El cruce de declaraciones entre la periodista y precandidata presidencial Vicky Dávila y el exalcalde de Medellín Daniel Quintero marcó uno de los momentos más tensos en la agenda política del 2025. El detonante fue la participación de cabecillas criminales —trasladados desde prisión— en el acto público liderado por el presidente Gustavo Petro en la Plaza de La Alpujarra, el 21 de junio, donde se celebró la aprobación de la reforma laboral y se promovió la llamada “Paz Urbana”.
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Dávila, visiblemente indignada, criticó la presencia de jefes delincuenciales como “Douglas”, “Pesebre” o “Tom”, sentados a pocos metros del mandatario y de líderes políticos, entre ellos Quintero. En un encendido discurso durante el Encuentro Nacional de Personeros en Bogotá, la periodista fue tajante:
“Daniel, usted no defiende la legalidad. Usted fue capaz de sentarse con bandidos. Desde aquí mi cariño a Medellín, pero no vamos a permitir más líderes imputados en el poder”.
La pre candidata y comunicadora hizo referencia directa al proceso judicial que enfrenta Quintero por presuntas irregularidades en el caso Aguas Vivas, sugiriendo que su presencia deslegitima el debate sobre institucionalidad.
En su respuesta, Daniel Quintero no bajó el tono. Desde la misma tarima, lamentó la salida de Dávila tras sus declaraciones y aseguró que su discurso está “lleno de odio”.
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“Esa eliminación del otro, ese discurso de odio, es lo que ha llevado a la polarización que vivimos. Yo sí quiero un cambio”, dijo.
El exmandatario defendió su papel en la organización del evento y reiteró su compromiso con la transformación institucional:
“Resetear la política en Colombia es entender que las instituciones están colapsando. No tienen seguridad, ni presupuesto. Y eso debe cambiar”.
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Quintero también destacó su trabajo con las personerías durante su alcaldía y aseguró que el acto con privados de la libertad hacía parte de un esfuerzo por reintegrarlos a la sociedad como parte de la estrategia de paz del Gobierno Nacional.
Este agarrón entre Vicky Dávila y Daniel Quintero no solo evidencia la fuerte polarización en el debate preelectoral, sino que pone en el centro la polémica sobre la relación entre Gobierno y estructuras criminales, en un momento clave para el futuro político del país.