Acción Andina ha consolidado nuevas alianzas en Colombia con el objetivo de restaurar ecosistemas altoandinos, sumando esfuerzos comunitarios, académicos y de organizaciones de base en zonas piloto priorizadas, con la meta de plantar al menos 2 millones de árboles adicionales en la región antes de finalizar la temporada 2025-26.
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Actualmente tienen presencia en seis países: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, logrando sembrar más de 12 millones de árboles, restaurando más de 6.000 hectáreas con especies nativas como la Polylepis sp., clave para la regulación hídrica, captura de carbono y conservación de la biodiversidad.
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Para saber más sobre la vinculación de Colombia, PUBLIMETRO habló con José Arturo Restrepo Aristizábal, CTO de Ecotropics Colombia, socio de Acción Andina en el país.
¿Qué significa para usted ver a comunidades colombianas unirse a una iniciativa que no solo planta árboles, sino también esperanza y resiliencia en los Andes?
Cuando las organizaciones de base comunitaria están comprometidas y cada campesino cree en un futuro sostenible, es posible lograr un planeta más sano y resiliente ante los retos implacables del cambio climático.
Es muy emocionante y esperanzador ver que la iniciativa se replica y escala en todos Los Andes. Como resultado a una labor que inició desde hace siete años, con los principios de diseño incluyente, pertinencia, valor compartido, sentido de pertenencia, eficacia, eficiencia, pero lo más importante con sostenibilidad financiera. Como resultado a estos principios, hoy en día vemos que las comunidades cada vez son más conscientes de su labor como guardianes de los bosques nativos en su territorio.
¿Cómo se están integrando los saberes ancestrales y las prácticas comunitarias en las nuevas zonas piloto de Colombia, y qué enseñanzas podrían compartirnos de este proceso?
Cada proyecto de Acción Andina se ejecuta en estrecha colaboración con las comunidades rurales, aplicando los saberes ancestrales y las buenas prácticas comunitarias sobre la ecología y conectividad del paisaje. Por ejemplo, las mujeres tienen un rol protagónico en varios países, liderando procesos de establecimiento de viveros, recolección de semillas, propagación de esquejes y lo más importante la toma de decisiones en el trabajo de campo.
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Antes de llegar a las acciones concretas en Colombia, permítame contarle uno de los proyectos emblemáticos que tenemos en Bolivia, donde las Warmi Kewiñas —un grupo de mujeres que lideran viveros comunitarios de la organización Faunagua— han transformado exitosamente sus cuencas con un empoderamiento rural comunitario, nunca antes visto. Este grupo de mujeres ha demostrado que restaurar la naturaleza también trasciende la equidad de género con cifras y acciones muy positivas.
En el caso de Colombia, recién comenzamos con un piloto de la mano de la Fundación Ecotropics Colombia, socios implementadores. En este proceso estamos co-creando un corredor ecológico y conectando dos Parques Nacionales Naturales que llevan tres siglos fragmentados en el Occidente de Antioquia. Este año esperamos restaurar bosques nativos de Polylepis y llevar a cabo unos pilotos de agroforestería para asegurar la disponibilidad de agua en las cuencas.
En un país como Colombia, donde el agua de páramo es fuente vital para millones, ¿cómo visualizan el impacto a largo plazo de esta restauración sobre el acceso al agua y la adaptación al cambio climático?
El Programa Acción Andina se enfoca en la seguridad hídrica a través del manejo integrado de los recursos hídricos como marco de trabajo con diferentes grupos de interés. Aunque el paramo es vital para regular la cantidad y calidad del recurso hídrico aguas abajo, este ecosistema no trabaja solo, esta interconectado con el subpáramo donde encontramos cinturones de ericáceas y otras comunidades ecológicas de flora ensamblados con arbustos de Polylepis que se especializan en interceptar niebla y bombean agua desde y hacia los páramos; conocidos científicamente como grupos fitosociologicos.
En el siguiente gradiente altitudinal esta el Bosque Nublado Alto Andino que se encarga de filtrar agua a través de sus musgos, líquenes, epifitas y suelos entre otros. Al entender el paisaje como una unidad de síntesis, de procesos y patrones socio-ecológicos es cuando compartimos el conocimiento científico y coexistimos con los saberes ancestrales, siendo esta la visión de impacto a largo plazo hacia la sostenibilidad financiera del programa; siempre de la mano con las comunidades para que sean más resilientes a los cambios extremos del clima actual.
¿Qué papel están jugando las mujeres colombianas en esta fase inicial y cómo se proyecta su liderazgo en las etapas futuras de restauración?
Las mujeres en el Occidente de Antioquia son fundamentales porque son en gran porcentaje propietarias y co-propietarias de sus predios. Estas mujeres le dan permanencia a nuestras acciones pues no solo se crea una plusvalía al reforestar en sus fincas, sino que también se están involucrando en el diseño y la puesta en marcha de viveros comunitarios rurales, turismo de naturaleza, educación ambiental y campañas de reforestación con especies Andinas. Su liderazgo en las etapas futuras va acompañado de un componente fuerte de mentorías sobre técnicas de propagación e intercambio de saberes con otras mujeres lideres de otros países que vendrán a Colombia desde Perú, Ecuador, Argentina y Bolivia como es el caso anteriormente mencionado de las Warmi Kewiñas.

¿Qué emociones despierta en las comunidades ver cómo un árbol plantado con sus propias manos se convierte en parte de un bosque continental compartido por seis países?
El sentido de pertenencia y de valor compartido que despierta un árbol plantado con sus propias manos es quizás el monumento viviente de entregar el mundo mejor de lo que lo encontramos. El programa ha despertado el alma de la unidad andina con un sentimiento profundo de acción y convicción para alcanzar la verdadera integración latinoamericana; nos convertimos en un movimiento comunitario internacional muy poderoso y en otras regiones como África y Asia nos miran con asombro.
Con respecto a ser un bioma continental compartido, podemos decir con precisión científica, que una hectárea de bosque conservado y restaurado en los Andes tiene mayor biodiversidad por metro cuadrado que una hectárea en el Amazonas, y aunque el sistema Andes-Amazonas esta interconectado eco-hidrológicamente y es codependiente de procesos del ciclo del agua a gran escala; ambos biomas son necesarios conservarlos. Aquí queremos destacar que la prioridad actual de los gobiernos nacionales y departamentales debería ser mayor hacia el bioma Andino también por temas de densidad poblacional.
¿Qué aprendizajes de países como Perú o Bolivia han sido más inspiradores o útiles para el contexto colombiano, y cómo se han adaptado?
Ciertamente, Perú ha sido la cuna de Acción Andina, esto lo aprendimos de los ingenieros Incas, de quienes heredamos varios legados, pero principalmente por cuatro siglos habían enfrentado retos de cambio climático extremos y fueron planificando e implementando acciones que hoy en día las encuentras y las usamos todavía en nuestros paisajes. Por ejemplo, todas las obras hidráulicas y el terraceo extenso que incluso hasta el día de hoy y a pesar de varios temblores de grandes escalas que hemos soportado son estructuralmente funcionales en la actualidad. Allí, el trabajo de ECOAN en Las cuencas de Cusco y Apurímac, por ejemplo, han sido de alto impacto gracias a la siembra de especies nativas.
Por su parte, en Bolivia se han llevado a cabo acciones en los ecosistemas de Cochabamba, áreas aledañas al Parque Tunari y recientemente Tarija gracias al trabajo conjunto de la Asociación Civil Armonía, gobiernos municipales y comunidades locales y Acción Andina. Además, en este país tenemos como nuevo socio a la organización Prometa.
Un proyecto muy especial en Bolivia es el de las Warmi Kewiñas de la organización Faunagua, mujeres líderes en viveros comunitarios que, además de restaurar bosques, están transformando sus territorios mediante la siembra de Polylepis sp. nuestra especie bandera y otras especias nativas, empoderando a sus comunidades y jugando un rol clave en la regulación del agua y captura de carbono. Es importante mencionar que el Polylepis se encuentra desde Venezuela hasta Argentina cruzando por todos los países de los Andes.

¿Qué importancia tiene la vinculación de la empresa privada en este tipo de proyectos?
Todos en los Andes dependemos del buen estado de los recursos hídricos en las respectivas cuencas, es por esto que el Programa Acción Andina invita a todas las empresas que necesitan y dependen del agua para su actividad económica, así como empresas colombianas que ya son multinacionales con presencias en otros países andinos para que se conecten ya a este llamado a la acción.
El costo de oportunidad para sembrar futuro es hoy. Esperamos que Colombia sea punta de lanza para sumarse a esta causa; así como lo ha logrado con mecanismos efectivos de mercado del Carbono, los esquemas de Pagos por Servicios Ambientales para el agua, los créditos de biodiversidad y las compensaciones ambientales.