Desde Ciénaga de Oro, Córdoba, ciudad natal del presidente Gustavo Petro, el primer mandatario entregó 1.641 hectáreas pertenecientes a la Sociedad de Activos Especiales – SAE, a más de 200 familias campesinas con el fin de impulsar la producción agrícola y ganadera en la región. Algunas de estas tierras como una hacienda llamada Las Mercedes, fue incautada al Clan del Golfo; una finca denominada Mochalito que perteneció al exnarco Luis Hernando Gómez, alias Rasguño.
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Según una investigación de El País de España, la Agencia Nacional de Tierras (ANT), ha dicho que han formalizado más de un millón de hectáreas rurales en los meses que lleva el Gobierno. Sin embargo, una misma revisión de funcionarios de la entidad, solo se han formalizado menos de 200.000. “EL PAÍS conoció en exclusiva un informe interno de la oficina de inspección de gestión de tierras de la propia ANT, que revela que del millón de hectáreas reportadas como formalizadas en el Gobierno actual, más de 600.000 son de Gobiernos anteriores y cerca de 250.000 no tienen fecha exacta”, indicó el destacado medio.
‘Narcos’ tendrían beneficios jurídicos, ¿por qué? La Ley de Reconciliación que propuso Petro
Durante la entrega de hectáreas, el jefe de Estado anunció la iniciativa de la ‘Ley de reconciliación’, donde narcotraficantes tienen cabida para obtener beneficios jurídicos a cambio de que paren el desplazamiento y la violencia.
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“A esos narcotraficantes les decimos que hay otro camino, que a pesar de los insultos que recibo todo el día y todos los días, en donde me llaman loco, en donde creen que soy un corrupto como ellos, yo les digo: ‘¡No!’ También los narcotraficantes tienen aquí un camino”, sostuvo el presidente Petro.
Y agregó que “Se hará una ley de la reconciliación nacional para que todos aquellos y aquellas que hayan sido incursos en la ilicitud, en la violencia, puedan tener un camino y un vivir en esta Nación colombiana, una vez se deje de la mente, del cerebro, la idea de matar al compatriota, la idea de quitar y despojar al compatriota humilde”.
Finalmente el presidente terminó diciendo que su Gobierno “va a hablar, pero ese hablar no consiste en arrodillarse, en dejarse cooptar, en prácticamente ponerse a temblar porque le ofrecen un vaso de whisky con hielo en un club privado muy famoso. Este Gobierno va a hablar”.