El cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo emérito de Bogotá, falleció a la edad de 91 años. De acuerdo al comunicado emitido por la Conferencia Episcopal de Colombia, de la que el cardenal fuera presidente en tres ocasiones, el deceso se dio en la residencia del religioso ubicada en la capital colombiana.
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Durante casi siete décadas de vida sacerdotal, el cardenal Rubiano Sáenz desempeñó un papel crucial en la vida religiosa y social del país. Además de su servicio como presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia en tres períodos distintos, fue elevado a la dignidad de Cardenal Diácono de la Iglesia Católica Universal en 2001, bajo el pontificado del papa Juan Pablo II.
Su compromiso con los más vulnerables se reflejó en su labor como vicepresidente de la Comisión Católica Internacional de Migraciones y Refugiados en Ginebra, desde 1983 hasta 1989. Su preocupación por la paz y la reconciliación en Colombia lo llevó a fundar la Comisión de Conciliación Nacional en 1995, con el propósito de buscar soluciones políticas al conflicto armado colombiano y promover el diálogo entre diferentes sectores de la sociedad.
Quién era Pedro Rubiano Sáenz y qué hizo
De acuerdo a la información compartida por la Conferencia Episcopal de Colombia, el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, nacido en Cartago en 1932, fue una figura influyente en la Iglesia Católica de Colombia durante décadas. Después de una educación sólida en instituciones religiosas y académicas, se dedicó a servir a la comunidad como sacerdote. Su carrera ascendió rápidamente, pasando de ser vicario y capellán a ocupar roles de liderazgo más prominentes, como Obispo de Cúcuta y luego Arzobispo de Cali y posteriormente de Bogotá.
Durante su tiempo como líder religioso, el Cardenal Rubiano Sáenz se destacó por su compromiso con la justicia social y la reconciliación nacional en un momento crucial de la historia de Colombia. Su labor como fundador de la Comisión de Conciliación Nacional en 1995 es un testimonio de su compromiso con la búsqueda de soluciones pacíficas para los conflictos internos del país.
En 2001, su dedicación y servicio a la Iglesia fueron reconocidos cuando fue elevado a la dignidad de Cardenal por el Papa Juan Pablo II. Continuó sirviendo a la comunidad católica y a la sociedad en general hasta su retiro del cargo pastoral en 2010.