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‘Dieguito’, el pequeño que ayudó a científicos a registrar primer nacimiento de arpía menor, en Córdoba

Hay esperanza en los jóvenes ambientalistas de las comunidades que cambiaron las armas de caza por los binoculares para el avistamiento.

El pequeño 'Dieguito' ayuda a proteger nido de aguíla arpía menor en Colombia.
SOC - Sociedad Ornitológica de Córdoba El pequeño 'Dieguito' ayuda a proteger nido de aguíla arpía menor en Colombia.

Científicos de la Sociedad Ornitológica de Córdoba (SOC) en medio de sus labores de concientización hacia el cuidado de las aves desde 2021 se encontraron con el pequeño Diego Andrés Polo Martínez a quien llaman ‘Dieguito’, un joven que después de cazar aves con un arma hechiza, que lanzaba canicas de cristal, ahora protege sus nidos con la ayuda de sus binoculares, en zona rural del municipio de Tierralta.

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Con la ayuda de ‘Dieguito’ y su familia la SOC pudo registrar el primer nacimiento de un polluelo de una especie de águila muy rara, que es conocida como águila crestada o arpía menor (Morphnus guianensis). Su ubicación está en el Alto Sinú, donde queda el Parque Nacional Paramillo, en su zona de amortiguación. Allí, en 2021, se halló el primer nido registrado en Colombia. “Estudiar este tipo de aves rapaces es muy complicado, si no se tiene el lugar a donde ellas lleguen, por eso hallar el nido es vital, porque del resto vuelan espacios inabarcarcables”, dijo a PUBLIMETRO Hugo Alejandro Herrera, el presidente de la Sociedad Ornitológica de Córdoba.

Esta especie esquiva para los observadores no es tan menor o pequeña, como dice su nombre, realmente es de gran tamaño. Mide más de ochenta centímetros de altura y la envergadura de sus alas extendidas tendría un metro setenta. “Es un animal muy impresionante, además muy bello. Muestra su poder y esa mirada profunda. Todavía guarda ese comportamiento de ser libre, como amo de los bosques. Realmente es un símbolo”, resalta Hugo. Es la segunda águila más poderosa, en fuerza y tamaño del continente americano, incluso comparada con la arpía común, según los expertos.

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Inmensidad de la reserva del Paramillo.
SOC Inmensidad de la reserva del Paramillo donde anidan estas aves.

“Es muy rara. Se calcula que por cada diez arpías, solamente hay una sola águila crestada”, detalló Hugo.

Esto se debe a que está águila tiene una distribución muy amplia en Latinoamérica, que va desde el sur de México hasta el norte de Argentina, pero aun así, sus ejemplares son escasos, porque la forma en que crían a sus huevos y polluelos, se da cada dos años y en estrictas condiciones de aislamiento, sobre todo del ser humano.

Incluso, el proceso de crianza de la menor, por muchos factores, puede salir mal, porque se requieren de bosques conservados, que provean de alimento a estas depredadoras, ya que su dieta incluye mamíferos de gran tamaño como monos, osos perezosos, aves grandes, como pavas, entre otros. “Nosotros cazábamos a las aves porque no conocíamos y pensábamos que se iban a llevar las gallinas, pero al conocer su comportamiento, todo cambió para nuestra familia”, contó ‘Dieguito’ en diálogo con este medio.

Tras hallar el nido, los expertos estudiaron cuál era la relación con su pareja, cómo es la conquista, el periodo de apareamiento, de qué se alimentan, cuál es su dieta principal. Además de analizar los tiempos en sus procesos de nacimiento, que nunca antes se habían registrado en el país. Por ejemplo, detallaron que el polluelo demora un año y medio para ser capaz de volar y cazar por sí mismo. “Nosotros intentamos cazarla varias veces, pero el mismo Dios no quiso que la matáramos y hoy no me lo hubiera perdonado”, lamentó ‘Dieguito’.

Actualmente, hay un nido reportado en Panamá, otros dos nidos en Brasil y uno en Venezuela. “Por eso nos sentimos muy orgullosos de haber sido bendecidos por haber encontrado esta especie en nuestro departamento”, destacó Hugo.

Conociendo a ‘Dieguito’

La SOC comenzó un trabajo de concientización con las comunidades, no sólo para la protección de esta especie sino para proteger el bosque donde vive. “Sin ese bosque esta ave es incapaz de sobrevivir porque depende de él”, recalca Hugo.

La casualidad, unió a estos investigadores con el hallazgo de esta ave, cuando en sus expediciones al Alto Sinú y a lugares a dónde antes no se podía debido al conflicto armado y las dificultades del viaje se aliaron de la mano con las comunidades y con una ONG de Medellín denominada “Proyecto Grandes Rapaces de Colombia”, para poder identificar las aves rapaces en Córdoba, donde no se habían reportado nidos de aves, porque no se habían buscado.

A Tierralta llevaron una actividad llamada “Cine Arpía”, donde incluso con crispetas y un videobeam con pilas, hablan con los habitantes para preguntar por estas águilas. También les mostraron unos afiches con las seis águilas que estaban buscando. Fue así como ‘Dieguito’, su abuelo y su tío la reconocieron. “Ellos se preguntaron: ¿Esta no es el ave que está allá en la finca que no pudimos matar? Y nosotros quedamos fríos. “Una que íbamos a matar porque de pronto se nos lleva las gallinas”, de pronto, no es que pase y allí está nuestra labor de educar. Nos hicimos amigos de este niño y de su familia y les propusimos ir a buscar esta águila”.

El equipo tras tres días de travesía halló el nido a finales de 2021, en la copa de un enorme árbol tipo bonga a treinta metros de altura. “Nosotros rastreamos al águila en este árbol a través de los huesos y los restos que dejan de sus presas en el suelo. De esta forma podemos ver si el nido está activo”, explica ‘Dieguito’.

Fue así como los investigadores se dieron a la tarea de trepar el árbol para ubicar tres cámaras trampa en el nido. Durante varios meses de monitoreo conocieron el proceso de conquista y apareamiento de estas aves. En febrero de 2022 ‘Dieguito’ en sus observaciones dio la noticia del huevo que empezó a empollar una hembra de esta especie de águila menor.

Un temporal amenazó al nido donde lloró el niño y el águila

Sin embargo, llegó la fatalidad. ‘Dieguito’ y su familia contemplaron con tristeza cómo a veces la naturaleza actúa y es selectiva con sus criaturas. En 2022, Colombia vivió uno de los inviernos más intensos en los últimos años y esto repercutió en los bosques del Paramillo, así como en el frágil nido de este águila. “Con las fuertes lluvias, el macho no le podía traer comida todos los días a la hembra, porque no podía cazar y ese huevo después de los 45 días se perdió, tristemente, por los procesos de humedad en la zona. Es cómo perder todo un año de expectativa para nosotros como científicos y para estas aves como padres”, agregó Hugo.

Para ‘Dieguito’ y su familia la pérdida del huevo y de ese polluelo que tanto esperaban fue dolorosa. “Nos sentimos muy tristes al ver que al águila se le dañó ese huevo, por tanto trabajo que pasó el papá para buscarle comida a la hembra y ver a esa águila 40 días sobre ese huevo. Todo ese proceso se dañó a causa del agua y fue un dolor muy grande”.

Tras la pérdida del huevo, estas aves lo consumen y se van de ese nido en busca de nuevo hogar y no regresan más. “Nosotros rezamos todo el año pasado para saber qué pasaría con ellos y cuándo lo volveríamos a ver”, indicó Hugo.

Un nuevo renacer

Los meses pasaron y en enero de este año, de nuevo la familia de ‘Dieguito’ y su abuelo avisaron que volvieron a ver a las águilas. “Tienen un árbol y están haciendo nido”, afirmaron para la felicidad del equipo de la SOC.

Los especialistas esta vez tuvieron que hacer sus observaciones desde otro árbol, porque no pudieron sembrar las cámaras trampa en esta zona, debido a que las águilas ya se habían asentado en el nido. A principios de febrero se dio el milagro y pusieron el huevo, que pudo ser mejor empollado por el tiempo seco y en 45 días, finalmente nació el primer polluelo registrado de esta ave en Colombia. “El polluelo es muy lindo, todito blanco, nos llena de alegría que este huevo sí pudo estudiarse”, celebró ‘Dieguito’.

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Actualmente, la Sociedad Ornitológica de Córdoba espera poder adquirir los predios donde se encuentra el nido de esta águila, para garantizar su protección en el futuro. En la zona todavía hay cazadores furtivos y el bosque está siendo deforestado lo que amenaza su hábitat. “Toda esta información que publicaremos es nueva, por ser el primer pichón de águila arpía menor, registrado en la historia de Colombia, así que gana la ciencia, pero no todo es color de rosa, porque todavía nos falta mucho para poder conservarla”, concluyó Hugo.

La cifra: El ave mide ochenta centímetros de altura y la envergadura de sus alas extendidas tendrían un metro setenta centímetros.

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