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¿Autosabotaje financiero? Las creencias que arruinan su bolsillo en fin de año

Cada diciembre, miles de colombianos llegan a fin de año con la cuenta en ceros, pero no siempre es culpa de los regalos, las fiestas o la falta de presupuesto.

¿Autosabotaje financiero?
¿Autosabotaje financiero?

Cuando llega diciembre y muchos colombianos revisan su cuenta bancaria, la pregunta se repite: “¿Cómo otra vez terminé en ceros?”. Aunque solemos culpar las compras navideñas, los viajes o la falta de ahorro, cada vez más expertos señalan que la raíz del problema no está en el presupuesto, sino en las creencias profundas que tenemos sobre el dinero.

Según la coach financiera Nadezda Vera, especialista en finanzas para emprendedores, “más allá del presupuesto o el ahorro, nuestras creencias sobre el dinero determinan cómo lo ganamos, lo gastamos y lo invertimos. Si no cambiamos esa mentalidad, ningún método financiero funciona a largo plazo”.

Diversos estudios respaldan esta idea. La psicología económica ha demostrado que las decisiones financieras responden más a las emociones que a la lógica. El Behavioural Insights Team de la OCDE confirma que el miedo a perder, la necesidad de gratificación inmediata y el impulso emocional son factores que sabotean los hábitos financieros saludables.

La emoción pesa más que la razón: por qué gastamos sin planear

Aunque desde jóvenes escuchamos frases como “gasta menos”, “presupuesta” o “ahorra”, la mayoría repite cada año el mismo ciclo. La razón: las emociones dominan la relación con el dinero.


Nadezda Vera explica que “sin abordar el componente emocional, cualquier plan financiero es frágil: se quiebra en la primera crisis o tentación”. Esto coincide con investigaciones que muestran que los sesgos cognitivos están asociados con malas decisiones de ahorro e inversión.

El dinero actúa como un espejo emocional:

  • Si asociamos riqueza con culpa, bajar precios o evitar negociar se vuelve habitual.
  • Si creemos que invertir es peligroso, aplazamos decisiones clave.
  • Por el contrario, quienes tienen una relación sana con el dinero tienden a invertir, experimentar y construir activos.

Un estudio reciente lo resume así: las actitudes hacia el dinero impactan de manera significativa la gestión financiera de los jóvenes adultos.

Diciembre: el mes que revela tus creencias más profundas

La temporada de fin de año funciona como una radiografía emocional. Regalos, cenas, viajes y gastos imprevistos activan las creencias aprendidas en la infancia:

  • “El dinero no crece en los árboles”
  • “Los ricos son egoístas”
  • “Si cobro más, nadie me va a pagar”

Según Vera, estas frases programan miedos, culpas y patrones de autosabotaje que se repiten cada diciembre.

Así se manifiestan esas creencias:

● Culpa al cobrar o subir precios.

● Ansiedad extrema al invertir: “¿y si pierdo todo?”.

● Postergar decisiones para “el próximo año”.

Cuando llega diciembre, esos patrones pasan factura.

¿Cómo romper este ciclo antes del próximo diciembre? Tres fases clave

La buena noticia: sí se puede cambiar la relación con el dinero. La ciencia y la psicología financiera coinciden en tres pasos fundamentales:

1. Conciencia

Audita tu lenguaje y hábitos financieros:

  • ¿Qué dices cuando cobras?
  • ¿Cómo reaccionas a un gasto grande?
  • ¿Te saboteas cuando te llega un ingreso extra?

Los estudios muestran que sin atender lo emocional, ningún plan financiero se sostiene a largo plazo.

2. Reprogramación

Cambia narrativas de escasez por afirmaciones de acción:

  • “Cobro el valor real de mi servicio”.
  • “Invierto un porcentaje fijo cada mes”.

Herramientas como la terapia cognitivo-conductual pueden ayudar a modificar patrones arraigados.

3. Acción coherente

La mentalidad sin hábito se diluye. Por eso, crea sistemas:

  • Débito automático hacia una inversión.
  • Calendario mensual de revisión financiera.
  • Políticas claras de precios y cobro.

La mentalidad importa, pero no reemplaza la realidad

Cambiar creencias no elimina factores estructurales como el nivel de ingresos, el contexto económico o el acceso al crédito. Sin embargo, la evidencia es clara: actitud + hábito genera mejores resultados que conocimiento sin acción emocional.

       

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