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“Nuestro papel es poner en crisis al Estado”: Alanis Bello

Alanis Bello: Doctore en Educación y docente de la Universidad Distrital, analiza el impacto social y cultural de las personas no binarias en Colombia, explica cómo han existido desde siempre pero fueron invisibilizadas, y por eso la importancia de su emergencia actual. “Se trata de una lucha por la existencia”, asegura

Doctore en Educación y docente de la Universidad Distrital
Alanis Bello (Helber Vargas Vargas)

Cuando se habla de autoridades académicas en el campo de los estudios de género y los estudios culturales, no sólo en Colombia sino en Latinoamérica, hay que hablar de Alanis Bello. Doctore en Educación de la Universidad de Sao Paulo y con un Master en Estudios de Género de la Universidad Nacional, la voz de Alanis es crítica ante la situación que viven las personas no binarias en Colombia, en buena medida por el abandono institucional: “El Estado no nos está brindando otra oportunidad para poder acceder a la educación, para acceder a las pensiones, incluso hasta para comprar un tiquete de avión tú tienes que demostrar que eres un hombre o una mujer. ¿Y qué pasa si en mi cédula aparece que yo tengo una NB (no binario)? ¿No me van a dejar subir al avión?”, dice en su visita a PUBLIMETRO.

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Pero no es sólo la histórica ausencia del Estado: “nos estamos enfrentando a múltiples poderes muy conservadores que intentan suprimir nuestras diferencias”, señala Alanis Bello en esta entrevista en la que cuestiona también a la academia, a los medios y plantea la necesidad de construir nuevas narrativas “para que la sociedad deje de aniquilarnos y que la sociedad deje de imponernos su normativa de que solamente hay que ser hombres y mujeres”.

¿Cómo le explicamos a un colombiano del común o una colombiana del común qué es una persona que toma la decisión de declararse no binaria?

Partiría diciendo que esto no es nuevo. Las personas no binarias siempre hemos existido y con otros nombres, lo que pasa es que siglos y siglos de violencia y de colonización y de imposición de las maneras de entender el género de manera binaria, es decir, solamente como hombres y mujeres han ido borrando las experiencias de existencia de otros cuerpos que no se enmarcan ni en lo uno ni lo otro. En muchas culturas indígenas, antes de la invasión colonial, existían personas no binarias. En distintas culturas siempre han existido. Pero yo creo que para poder explicarlo hay que partir del punto de vista de que esto no es nuevo, de que hay una larga historia y que esa larga historia está emergiendo precisamente de nuevo, porque creo que nos estamos enfrentando a múltiples poderes muy conservadores que intentan suprimir nuestras diferencias. Entonces, yo creo que para poder explicar esto de las identidades no binarias tendríamos que reconocer que no siempre hemos sido hombres y mujeres, no solamente hemos sido hombres y mujeres a lo largo de la historia, y a partir de eso implica tener que reconocer que existen otras maneras de existir y esas otras maneras de existir tiene que ver con personas que de alguna manera desistimos de esa imposición. Cuando a ti te imponen algo, por ejemplo cuando vas al colegio y te dicen que tienes que uniformizar para poder estudiar: hay personas que no les gusta utilizar ese uniforme y hay personas que rechazan el uso de sus uniformes. Y yo creo que esa idea de rechazo, de no identificarse con estas dos maneras de ser que nos han dicho que son las únicas, las naturales y las verdaderas, que es por un lado ser una mujer y por un lado ser un hombre, pues se termina convirtiendo en un problema político, en un problema de derechos humanos, en un problema de reconocimiento de la diferencia. Y las personas no binarias, podríamos decirlo grosso modo, son personas que desean existir de una forma más libre su identidad de género, de una forma más placentera. La vida que no esté amarrada solamente a la obligatoriedad de llevar el uniforme, de ser un hombre o una mujer.

Ahora, el tema es aún más complejo cuando uno lo mira desde el punto de vista legal, porque se simplifica mucho la discusión a una inclusión del lenguaje, ¿una persona no binaria cómo se pensiona, como hombre o como mujer? ¿Cómo es su acceso al sistema de salud?

Esas son las preguntas que nos hacemos desde el año pasado, que se pueden modificar los documentos para que se pueda incluir la letra NB. Porque precisamente vivimos en un estado que está pensado solamente de manera binaria. Esto no es un capricho, yo creo que esto es muy clave mencionarlo: no es simplemente un montón de personas que tienen ideas raras frente a su cuerpo, sino que esto se trata del derecho al libre desarrollo de la personalidad y se trata sobre todo de la necesidad de contar con protección estatal para poder construir un proyecto de vida libre y autónomo. Y en ese sentido, creo que en el país muchos de las obstáculos que enfrentamos para acceder a los derechos es que para poder ser reconocido como un ciudadano, tú tienes que ser un hombre o una mujer. El Estado no nos está brindando otra oportunidad para poder acceder a la educación, para acceder a las pensiones, incluso hasta para comprar un tiquete de avión tú tienes que demostrar que eres un hombre o una mujer. ¿Y qué pasa si en mi cédula aparece que yo tengo una NB? ¿No me van a dejar subir al avión? Conozco personas que no han podido ni siquiera acceder a eso, precisamente porque todo funciona de esta manera. Entonces, creo que se trata de una lucha por la existencia. Obviamente nos preocupa cómo vamos a vivir, pero aquí lo que planteamos como movimiento es una crítica cultural y política a la existencia de que no somos solamente personas, hombres y mujeres, y en este país yo creo que hay una gran deuda, porque si hay muchas personas que no se han podido afirmar como no binarias, es por cuenta de la violencia, es porque les han dicho que eso es ridículo, porque les han dicho que eso es patológico, porque les han dicho que eso es un disfraz, que eso no existe. Pero sí existimos. Y yo creo que nuestro papel es poner en crisis al Estado. Nuestro papel es poner en crisis a un Estado que no solo lo ha hecho con las personas no binarias, lo ha hecho con los indígenas, lo ha hecho con las poblaciones afro, lo ha hecho con todas las personas que no ocupan un lugar hegemónico en este país. Entonces creo que retamos esa idea de qué es lo que el Estado entiende por ciudadanía.

Las reivindicaciones que se han dado para la población LGBTIQ+ en los últimos 20 años no han venido del Gobierno, no han venido del Congreso, ¿cómo podemos lograr esa transformación institucional para que llegue la verdadera protección y que no sea una protección reactiva?

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Yo no tengo fe en el Estado. Me parece que el Estado solamente es un lugar de acción, un campo de disputa en el que es importante dar ciertas discusiones, pero no hay que poner todas las fichas en el Estado, a pesar de que es importante. Sí me parece importante generar un cambio cultural frente a las existencias de las personas LGBTIQ+ trans no binarias en un plano cultural. Porque existimos en la medida en que somos narrados de manera constante a través de los medios de comunicación, a través de los libros, a través de la educación. Ese tipo de situaciones construyen la realidad. Siento que el poder, el poder de existencia, lo tenemos que construir de manera cotidiana generando nuestras propias representaciones. Pero tú no encuentras una novela de RCN o Caracol donde salga el personaje no binarie a hablar sobre su vida y sus amores y la forma en que construye su familia, su vida. Precisamente porque nuestra lucha está en la representación y yo creo que necesitamos construir representaciones de que nuestras vidas son posibles, de que nuestras vidas son dignas, de que tenemos la posibilidad de tener los mismos derechos de otras personas. Y creo que ese ese efecto de la representación puede lograr transformar otras cosas. Pero las leyes solas por sí mismas no van a cambiar nada. A pesar de que existe ahora el cambio en la cédula, las personas no creen que eso sea posible porque siguen mal generalizando. No te tratan por tus artículos, por tus pronombres. En el sistema educativo los baños siguen funcionando de la misma forma: binarios. Creo que en ese sentido sí estoy de acuerdo en la construcción de contrainformación muy importante, muy al estilo de la guerrilla comunicativa, de crear oportunidades para narrarnos a nosotres mismes. Y creo que ese es el papel más importante para transformar. Realmente a mí no me interesa que el Estado nos incluya. O sea, no es mi lucha, mi lucha no es que el Estado nos abre un espacio para después domesticarnos. Mi lucha es para que la sociedad deje de aniquilarnos y que la sociedad deje de imponernos su normativa de que solamente hay que ser hombres y mujeres.

Si bien seguimos en una sociedad construida históricamente desde la ortodoxia, el catolicismo, el centralismo, el racismo, etcétera, se han logrado abrir unos espacios. ¿Qué habría que hacer para una mayor apertura?

No se trata de que nos toleren y que nos incluyan. Yo creo que se trata efectivamente de hacer un cambio cultural para todas las personas, porque créeme que las personas no binarias no somos las únicas que enfrentamos la violencia de una sociedad que impone roles de géneros binarios. Todos y todas enfrentamos esa violencia porque haz de cuenta que es como una camisa de fuerza en la que a ti te imponen que ser un hombre es de determinada manera. Tú te tienes que comportar de determinadas formas. Seguir unas órdenes es un mandato de masculinidad. Y ser mujer es lo mismo, tienes que comportarte de determinada manera; te van a matar por ser mujer. Es decir, esos papeles obligatorios no es algo que solamente afecte a las personas no binarias y por eso es que la experiencia no binaria para mí es una experiencia universal. Yo no estoy hablando solamente en nombre de las personas no binarias, estoy hablando de que como humanidad podríamos ser mejores, más hermosos y más hermosas y más hermoses, más libres, si no tuviéramos que lidiar con esa estructura de violencia y de poder que nos exige tener que cumplir con esos papeles obligatorios que lo único que han generado es catástrofe, violencia, la destrucción del planeta. Renunciar es un valor muy lindo. ¿Renunciar a qué? A esos papeles obligatorios. Y las personas no binarias de alguna manera renunciamos a eso. Renunciamos a no tener que cumplir con esos guiones obligatorios de lo que esta sociedad nos dice. Lo que yo sí veo es una gran amargura y un gran daño que tienen muchas personas cisgénero binarias heteronormativas, porque sienten mucha envidia de que ellas no pueden ser libres, de que les da miedo, de que ellas tienen que renunciar a la libertad interior para poder ajustarse a las normas, para ser aceptadas. Por eso es que yo no creo que las personas no binarias queramos ser aceptadas dentro de las normas que nos impone la sociedad para ser aceptables. Creo que lo que queremos es renunciar a eso, renunciar a tener que cumplir con esas normas obligatorias y por eso muy seguramente matan tantas personas trans en este país, por eso es que se intentan prohibir las experiencias trans. En Colombia hay dos proyectos de ley que buscan prohibir las terapias de hormonas. ¿Por qué lo hacen? ¿Será que no hay problemas más apremiantes en Colombia? No hay pobreza, no hay racismo, no hay violencia, no hay conflicto armado. ¿Qué carajos tiene que estar metiéndose en la vida personal de un niño y una niña sin garantizar esas condiciones? Entonces yo sí creo que acá hay una envidia, hay un remordimiento, hay mucha rabia internalizada hacia las personas trans y no binarias, porque de alguna manera esta sociedad le tiene miedo a ser libre y ver a una persona trans y no binaria es una libertad que no pueden tolerar.

El miedo siempre es el primer paso hacia el lado oscuro...

Y tenemos que hacer un psicoanálisis como sociedad, porque eso que tanto odiamos es tal vez lo que más ocultamos de nosotros mismos.

Usted es una autoridad académica, doctore, docente, con múltiples publicaciones; ¿la academia en Colombia sí está permitiendo que se generen estas discusiones o se generan simplemente en el nicho de estudios de género y de estudios culturales?

La academia es un lugar de tradicionalista, es un lugar patriarcal, es un lugar racista, es un lugar capacitista, es un lugar transfóbico y yo creo que las personas trans y no binarias hemos sido convertidas en objetos de estudio. Nosotras no hemos tenido la oportunidad de narrarnos a nosotras mismas precisamente porque se nos ha despojado de la autoridad de narrar nuestras propias existencias. Siempre somos narradas por medio de la voz de otros, de la voz del psiquiatra, de la voz del médico, de la voz, del pedagogo, de la voz del juez. Porque se piensa que nuestras vidas no son lo suficientemente valiosas como para afirmar lo que decimos. Entonces, si yo digo que soy una persona no binaria, si soy una persona trans, de inmediato van a decir: “No, usted está mal de la cabeza, usted está diciendo que es una cosa que no es”. Se nos desautoriza. Así que explíqueme por qué se nos priva de la capacidad de interpretarnos a nosotros mismos. Es como si yo le dijera a un hombre heterosexual: usted no es un hombre heterosexual. Y esa persona me va a decir: ¿cómo así? No, eso no le pasa a las personas cisgénero, que todo el tiempo estén dudando sobre ellas. Entonces, las personas trans y no binarias somos como sujetos pedagógicos andantes. Todo el tiempo estamos explicándole a las personas por qué existimos, cómo existimos, quiénes somos. Y esto es desgastante porque otras personas no tienen que hacer esto todo el tiempo. Nuestras existencias están siendo cuestionadas y eso es una injusticia, es totalmente injusto y la academia de alguna manera pues no ha contribuido a hacerle justicia a nuestras existencias. Yo creo que existen dos modos en que opera la academia: uno por medio de la patologización. Los estudios académicos han contribuido a crear nuestras existencias como patológicas, a negar nuestras existencias. Y dos, cuando no la niegan o lo patologizan, se aprovechan de nuestras existencias y nos convierten en un fetiche académico. Entonces llega el antropólogo, llega el sociólogo, llega el periodista, llega todo el mundo a querer sacar un poquito de nuestra existencia, pero nosotros no nos quedamos con nada de eso. Ahí hay un asunto de irresponsabilidad frente al conocimiento que se produce. Yo creo que si hay que hacer un llamado a la academia, tiene que ser un llamado a la responsabilidad con el conocimiento y sobre todo a asumir partido. Aquí no vale neutralidad y objetividad cuando nos están matando y nos están negando los derechos y hoy están cursando en el Congreso proyectos de ley que buscan prohibir nuestras existencias. ¿Entonces, de qué lado está la academia? ¿De qué lado están los medios de comunicación? Aquí no se puede tener tintas medias en este debate.

Como una persona no binaria visible precisamente en el mundo académico, ¿se siente responsabilidad o presión? ¿Hay una carga sobre usted

Es muy curioso, porque cuando tú perteneces a un grupo oprimido, tú no tienes una subjetividad individual y pareciera que tuvieras que representar un colectivo. Y eso no es cierto. Somos muy diferentes. Las personas no binarias no somos homogéneas, así como no son las personas afro, así como no son los indígenas, así como no lo son nadie. Yo creo que somos personas tan singulares como cualquier otra y a mí no me gusta pensarnos como comunidad, me gusta pensarnos más como un movimiento, como un movimiento de márgenes, un movimiento de transgresiones que estamos tratando de imaginar otras maneras de vivir el mundo. Es como si tú estuvieras mirando al firmamento y te dijeran que solamente puedes mirar dos estrellas. Y en el firmamento hay mucho más. Hay cometas, hay soles, hay lunas. Hay tantas cosas que nos estamos perdiendo precisamente porque nos han dicho que solamente tenemos que vivir mirando esas dos estrellas. Entonces creo que nuestro papel, siendo muy pachamámica, tiene que ver con crear, conectar con otros mundos como históricamente lo han hecho los cuerpos trans y no binarios. En muchas culturas indígenas, las personas trans y no binarias son mediadoras de mundos, viven entre mundos y siempre han alumbrado la posibilidad de conectarnos con eso profundo que queremos ocultar para engendrar otras maneras de existir. Y yo creo que si viviéramos en un mundo menos binario, menos jerárquico, menos patriarcal, seríamos capaces de engendrar tal vez una humanidad más bella.

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