Jorge Eduardo Londoño está al frente del Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, desde el 29 de agosto de 2022 y su principal reto es volver a llevar a la entidad de formación, educación y capacitación al campo. Para ello se estableció CampeSENA, un proyecto con una inversión cercana a los $300 mil millones. Adicionalmente, se destinaron $45.000 millones del Fondo Emprender y se creó el Programa de Formación Especializada para la Economía Campesina (FEEC), que cuenta con recursos superiores a los 21 mil millones de pesos para contribuir a la consolidación y competitividad de las organizaciones campesinas del país.
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Londoño, que destaca que el Sena tiene más de 128 mil cupos en formación titulada, técnico laboral y formación complementaria, con una meta es llegar a 248 mil al finalizar el año, se sentó en la Silla de Gerentes de Publimetro para hablar con nuestro director, Alejandro Pino Calad, de esta apuesta del gobierno nacional:
¿Cómo va el Sena?
El Sena va bien, cambiando un poco de perspectiva y potenciando sobre todo la economía campesina y la economía popular. El Sena durante los últimos años se dedicó única y exclusivamente a formar fuerza de trabajo para la mediana y gran empresa. No es que eso esté mal, eso está bien. El problema es que olvidó la economía campesina y la economía popular. Estamos trabajando en ese tema sin pausa y sin reposo, cumpliendo el mandato del presidente Petro de que el Sena sea un Sena casi campesino, un Sena de economía popular.
Hablamos entonces de CampeSENA, ¿en qué consiste? Porque además hay un buen presupuesto ahí detrás...
Sí, muy bueno. CampeSENA es una estrategia que busca sobre todo potenciar el sector campesino, que ha sido un sector ninguneado. A todos nos fascinan los campesinos y campesinas cuando comemos, pero cuando se trata de darles plata y ahí sí se nos olvida. “Mi hija no baila con el señor”, decían los abuelos. Y ese sector está conformado por 1.600.000 familias que son dueñas y dueños de pequeños predios que generan alrededor de 3.200.000 puestos de trabajo. Y óigame bien, Alejandro, generan el 74% de lo que nosotros consumimos en nuestras mesas. Entonces nosotros lo que hicimos fue empezar a llevar formación al campesino, pero llevarla a las veredas. Hace poco entregamos alrededor de 250 motos para que nuestros instructores vayan a las veredas, no para que el campesino tenga que venir a los grandes centros del Sena, que son muy bonitos, pero el campesino no va porque no tiene dinero con qué desplazarse, con qué dormir en la ciudad donde están los centros. Entonces decidimos, y es uno de nuestros esloganes, que el Sena vuelve al campo.
Es un cambio de enfoque, entonces, para potenciar el campo colombiano...
Sí. Eso ya lo había hecho el Sena en los años 70. En los 70, el 42% de la formación que daba el Sena era para el sector campesino. Hoy no llega ni al 10% y esperamos que al término del “gobierno del cambio” tengamos por lo menos el 15 ó 16% de formación campesina.
¿Cuál es la oferta educativa que van a recibir o que están recibiendo los campesinos?
Los campesinos están recibiendo toda la oferta que está en nuestro catálogo, que tiene alrededor de 800 programas de formación, educación complementaria y educación técnica. ¿Qué es la educación complementaria? Es la que tomamos la mayoría de los que hemos tomado cursos en el Sena; esos cursos cortos y medianos. Y la educación técnica es esa que te da el el título de técnico. Este es un cambio que hicimos en esta administración de formalizar la posibilidad para que los campesinos y los integrantes de la economía popular lleguen a esos programas. Hoy cualquier campesino, cualquier campesina que únicamente sepa leer y escribir puede tomar formación complementaria y puede ser técnico a través de unos sistemas modulares en donde los campesinos, por ejemplo en el técnico de Derechos Campesinos y Ordenamiento Territorial, hacen varios módulos en uno, dos, tres o diez años, lo que quieran, y se les da el título de técnicos. Esa educación hace posible que todas estas personas puedan acceder sin tener primaria o bachillerato a estos programas del Sena, porque no les podemos exigir que lo que les ha negado el Estado, que ha sido la educación, se les exija para poder estudiar en el Sena. Pero es más, cualquier campesino, cualquier campesina, previa certificación de competencias, puede ser instructor del Sena. Ya tenemos campesinos que son instructores, por ejemplo en ordeño, en artesanías; hay indígenas wayúu que son profesoras nuestras y enseñan a tejer las mochilas, porque quién más que ellas saben cómo se hace. Entonces hemos también flexibilizado eso para que haya un diálogo de saberes: lo científico de la universidad y de los posgrados, pero también el saber que da la naturaleza, que da la vida, que da la práctica ancestral, que da la experiencia. Ese diálogo es muy importante en el Sena.
¿Cómo es esta presencia de instructores del Sena en región?
El Sena siempre ha sido una institución muy descentralizada, muy autónoma. Pienso que ahí está uno de los secretos del Sena. Tenemos 33 directores, 118 centros, más de 500 subsedes y todos ellos son autónomos, es decir, son ordenadores del gasto, tienen autonomía administrativa y financiera. Y esa descentralización ha sido muy importante porque es que desde Bogotá es muy difícil administrar este país. Yo siempre lo he dicho, que nosotros somos un elefante con cabeza de ratón. Y entonces esa mentalidad centralista, producto de la herencia de la Constitución de 1886, nos ha permeado. A pesar de que la Constitución del 91 dio posibilidades, seguimos con esa mentalidad. Colombia nace, se reproduce y muere en Bogotá. Eso es perverso. Por eso en el Sena nosotros llegamos a todas las regiones. De los 1.101 municipios que tiene el país, sólo no llegamos a dos con programas del Sena. De resto tenemos cobertura territorial en todo el ámbito nacional, entonces nuestra presencia es muy importante. Y ahora que se popularice la formación por parte de campesinos y campesinas, seguramente será mayor. Pero esto es un proceso lento. Lo importante es que se inició y ahí vamos.
Y en últimas también es una estrategia para que los jóvenes campesinos se queden en el campo...
Y ese es el gran reto, no solo para el campo colombiano, sino del mundo. Los jóvenes ya no quieren quedarse en el campo. Y en el caso colombiano pues es obvio, porque ellos vieron a sus abuelos madrugar a las 4 am, genuflexos todo el día con un azadón en la mano, labrando la tierra hasta las 5 de la tarde. Después, a los seis meses van a vender sus productos y no les pagan ni siquiera lo que invirtieron, hay insumos costosos, falta de acceso al crédito, falta de títulos, falta de mercadeo... Entonces de ahí la insistencia del presidente cuando dice: dejemos un poquito quietas las 4G y metámosle a las vías veredales. Porque los campesinos necesitan sacar sus proyectos. Eso es supervivencia, porque si ellos generan el 74% lo que nosotros comemos, pues ellos son los dueños de nuestra seguridad y soberanía alimentaria.