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Mujeres excombatientes: voces de paz

Aún hay anhelos en las mujeres colombianas que han vivido en carne propia de manera desproporcionada este flagelo de la guerra. Esto les ha pasado luego de reincorporarse.

Victoria Sandino

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Después de 5 años de reincorporación, la falta de garantías, la violencia y el acceso de algunos recursos para empezar una vida sin armas son los retos y el día a día de varias mujeres excombatientes, que buscan que se cumpla lo pactado en el Acuerdo de Paz. Específicamente, en lo relacionado con el enfoque de género. Hay actualmente 11.487 mujeres que dejaron las armas - según datos de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN)- de las 76.482 personas que salieron de grupos armados al margen de la Ley en Colombia entre los años 2001 y 2021.

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Victoria Sandino, una de ellas, es un referente para mujeres que quieren transformar el dolor de la guerra en paz. Una mujer exguerrillera que estuvo 24 años en la insurgencia, y que participó de la mesa de negociación de la Habana, y qué, además, trabajó dentro de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final (Csivi ). Actualmente, Sandino está finalizando su papel como congresista. Forjó su apoyo de género desde su propia experiencia de vida. “Empecé la militancia política en la juventud comunista y realizábamos actividades pedagógicas, como por ejemplo la alfabetización en las zonas rurales” y añade que “la cantidad de personas que no sabían leer, ni escribir, eran las mujeres”, le cuenta a PUBLIMETRO, evidenciando la enorme vulnerabilidad que hay por género en el país.

Ahora bien, en medio de los acuerdos de La Habana, construir género y visibilizar el papel de las excombatientes ha sido difícil. Sobre todo por el tema de representación. “Fue una labor que lamentablemente era bastante minimizada, invisibilizada e incluso muchas veces hostil por parte de los mismos medios de comunicación”, denunció.

A estos conflictos se une Angie Melisa Téllez, una mujer valiente, trabajadora de 38 años y madre feminista, que estuvo involucrada más de 20 años con la guerrilla y actualmente es parte de la Nueva Área de Reincorporación (NAR) ubicada en La Uribe, Meta. Hace parte de un grupo de trabajo comunitario en el asentamiento de “La Pista” desde 2017, donde están alrededor de 30 mujeres. Y por otro lado, es facilitadora del equipo de cuidado “vidas con la OIM”, del Consejo de Administración de la Cooperativa y acompaña el proceso de las mujeres en su reincorporación. Todo a través de la plataforma de Mujeres Paz y Territorio, que destaca en los temas de enfoque de género, autocuidado y el cuidado integral de la educación social y reproductiva. Y Angie también fija sus objetivos en la primera infancia, pues desea construir un país nuevo que tenga conciencia sobre su pasado y resiliencia para lograr una memoria de reconciliación.

Anye Melisa Tellez

Para Angie es fundamental el trabajo de las mujeres en cualquiera de las organizaciones, pero hay que cambiar primero las violencias estructurales hacia ellas. “Tenemos la oportunidad de comenzar a implementar el enfoque de género y de comenzar hacer la construcción de un nuevo camino donde todos y todas podamos trabajar de manera equitativa”, le explica a PUBLIMETRO.

Viviendo en un país que es una trampa mortal

La violencia contra excombatientes sigue siendo la mayor amenaza para su transición a la vida civil, según el último informe trimestral del Secretario General sobre la Misión de Verificación de la ONU en el país, que abarca el periodo del 25 de septiembre al 27 de diciembre de 2021. Desde la firma del Acuerdo, 303 excombatientes (10 de ellos mujeres) han sido asesinados.

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Esto para Angie implica una doble batalla: luchar contra el machismo familiar y de su entorno se combina con el hecho de estar en un territorio y en una posición totalmente adversas. Más en un Estado que demuestra que no cuida las vidas de nadie y menos las de los excombatientes. “Cuando uno comienza a ver intimidaciones por parte de cartas, llamadas y amenazas, uno comienza a entrarle muchas confusiones en la cabeza.Por ser crítica y reclamar el bienestar para las personas uno se vuelve el malo del paseo”, denuncia.

Pero como Colombia misma, a pesar de la oscuridad, hay un modo de salir adelante. Y en el caso de Victoria y Angie, ambas, mujeres de paz, apuestan por un cambio en el país. Así, desde la política o la juventud, su sueño es tener una Colombia nueva, ver a mujeres liberadas, mujeres y niñas no violentadas. “Quiero que se dé un cambio, una Colombia socialista, que tengamos libertad, vida digna, vivienda y buena educación”, afirma Angie.

Como ellas, más de 11.000 mujeres le apuestan a la paz y, a través de estrategias en los territorios como #SoyMujerSomosCambio, quieren generar una nueva oportunidad para quienes antes veían en la guerra un pozo sin fondo. Y en esta iniciativa participan más de 80 mujeres excombatientes y habitantes de las comunidades cercanas, en donde se adelantan procesos de reincorporación. Allí, sus historias han sido narradas para reconocer sus derechos y visibilizar sus realidades, sueños, decisiones y convicciones. Lugares más seguros, felices y esperanzadores donde al final podrán reconocerse más allá de la negrura infinita de la guerra.

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