El nombre de José ‘Pepe’ Mujica se convirtió en un referente para la izquierda latinoamericana del siglo XXI. Con su muerte, a raíz de un cáncer terminal, revivieron varios episodios de su vida y su pensamiento que han marcado las últimas décadas de la historia política de la región. Una de las anécdotas fue su intento de asesinato y posterior reclusión, cuando hizo parte del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
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En vida, Mujica recordó varias veces aquel día de marzo de 1970, cuando recibió seis balazos y, sin embargo, sobrevivió. En diálogo con el medio de comunicación británico BBC Mundo, Mujica repasó relató este episodio, uno de los más cinematográficos de su vida.
Según indicó en su relato, para entonces era jefe militar de una de las columnas del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, que pretendía robarle una importante suma de dinero a un importante grupo económico de Uruguay.
Según la versión de Mujica, ese conglomerado guardaba riquezas de forma clandestina con el fin de evadir el pago de impuestos. Incluso explicó que el dinero no estaba en moneda local, sino en monedas de oro y libras esterlinas.
“Estábamos en un café con compañeros legales, que no eran clandestinos. Llegó una patrulla y ahí anduvimos a los tiros. Traté de resistir y recibí algunos balazos en el suelo a causa de los cuales perdí el bazo, me hirieron el páncreas y fui a dar a un hospital militar que estaba muy cerca”, contó Mujica en la BBC.
Según explicó, lo tuvieron que operar y el médico que realizó la intervención era un “compañero” de Mujica. Algunas versiones advierten que también era un miembro del grupo guerrillero. “Fue una desgracia con suerte”, advertía Mujica en su momento.
Los 13 años que Pepe Mujica pasó en la cárcel
Aunque había ido preso y escapado de la cárcel en un par de ocasiones, en 1972 su reclusión se hizo más larga. En total, pasó 13 años de prisión entre 1972 y 1985. Allí fue víctima de tratos crueles y torturas, según su propio testimonio.
Entre otras cosas, aseguró que durante su tiempo en prisión lo cambiaban con frecuencia de cuartel militar. No le permitieron leer ni escribir durante siete años.
“En el cuartel de Minas, cuando me sacaron de la cárcel y empezaron el peregrinaje por los cuarteles, estuve seis meses atado con alambre, esposado atrás. Tenía que pasar el día sentado en un banquito contra la puerta, en un calabozo”, relataba Mujica con su voz parsimoniosa en una entrevista con la BBC.

