Con gafas de realidad virtual que ‘sacan’ a los pacientes pediátricos del ambiente hospitalario, para trasladarlos a escenarios de juego, la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV) trabaja para controlar los nervios que producen en los niños las salas de cirugía y los momentos previos a la inducción anestésica.
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“En muchos casos los pacientes, incluso entrando con sus padres, sienten un gran temor; sin embargo, con las gafas disminuyen la ansiedad de lo desconocido”, asegura María Constanza Basto, médica anestesióloga cardiovascular de la FCV, sobre esta estrategia que se puede implementar en niños a partir de los cuatro años.
Este procedimiento inicialmente se usó con pacientes menores que no necesitaban de una cirugía, sino que requerían de sedación para realizarles diversos diagnósticos. Sin embargo, se identificó que también podría tener efectos positivos en esta área y el postoperatorio. “Es importante que los niños no solamente tengan una buena experiencia durante la entrada a cirugía, sino que disminuyan las pesadillas nocturnas que pueden presentarse después, el miedo de volver a un procedimiento, el miedo de volver al médico y el miedo que le genere un hospital”, señala la especialista.
¿Cómo funciona?
Mientras los niños y niñas son preparados para ingresar a la sala de cirugía, los pacientes están inmersos en imágenes de realidad virtual que los tranquiliza y desconecta de lo que les rodea. “Les ponemos las gafas con un vídeo -que usualmente es de un fondo marino- y como es realidad aumentada, el niño se siente como si estuviera buceando, viendo los peces, los corales y todo lo que puede pasar en el fondo del mar”, explica la anestesióloga Basto.
Hasta la fecha, un poco más de diez pacientes en esta área han participado de esta técnica y los resultados han sido exitosos, dice la FCV. De hecho, están considerando trabajar también con esta metodología en el Hospital Internacional de Colombia y usarlo en otros procedimientos menores como, por ejemplo, retiro de puntos en pacientes pediátricos.
Zoe, 8 años: una de las pacientes que han visto el fondo del mar
Durante sus primeros 8 años de vida viviendo en Barrancabermeja, Santander, Zoe Alejandra Florian Lizarazo pudo correr, jugar y desarrollar sus actividades como cualquier niña sana de su edad. Sin embargo, de forma inesperada su respiración comenzó a fallar, sentía fuertes ‘picadas’ en el pecho y hasta se le dificultaba simplemente moverse.
Al llevarla ante los médicos para conocer su diagnóstico, le detectaron una malformación en las arterias coronarias del lado izquierdo del corazón conocida como Alcapa. La corrección de esta enfermedad solo tenía una solución: cirugía.
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“Cuando nos dijeron sobre la enfermedad, los médicos me enfatizaron en que era urgente operar porque esto podía provocarle muerte súbita. Me tocó viajar de emergencia a Bucaramanga y en la Fundación Cardiovascular la atendieron y operaron”, recuerda Mayra Alejandra Lizarazo, madre de Zoe.
El procedimiento con ella, que tardó cerca de seis horas, incluyó la técnica con gafas de realidad aumentada y el resultado antes y después de la cirugía fue todo un éxito. “Me pareció muy buena esta estrategia. Ella es una niña muy nerviosa y ese día iba relajada después de que le pusieron las gafas, la entraron en la camilla y no se dio cuenta de que la estaban anestesiando y de lo que había alrededor. Solo me dijo “chao mami” y cuando se despertó me dijo que no se acordaba de nada”, cuenta Lizarazo.
En este momento, Zoe se recupera en su ciudad de origen de su intervención quirúrgica y tanto ella, como su mamá, no olvidan esta experiencia. “Nos atendieron excelente, los médicos, las enfermeras, todo muy bien, la niña estuvo muy contenta y nos trataron muy bonito. Estamos muy agradecidas por todo”.