Durante siete largos meses, una hermosa lechuza común (Tyto alba) permaneció privada de su libertad en una vivienda particular. Sus alas, símbolo de vuelo y de vida silvestre, estuvieron atadas con correas de cuero que impedían lo más esencial para ella: volar. Esta historia, que pudo terminar en tragedia, hoy abre un camino de esperanza gracias a la labor del Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de fauna silvestre (CAVR) del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
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Cuando el ave llegó al CAVR, los especialistas encontraron marcas profundas de su sufrimiento. Las pihuelas de cuero en sus patas evidenciaban que había sido usada bajo prácticas de cetrería, un método cruel que la obligaba a depender de los humanos para alimentarse y moverse.
Pero las heridas no eran solo físicas. La lechuza mostraba un comportamiento habituado a la presencia de personas, una señal de cuánto tiempo estuvo sometida a contacto humano. Su cuerpo, debilitado por la deshidratación y una mala alimentación, reflejaba los estragos del encierro.
Un proceso de sanación
Ahora, bajo el cuidado de veterinarios y biólogos, la lechuza inicia un proceso de rehabilitación que busca devolverle lo que nunca debió perder: su libertad. En este camino se evaluará su capacidad para volar, cazar y, sobre todo, para recuperar el instinto natural de mantenerse lejos de los humanos.
El reto no es sencillo. Volver a ser un ave de la noche, cazadora y libre, requiere paciencia y dedicación. Sin embargo, cada pequeño avance representa una victoria en la lucha contra el maltrato a la fauna silvestre en Colombia.
Un llamado a la conciencia ciudadana
El caso de esta lechuza no es aislado. El CAVR ha recibido recientemente otras aves rapaces, como un búho real y un cernícalo, todos con pihuelas de cuero en sus patas. Estas historias revelan un problema creciente: el tráfico y la tenencia ilegal de fauna silvestre.
Por eso, el Área Metropolitana hace un llamado a la ciudadanía: denunciar, rechazar y entregar voluntariamente cualquier animal que haya sido privado de su libertad. Cada entrega es un acto de amor, una oportunidad para que un ser vivo recupere su vuelo y para que la naturaleza siga respirando en equilibrio.

