El reciente fallecimiento del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, tras sobrevivir durante más de dos meses a un atentado armado en Bogotá, trae a la memoria un doloroso patrón que ha atravesado la historia política colombiana: el asesinato sistemático de líderes que aspiraban a la Presidencia.
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En un país que ha enfrentado dictaduras, guerras civiles, guerrillas, narcotráfico y paramilitarismo, la política ha sido terreno minado. A continuación, una cronología de los asesinatos más emblemáticos de aspirantes presidenciales, detallando sus contextos y los poderes detrás de cada crimen.
Rafael Uribe Uribe (1914): el primer gran mártir del reformismo
- Perfil: líder liberal, general, abogado, reformista social.
- Propuestas: reducción de la jornada laboral, indemnizaciones por accidentes de trabajo, sindicalismo, modernización del Estado.
- Asesinato: el 15 de octubre de 1914, fue atacado a hachazos por dos carpinteros contratados, cuando salía del Capitolio Nacional en Bogotá.
Aunque los autores materiales fueron capturados, nunca se esclareció quién estuvo detrás de la orden. Su muerte es considerada el primer gran crimen político del siglo XX colombiano. Hoy, una localidad en Bogotá lleva su nombre.
Jorge Eliécer Gaitán (1948): la esperanza popular que desató El Bogotazo
- Perfil: abogado, orador prodigioso, líder del liberalismo popular.
- Propuestas: justicia social, nacionalismo económico, inclusión de las masas en la política.
- Asesinato: 9 de abril de 1948, frente a su oficina en Bogotá.
El presunto autor, Juan Roa Sierra, fue linchado antes de que pudiera declarar. Las versiones oficiales siguen siendo confusas, lo que ha alimentado teorías sobre complots nacionales e internacionales. Su muerte provocó un estallido de violencia conocido como El Bogotazo, que marcó el inicio del periodo conocido como La Violencia, con más de 200.000 muertos en una década.
Jaime Pardo Leal (1987): el magistrado que desafió al Estado y al narcotráfico
- Perfil: abogado, magistrado, defensor de derechos humanos.
- Partido: Unión Patriótica (UP).
- Propuestas: independencia judicial, justicia social, desmilitarización de la política.
- Asesinato: 11 de octubre de 1987, en La Mesa, Cundinamarca.
Fue asesinado por sicarios del Cartel de Medellín, bajo órdenes de Gonzalo Rodríguez Gacha (El Mexicano). Su crimen fue el preludio del exterminio sistemático contra la UP, con más de 4.000 de sus miembros asesinados. Pardo había denunciado el vínculo entre paramilitares y sectores del Estado.
Luis Carlos Galán (1989): el candidato del “No más” al narcotráfico
- Perfil: senador, fundador del Nuevo Liberalismo.
- Propuestas: extradición de narcos, fortalecimiento institucional, modernización del Estado.
- Asesinato: 18 de agosto de 1989, en Soacha, mientras hablaba en una tarima pública.
El crimen fue planeado por Pablo Escobar y ejecutado con apoyo de paramilitares y políticos aliados al narcotráfico. Su muerte causó conmoción nacional y un endurecimiento de la lucha contra los carteles. Fue uno de los motores de la Constitución de 1991.
Bernardo Jaramillo Ossa (1990): una voz por la reconciliación
- Perfil: abogado, presidente de la UP tras la muerte de Pardo Leal.
- Propuestas: acercamiento entre sectores armados, reconciliación nacional, justicia social.
- Asesinato: 22 de marzo de 1990, en el aeropuerto de Bogotá.
Fue baleado por un menor de edad al servicio de narcotraficantes. El ataque ocurrió a plena luz del día y ante la mirada de civiles y escoltas. Su muerte reforzó el mensaje de que la UP no tendría cabida en el sistema político colombiano.
Carlos Pizarro Leongómez (1990): del fusil a la papeleta
- Perfil: excomandante del M-19, negociador de paz, símbolo de la transición.
- Propuestas: democracia pluralista, nuevo pacto social, inclusión de sectores marginados.
- Asesinato: 26 de abril de 1990, dentro de un avión que lo llevaba a Barranquilla.
Un sicario logró abordar el vuelo como civil y disparó a quemarropa. Pese a que el M-19 ya se había desmovilizado, su muerte demostró que la resistencia a los cambios venía también desde dentro del Estado y sectores que rechazaban la reincorporación de exguerrilleros a la vida política.
Miguel Uribe Turbay (2025): el más reciente golpe a la democracia
- Perfil: abogado, senador, precandidato presidencial por el Centro Democrático.
- Propuestas: seguridad ciudadana, porte legal de armas, modernización institucional.
- Atentado: fue baleado el 7 de junio de 2025 mientras hablaba en el barrio Modelia, Bogotá.
- Fallecimiento: 11 de agosto de 2025, tras 64 días en UCI en la Fundación Santa Fe.
El ataque fue perpetrado por un menor de edad. Durante dos meses, su estado fue crítico debido a una hemorragia en el sistema nervioso central provocada por los disparos. El neurocirujano Fernando Hakim, quien lideró su atención médica, expresó: “Hoy puedo decirles que Miguel Uribe Turbay fue un luchador único. Nunca lo olvidaré”. Su esposa, María Claudia Tarazona, respondió: “Querido Doctor, tú y tu equipo lucharon a su altura, como Miguel hubiera querido, como él mismo mostró el camino. Gracias infinitas, siempre tendrás un lugar en nuestros corazones!”
El patrón: silenciar ideas a punta de balas
Aunque los contextos cambian, el patrón se repite. Las víctimas fueron políticos que intentaron romper esquemas, hacer reformas o enfrentar poderes ilegales. En cada caso, los asesinos —materiales o intelectuales— actuaron para impedir la transformación democrática del país.
Las consecuencias de cada crimen no solo se tradujeron en dolor y luto, sino en retrocesos políticos, deslegitimación del sistema y pérdida de esperanza para millones de ciudadanos.
Un país en deuda con sus líderes caídos
Colombia sigue en deuda con su historia y sus víctimas. Muchos de estos crímenes siguen sin resolverse completamente. La impunidad, la infiltración criminal y la intolerancia política persisten, generando el riesgo de que el ciclo de violencia continúe.
El asesinato de Miguel Uribe Turbay, en pleno siglo XXI, demuestra que el país aún no ha logrado blindar su democracia de las balas. La lección sigue pendiente: proteger la vida de quienes se atreven a liderar no es un lujo, es una obligación del Estado.

