El Gimnasio Campestre Los Laureles, ubicado en zona rural de Cajicá, Cundinamarca, anunció un conjunto de medidas extraordinarias de seguridad tras la desaparición de Valeria Afanador Cárdenas, la menor de 10 años con síndrome de Down, vista por última vez el pasado 12 de agosto en las instalaciones del plantel.
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Pese a la angustia que aún domina a las familias de estudiantes y a la comunidad del municipio, la institución se prepara para retomar clases presenciales, aunque bajo estrictas condiciones de vigilancia y con el acompañamiento de autoridades.
Audio filtrado revela diálogo entre padres y directivos
En las últimas horas se conoció un audio de una reunión privada entre padres de familia y directivos del colegio, en el cual se abordaron inquietudes sobre la seguridad de los niños, así como los temores que ha dejado la desaparición de Valeria.
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“¿Va a haber una persona mirando las cámaras todo el tiempo o personas rondando el colegio?”, pregunta uno de los asistentes, de acuerdo con El Tiempo, ante lo cual un directivo respondió que habrá monitoreo permanente de cámaras y patrullajes motorizados cada dos horas durante la noche.
Además, se instalarán nuevas cámaras de vigilancia en el entorno del río Frío, afluente que colinda con el predio del colegio y donde inicialmente se centró la búsqueda de Valeria.
Padres piden garantías emocionales y protocolos claros
Más allá de la seguridad física, la mayor preocupación expresada por los acudientes tiene que ver con el impacto emocional en los menores.
“Soy una de las mamás que tiene miedo. Mi hija tiene miedo de regresar. Ella me decía esta mañana: ‘¿Cómo voy a hablar con mis amigos? ¿Y los trillizos, van a estar conmigo en el salón?’”, señaló una madre, citada por El Tiempo.
Los directivos aseguraron que el regreso a clases se hará con acompañamiento psicosocial y seguimiento individualizado para los estudiantes más afectados, en coordinación con la Gobernación de Cundinamarca.
La búsqueda de Valeria continúa
Mientras el colegio se adapta para reabrir sus puertas, la búsqueda de Valeria no se detiene. Las autoridades ampliaron el radio de inspección a seis kilómetros en ambas direcciones del río, y se mantiene activa una recompensa de 70 millones de pesos para quien aporte información veraz sobre su paradero.
Los organismos de socorro ya han descartado en un 95 % la posibilidad de que la menor haya caído al río, mientras que la familia insiste en que no creen en un rapto por parte de un extraño.
Con la comunidad aún en vilo, el caso de Valeria Afanador se ha convertido en una alerta nacional sobre la necesidad de reforzar los entornos escolares rurales y garantizar protocolos de emergencia más eficientes.