Medellin

“Lo difícil es el dolor y el trato”: Susana, joven que contó su historia al acceder al IVE

Susana es una joven de Medellín que en mayo del año pasado debió tomar una decisión para su vida, interrumpir voluntariamente su embarazo y le relató su experiencia a PUBLIMETRO.

Mujer dolor

Susana dejó que tomar pastillas anticonceptivas porque con el tiempo se había empezado a sentir enferma por el consumo constante de las hormonas. En ese momento decidió utilizar otros métodos para planificar, entre los que estaban el ritmo (no tener relaciones sexuales los días fértiles del ciclo menstrual), tomarse la temperatura basal (predice los días de ovulación), que su pareja usara condón y se hacía pruebas de ovulación, pero, “No funcionó”.

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“Pedí la cita en Profamilia (Medellín) y al otro día ya me estaban atendiendo. A los dos días me entregaron los medicamentos para hacerlo yo misma en la casa; pero faltaba una pastilla que se debe tomar antes del Misoprostol, así que me mandaron 9 de Misoprostol”, relató Susana.

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El embarazo estaba en las 6 semanas y Susana siguió las instrucciones tal y como se las indicaron. Llegó ese día a su casa, se tomó las pastillas y poco a poco empezó a sentir un fuerte dolor, pero asegura que fue “soportable”.

“Lamentablemente no funcionó y me tocó volver a la institución para que me hicieran la interrupción del embarazo de manera quirúrgica. Fue terrible. Eran como 20 mujeres en la mañana y otras 20 en la tarde. Yo estaba programada en horas de la tarde y tuvimos que esperar muchas, muchas horas dentro un cuarto”, comentó.

A Susana lo primero que le hicieron fue ponerle el suero con un medicamento para controlar el dolor y le dieron un par de pastillas más de Misoprostol.

“El peor dolor que he sentido en mi vida”

“Eran dos quirófanos y nos llamaban de a una por una. Las primeras que entraron me dijeron que no se sentía dolor, que era sólo una molestia. Pero cuando yo entré sentí el peor dolor que he sentido en mi vida”, dijo.

Recuerda que llegó al punto de gritar del dolor y “las enfermeras y los doctores sólo me decían que no hiciera bulla porque asustaba a las demás”. Susana dice que estaba totalmente despierta, “sentí y escuché todo y, sinceramente, no gritaba de gusto, era insoportable el dolor”.

Después de la intervención, tuvo que esperar en la misma habitación, sentada y sintiéndose muy “maluca”.

“Luego me mandaron a mi casa, a pesar de que el dolor era tan fuerte, no me dejaron salir en silla de ruedas, tuve que caminar hasta encontrar un taxi. Me desmayé en el taxi, pero, afortunadamente, fue un buen señor y siguió la ruta que le había indicado”, agregó.

Susana asegura que: “para mi lo difícil del aborto no fue el feto, la vida, para mí fue muy difícil el dolor físico y el trato, me sentí como una vaca entrando al matadero. Al por mayor y sin humanizar el dolor”.

Durante 20 días siguió sintiendo el terrible dolor en sus entrañas, pero los médicos le decían que eso era normal.

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A Susana su pareja la apoyó desde el primer instante, pero a las mujeres que se practican el IVE les tocaba asistir solas al procedimiento, por lo que entre las cosas que están por mejorar está el hecho de poder tener a alguien a su lado.

“Poder estar con alguien, no en el quirófano, pero sí mientras el tiempo de espera. Además, ser conscientes de que cada cuerpo siente el dolor muy diferente y humanizar el tratamiento del mismo”, agregó.

Susana desearía que otras mujeres no se encuentren con una “sala de espera tan llena, aunque es complejo porque éramos muchas mujeres esperando el proceso”.

Eso sí, Susana destaca a los celadores del lugar, “fueron súper hermosos, no preguntaban en voz alta uno qué iba a hacerse sólo pedían la orden para guardar el anonimato y lo trataban a uno mejor, lo sentaban en un lugar cómodo y todo. De hecho, uno de ellos me llevó caminando hasta el taxi”.

Afortunadamente la interrupción voluntaria del embarazo es legal en Colombia. Pero, no es un proceso fácil, desde el ateísmo mío, lo difícil es el dolor y el trato”, puntualizó.

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