Cuatro décadas después del lanzamiento de la primera prueba para detectar el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), la lucha contra esta pandemia global sigue enfrentando un reto persistente: el diagnóstico tardío. A nivel mundial, 5,4 millones de personas viven con VIH sin saberlo, lo que impide un tratamiento oportuno y eleva el riesgo de transmisión.
En Colombia, según cifras oficiales de la Cuenta de Alto Costo, más de 185.000 personas viven con VIH y se ha evidenciado un aumento del 12,4 % en los casos prevalentes entre febrero de 2023 y enero de 2024. La mayoría de los casos se concentra en Bogotá, Antioquia, Atlántico y Valle del Cauca, y afecta principalmente a hombres de entre 25 y 39 años.
Diagnóstico tardío, el enemigo silencioso
Según ONUSIDA, aún existen más de 9 millones de personas sin acceso a tratamiento antirretroviral y muchos de ellos ni siquiera saben que portan el virus. Esto se debe en parte a que el VIH puede mantenerse asintomático durante años. “Conocer el estado serológico a tiempo puede marcar la diferencia entre llevar una vida saludable o enfrentar complicaciones”, explicó el Dr. Guillermo Orjuela, director médico en Abbott.
El médico recordó que factores de riesgo como relaciones sexuales sin preservativo, compartir agujas o el contacto con fluidos infectados deben llevar a las personas a realizarse pruebas, especialmente las de detección rápida, que hoy permiten identificar el virus en sus primeras etapas.
Meta 95-95-95: ¿Qué está en juego?
La comunidad internacional, encabezada por ONUSIDA, ha establecido la meta 95-95-95, que busca que el 95 % de las personas con VIH conozcan su estado, que el 95 % de ellas accedan a tratamiento y que el 95 % logren suprimir su carga viral. Sin embargo, sin diagnóstico, la cadena de atención nunca empieza.
En ese sentido, Abbott, la compañía que lanzó la primera prueba de VIH del mundo en 1985, reafirmó su compromiso con el desarrollo de tecnología diagnóstica innovadora. “Hoy más que nunca, se necesita de la ciencia y la innovación para mitigar el impacto del VIH”, concluyó Orjuela, recordando que la prueba de Abbott marcó un antes y un después en la seguridad de transfusiones sanguíneas y el control de pandemias.
