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La liberación de una tortuga gigante laúd por pescadores wayuu: esperanza para una especie amenazada

Para Corpoguajira este rescate realizado en Puerto López, La Guajira, constituye un cambio importante en la conciencia de estas comunidades.

Este esfuerzo diferencial en esta zona de pesca se registró en la alta Guajira, en las playas del corregimiento de Puerto López (Uribia), según registró Vicente Fernández Morales, quien estuvo liderando la liberación de esta especie amenazada, “durante la jornada nos dimos cuenta que la tortuga estaba atrapada en las redes, intentamos subirla entre cuatro personas a la lancha y no pudimos, debido al peso y porque se rompieron los trasmallos; por eso la llevamos hasta la orilla para poder desenredarla y regresarla al mar”.

Adicionalmente indicó que en la liberación participaron alrededor de quince pescadores y habitantes de zona.

“Las personas deben tomar conciencia porque este es un animal que se encuentra en peligro de extinción. Apoyamos las labores de Corpoguajira para la conservación de las tortugas. Yo, en particular me sentí complacido y feliz”, añadió.

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Calcular la edad de la gigante atrapa en la red es difícil de estimar. De acuerdo a la WWF World Wildlife Fund Inc. los estudios han demostrado que las tortugas marinas viven mucho tiempo (algunas pueden vivir hasta 50 años o más) y tienen vidas similares a las de los humanos. La mayoría de las tortugas marinas tardan décadas en madurar (entre 20 y 30 años) y permanecen activamente reproductivas durante otros 10 años.

La tortuga canal o laúd (Dermochelys coriacea), es la mayor de todas las tortugas marinas, puede alcanzar una longitud de 2,3 metros y un peso de más de 600 kilogramos.

¿Cómo se vive de la pesca en Puerto López?

Puerto López es un corregimiento del departamento de La Guajira, jurisdicción de Uribia, ubicado en la Alta Guajira, en frontera con Venezuela. Está situado al noreste de Punta Gorda. Más arriba del Cerro de la Teta y los cerros de Wososopo en la zona de la Flor de La Guajira. Colinda al fondo con la Serranía de La Macuira, extremo norte del departamento. Allí habitan 45 comunidades wayuu. Puerto López es el corregimiento de la zona que condensa un mayor número de estas comunidades.

Las casas están diseminadas en un terreno desértico detrás de las ruinas del viejo puerto que está frente al caño donde se ubican los pescadores para salir a las faenas de pesca. El vallenato de Rafael Escalona lo inmortalizó con el verso de vallenato “el Almirante Padilla, llegó a puerto López y lo dejó arruinado”. Alrededor de mil personas conviven en la zona, entre comunidades wayuu y arijunas en unas 100 residencias. Muchas de las casas están hechas de material y demarcadas con cactus como cerramientos. Otras poseen cerramientos tipo granja de madera. Desde Uribia son entre cinco a seis horas de viaje en camión, camioneta o campero por trochas sin pavimentar y caminos de herradura. La vía está en muy malas condiciones por eso se hace arduo llegar allí y están aislados del mundo. Existe otra ruta por Venezuela, por la carretera negra con la se llega en tres horas, pero los carros y los ocupantes requieren los papeles de permiso para transitar en el vecino país.

“Desde mi niñez soy pescador gracias Dios. Hemos vivido de la pesca. Eso era un pueblo, que lo habitaron por mucho tiempo y eso cayó. La pesca en Puerto López depende de la marea cuando está llena el caño uno sale porque ya el caño también se está anegando y a veces uno queda varado en la orilla y tiene que esperar a que quede alto, en tres cuartos de marea y uno no sale a perder siempre sale es ganar, porque es una buena zona de pesca. Acá abunda mucho el pescado por la serranía porque ella da mucha calma y permite que los peces lleguen a orillarse”, explica el pescador Jerónimo Pushaina, de 46 años.

Los pescadores de la zona hacen sus faenas en pequeños botes y lanchas que fondean a la orilla del caño, lo producido siempre lo venden en su totalidad, porque al no contar con energía eléctrica el pescado se pierde. Allí mismo en la playa los empacan en neveras que preserva el producto en hielo en seco y que se llevan de inmediato los compradores locales.

“Si ya el caño está lleno a las 10 de la mañana salimos a pescar y a veces uno tiene que salvar y si le toca anclar más adelante, ancla para esperar hasta las 4 de la tarde para buscar el zumbido del pescado, para echarle las redes al mar, el llanto de los pescados porque ellos empiezan a traquear a esa hora de 3 a 4 de la tarde”, detalla Pushaina.

Lo que sobra es cocinado en un fogón improvisado armado con ladrillos y leña junto a la playa, allí comen en comunidad los pescadores de la zona. Pescan con diversos métodos, anzuelo, pesca a pulmón bajo el agua para poder atrapar langostas en los arrecifes de coral cerca a la costa y grandes peces con arpón como pargos rojos y meros gigantes.

“Los más viejos salen a pescar con arpón y pescan con lentes agarran meros gigantes de 100 y 80 kilos. Pargos cebados los sacan de la piedra, porque esos no los agarran los chichorros sino que tienen que ser con palambre, anzuelíao sino chuziaó desde abajo. Ellos se meten y con los lentes se ven y escogen el pescado más grande. Sacan la langosta que también tiene su tiempo. La cogen desde agosto hasta octubre”, indica Jerónimo.

A diario los pescadores se ven en la playa preparando sus anzuelos y redes para la faena de pesca de las 6 a.m. Dicen que durante tres meses cuando los vientos comienzan a soplar en mayo, junio y julio es imposible pescar. No se pesca nada en esa época del año y son muy duros esos momentos para los pescadores que se tienen que dedicar a otros oficios como la construcciones o migrar a otras ciudades para poder sobrevivir.

“Viene la temporada del verano, que va de mayo hasta agosto, que a partir de agosto se aproxima el invierno. Mayo, junio y julio son tres meses duros que uno sale y sale es a perder. Los gastos, la gasolina, el hielo y uno busca y nada. Puros mareones y a veces se embotan las redes”, lamenta el pescador.

El apoyo del estado u otras organizaciones es casi que nulo en Puerto López. No hay agua potable, ni energía. Solo cuentan con la señal de Claro, por antena terrestre, que les permite estar comunicados vía celular.

Cabe señalar que, según Corpoguajira, las poblaciones de tortugas marinas que frecuentan el departamento sufren de persecución debido al consumo de su carne y la alteración de sus hábitats de alimentación y anidación, los cuales se ven afectados por la degradación de la calidad de las aguas y sedimentos, prácticas destructivas de pesca, hélices de embarcaciones, obras de infraestructura costera, huracanes, invasión de especies exóticas, entre otros factores.

“Este mar donde estamos es con que se ancla el Atlántico y eso es un chorro de marea que eso no lo para nadie. Es muy profundo el mar aquí. ¿Por qué no pescan en el otro lado de la bahía? Porque es demasiado profundo porque son cincuenta, cuarenta brazadas de agua, que son como cien metros para abajo”, recalcó Jerónimo.

Por su parte, Samuel Lanao, director de Corpoguajira destacó y agradeció a los pescadores por esta acción, “hacemos un gran reconocimiento a este grupo de personas, los cuales se convierten en un gran ejemplo de conservación de nuestra fauna silvestre, en verdaderos guardianes y en una muestra más de los trabajos de sensibilización que realizamos con las comunidades para la protección de esta importante especie”.

Familias que vendían carne tortuga piden reconversión económica

Por su parte, más de 40 familias de los municipios de Maicao, Riohacha, Uribia y Barrancas que se dedicaban a la venta de comida de mar, en especial a la de tortuga, decidieron convertirse en cuidadores y principales protectores del medio ambiente.

Fue así como crearon la asociación de vendedores de Mar de La Guajira -Vencomar-, la cual nace como una estrategia para la preservación de la fauna marina en especial la tortuga de mar, estableciendo programas orientados a educación ambiental desde el cuidado de la fauna, y fomentando soluciones amigables para el aprovechamiento de los recursos naturales renovables.

Los asociados, son personas que antiguamente se dedicaban al expendio de este reptil, que culturalmente se consume en el departamento peninsular, pero reconocieron la importancia y la necesidad de la preservación de esta especie.

Estas familias realizan un llamado a los entes departamentales y municipales, como es la máxima autoridad ambiental de La Guajira; CorpoGuajira y al grupo de protección Ambiental de la Policía Nacional, para que ya no continúen siendo estigmatizados como traficantes y delincuentes, sino que por el contrario se genere la oportunidad de procesos de reconversión económica.

Por lo anterior piden acompañamiento en formación y capacitaciones, para generar propuestas que ayuden a cambiar la concepción del guajiro de “comer tortuga” y unir a las personas por un cambio real, con un proceso transparente para que todos sean los garantes y preservadores de esa especie.

Las cifras

La tortuga laúd pesó 150 kilos y se requirió de 15 hombres para cargarla.

Esta especie puede alcanzar una longitud de 2,3 metros y un peso de más de 600 kilogramos.

40 familias que vivían del consumo de carne de tortuga piden al gobierno nacional apoyo para su reconversión económica.

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