Durante un acto público en el municipio de Caloto, Cauca, el presidente Gustavo Petro elevó el tono del debate político al referirse, sin rodeos, al expresidente Álvaro Uribe Vélez, actualmente involucrado en un proceso judicial por los delitos de fraude procesal y soborno en actuación penal. El mandatario no solo reconoció el peso político del exjefe de Estado, sino que también sugirió que su tiempo en la vida pública podría estar llegando a su fin.
“A lo mejor, ojalá, que vaya a tener sus nietos y cuidarlos bien, tranquilo, porque la historia es un fluido y tiene que pasar”, dijo Petro, aludiendo al futuro del exmandatario en una frase que resonó tanto en sectores políticos como en la opinión pública.
El comentario fue emitido mientras Petro inauguraba infraestructura tecnológica junto a comunidades indígenas en el suroccidente del país. En su intervención, señaló además que dentro de su propio gobierno existen figuras que desearían un retorno de Uribe al poder, afirmando que “hay muchísima gente dentro del Gobierno buscando cómo no se hacen las cosas porque ellos quieren que vuelva Uribe o el que diga Uribe”.
“Del árbol caído todos hacen leña”: respeto y confrontación
Aunque el presidente insistió en mantener el principio de presunción de inocencia al referirse al caso de Uribe —“No voy a hablar de Uribe porque respeto a las personas cuando están sub iudice”—, también recalcó que en Colombia hay quienes “se intoxican del poder y del crimen”, en respuesta a acusaciones del propio Uribe.
Petro aprovechó el contexto judicial del exmandatario para proponer una medida sin precedentes: que Uribe comparezca ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), tribunal derivado del acuerdo con las Farc, con el objetivo de esclarecer hechos relacionados con el conflicto armado. “A la JEP puede ir Uribe Vélez y entregar a Colombia una verdad que, aunque dolorosa, puede ayudar a salir definitivamente de la violencia”, afirmó el presidente.
Un “pacto de la verdad” con repercusiones políticas y judiciales
La respuesta de Uribe no tardó en llegar. A través de su cuenta en la red social X, desestimó la invitación, condicionando cualquier paso en esa dirección a que Petro renuncie a los beneficios jurídicos recibidos tras su desmovilización como miembro del M-19, lo cual fue negado tajantemente por el mandatario: “No tengo indulto que renunciar, nunca lo recibí: estuve en la cárcel preso y no me dieron prisión domiciliaria, eso sí, me torturaron siete días”.
El enfrentamiento entre ambos líderes políticos refleja no solo una ruptura personal, sino un quiebre ideológico profundo que sigue marcando la agenda nacional. El mandatario subrayó que la sociedad colombiana merece conocer la verdad completa sobre la conformación de grupos paramilitares y el rol que jugaron distintos actores políticos, incluyendo al expresidente Uribe.
Con este nuevo cruce de declaraciones, el llamado “pacto de la verdad” propuesto por Petro abre un nuevo capítulo en la relación entre los principales líderes de la política reciente del país, al tiempo que pone sobre la mesa la posibilidad de que ambos comparezcan ante el sistema transicional de justicia. Una propuesta que podría redefinir el relato histórico del conflicto armado colombiano.

