El viernes 1 de agosto se convirtió en una fecha histórica para Colombia, por primera vez, un expresidente de la República fue condenado a prisión por la justicia ordinaria. Álvaro Uribe Vélez, presidente entre 2002 y 2010, recibió una pena de 12 años de cárcel tras ser hallado culpable de los delitos de soborno en actuación penal y fraude procesal.
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La jueza encargada del caso había fijado las 2:00 de la tarde como el momento oficial para hacer pública la sentencia. Sin embargo, el desarrollo de la diligencia judicial tomó por sorpresa tanto a la defensa como a la familia del exmandatario. Según indicó su abogado, Jaime Cadena, la forma en la que se divulgó la decisión generó malestar, especialmente porque los allegados a Uribe se enteraron del fallo antes del anuncio formal, lo que fue considerado una falta de consideración por parte del tribunal.
Durante la audiencia, el expresidente mostró signos visibles de incomodidad. En un momento clave, y como reflejo del impacto que le produjo la revelación anticipada del fallo, optó por apagar su cámara. Este gesto, interpretado como una reacción de indignación y desconcierto, dejó en evidencia el tenso ambiente que rodeó uno de los episodios judiciales más relevantes en la historia reciente del país.