En un encuentro en la Universidad Pontificia Bolivariana, UPB, María Claudia Tarazona, viuda de Miguel Uribe Turbay, participó para contar su historia, revelar detalles del proceso que ha tenido que transitar, lo que ha hablado con su pequeño hijo Alejandro y lo que cree que debe pasar con el adolescente de 15 años que asesinó a su esposo.
La UPB y la Arquidiócesis de Medellín ofrecieron el Encuentro de Católicos y Vida Pública, en el que participaron académicos, líderes sociales y representantes de la Iglesia para reflexionar sobre la esperanza, la reconciliación y el compromiso ciudadano desde la fe en el marco del Programa Construcción de Paz.
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“No recibió una gota de amor”: María Claudia Tarazona sobre adolescente que mató a Miguel Uribe Turbay
“Mi hijo Alejandro a los pocos días de haberle contado que su padre falleció, se acercó y me dijo, ‘Mamá, ¿será que yo puedo hablar con Dios?’ Y yo le dije, ‘Hijo, pues sí, mi vida, ¿qué quieres decirle a Dios?’ Y entonces se acercó y me dijo, ‘Mami, yo quiero decirle a Dios que, por favor, vuelva a comenzar todo, que vuelva a comenzar la vida para yo poder volver a tener a mi papá a mi lado“, comentó María Claudia en el inicio de su intervención.
Contó que reflexionó muy fuerte sobre el dolor y concluyó que no existe un dolor más fuerte “que el que produce cuando uno ve a un niño de 4 años enfrentar la muerte dolorosa de su padre. Y ahí hay un dolor más grande que todos”.
Recordó que “paradójicamente, Miguel a los 4 años perdió a su mamá. El narcotraficante más grande del mundo, Pablo Escobar, mató a su mamá, la secuestró y la asesinó. Miguel a los 4 años vivió lo que hoy Alejandro está viviendo“.
María Claudia reconoció que durante los dos meses que Miguel luchó por su vida, fueron el milagro de su vida porque le permitió conocer a Dios.
“Dios sí tuvo que ver con algo más grande y es que le dio a Miguel la gracia de dos meses para prepararse y para recibirlo en su corazón para que pudiera recibir el cielo. Y ese es un milagro maravilloso. Y me dio a mí esos dos meses la posibilidad de conocerlo, de amarlo, de entregarme y de entregarme a él de verdad para que me diera la firmeza y el sostén necesario para poder afrontar su muerte. Porque la muerte de Miguel me desgarró. Era el amor de mi vida”, contó.
Aseguró que quienes le dispararon a Miguel creyeron que la tarea estaba hecha porque lo habían asesinado, pero dijo que no, que “Hoy los colombianos estamos más unidos que nunca, con más fe que nunca, con más esperanza que nunca”.
Sobre el adolescente dijo que “pasados unos días, un par de semanas, me dijeron que la persona que le había disparado a Miguel tenía 15 años. Y yo me impacté muchísimo. Me dio un dolor mucho más grande que el que ya tenía, porque yo decía, ‘No puede ser’. No puede ser que en Colombia tengamos un niño de 15 años que en vez de estar pateando un balón, perdiendo matemáticas, conquistando una novia, esté empuñando un arma, un arma con toda la experiencia del mundo y haya asesinado a una persona, haya destruido una familia de la manera que este niño lo hizo y la reflexión es muy profunda”.
Aseguró que su reflexión “no es ojalá lo encierre ni ojalá le den 20 años de cárcel y que ojalá se pudra en una cárcel. La reflexión va mucho más allá y es nosotros como sociedad qué estamos haciendo. ¿Cómo estamos mirando al prójimo? ¿Estamos ninguneando? o estamos mirando con caridad y con compasión a quien no tuvo la capacidad de recibir una gota de amor en su vida porque solo quien ha vivido en la oscuridad es capaz de disparar un arma a los 15 años con tal contenida".
María Claudia le dijo a PUBLIMETRO COLOMBIA que: “la muerte de Miguel me golpeó a mí, golpeó a mis hijos, a su hijo Alejandro de la manera más dura y más dolorosa, pero también le pasó a todos los colombianos. Entonces la reflexión sobre qué hacer con ese dolor también viene para todos y es el dolor en sí mismo no te dice nada. La decisión de qué hacer con el dolor, sí. Y transformar el dolor en una causa que sirva para la empatía, para el amor, para guiar este país en torno a la paz y a la unidad”.
Sobre el adolescente dijo que “El debate sobre las penas de adolescentes es muy profundo, va mucho más allá si debe corresponder una pena máxima de 40 o 60 años o si deben tener un tratamiento especial. Lo más importante es qué hay detrás de lo que sucede con estos jóvenes que a temprana edad deciden entrar en el mundo de la criminalidad. Lo más importante es que ¿Qué pasa cuando estos jóvenes van a los centros de penitenciarios? Es qué se hace con ellos, dónde está esa transformación de vida y esa oportunidad que les damos cuando sabemos que detrás de esto es un abandono completo del estado, abandono de sus propias familias y por supuesto también una mirada despectiva de la sociedad que no le ha puesto y no le ha dado la cara a estos jóvenes que lo que necesitan es una oportunidad y lo que necesitan es amor“.

