la famosa plaza del Zócalo, ideal para quienes desean combinar comodidad, cultura y cercanía a los principales atractivos turísticos de la ciudad.


