El papa Francisco, fallecido el 21 de abril en el Vaticano a los 88 años, no solo pasará a la historia como un líder espiritual cercano a los más vulnerables, sino también como el pontífice que rechazó una vida de lujos y transformó el enfoque económico de la Iglesia católica.
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Durante su papado, que comenzó en marzo de 2013, Jorge Mario Bergoglio impulsó una serie de reformas para transparentar las finanzas vaticanas, desmarcándose de la tradicional imagen de riqueza ligada al cargo papal. Su estilo austero y sus decisiones personales marcaron una ruptura con las costumbres de sus predecesores.
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Sin sueldo y sin lujos: así fue la vida del papa Francisco
Contrario a lo que muchos suponen, Francisco no percibía un salario por su rol como jefe de Estado del Vaticano y líder de la Iglesia católica. En una declaración que sorprendió a más de uno, el papa afirmó en el documental Amén: Francisco responde:
“A mí no me pagan nada. Yo cuando necesito plata para comprarme zapatos, algo así, voy y la pido. Yo no tengo sueldo, y a mí eso no me preocupa porque sé también que me dan de comer gratis”.
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Este estilo de vida no fue adoptado al llegar al pontificado, sino que lo acompañó desde su tiempo como arzobispo de Buenos Aires. Vivía en un apartamento modesto, evitaba el uso de automóviles privados, cocinaba su propia comida y utilizaba el transporte público. Incluso con acceso a los recursos del Vaticano, eligió no instalarse en el Palacio Apostólico, y prefirió una residencia más sencilla dentro de la ciudad-estado.
¿De dónde provienen los recursos del Vaticano?
El Vaticano, aunque pequeño, administra un sistema financiero complejo. Su sostenimiento proviene de múltiples fuentes:
- Óbolo de San Pedro: donaciones voluntarias de católicos de todo el mundo.
- Ingresos de museos y patrimonio cultural: el Museo Vaticano es una de sus principales fuentes de ingresos.
- Rentas de bienes inmuebles y fondos de inversión manejados por la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.
- Contribuciones eclesiales: países como Estados Unidos, Alemania, Italia y Corea del Sur figuran entre los mayores aportantes.
En 2023, la Santa Sede reportó ingresos por más de 55 millones de dólares, cifra que, sin embargo, no se vio reflejada en la vida personal del papa.
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Un legado económico basado en la humildad
Francisco abogó por una Iglesia con rostro pobre y para los pobres. Durante sus años en el Vaticano, denunció repetidamente los excesos, promovió auditorías internas y buscó erradicar los privilegios económicos injustificados entre miembros del clero. Mientras algunos cardenales reciben entre 11.000 y 14.000 dólares mensuales, Francisco predicó con el ejemplo, abrazando una vida sin ostentación.
Su partida deja un legado espiritual innegable, pero también una herencia ética y económica dentro de la Iglesia que marcará a sus sucesores.
Un Papa no deja herencia personal que deba ser repartida.
A diferencia de un monarca o un presidente, el Papa no transmite bienes materiales a familiares o sucesores. Tampoco cuenta con un heredero designado. En su lugar, la elección de un nuevo Papa se lleva a cabo mediante un proceso oficial dentro del Vaticano.
¿Qué sucede con las pertenencias personales del Papa?
- Los objetos personales del Papa, como prendas, artículos y recuerdos, pueden ser donados o distribuidos según sus deseos.
- En ocasiones, estas pertenencias han sido conservadas como parte del patrimonio histórico del Vaticano.
- Algunos artículos, como vestimentas o joyas, han sido vendidos para recaudar fondos destinados a obras benéficas o al sostenimiento de la Santa Sede.
En conclusión, el Papa no deja una herencia que deba repartirse entre familiares. Su sucesión se determina mediante un proceso de elección, y sus bienes personales son administrados conforme a su voluntad o por la Santa Sede si no hay disposiciones expresas.