Fue en el año 1957 cuando un hombre llamado José ‘Pepe’ Douer, creó y fundó la compañía llamada “Manufacturas Eliot” en Barranquilla. Esta empresa fue una de las tantas que, luego de la migración de judíos polacos en los años 30 a Colombia (una de las poblaciones democratizadoras de moda junto con la árabe en el país) marcó el inicio de la industria textilera en el país. De esta manera, la marca Patprimo se catalogó como una de las primeras marcas de moda colombianas en fabricar prendas de vestir a gran escala y con producto nacional.
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Hasta el advenimiento de la producción de prendas en masa y grandes superficies, para los años 40 y 50, todavía, las personas de las clases emergentes no tenían más remedio que comprar su ropa a plazos, en pocos lugares o con los tradicionales vendedores puerta a puerta, de orígenes judíos o árabes. Pero esto cambió cuando aquellos vieron en el negocio textil y de la moda una forma de vestir al país entero. Eso sí: la producción masiva se consolidó en el auge de la industria de moda colombiana como industria textil.
Así, en 65 años se han expandido en varias líneas de negocio y rangos de mercado que incluso abarcan las tallas grandes de manera incipiente. De esta manera, hay tres plantas y ochenta satélites que cubren el más del 80% de la producción, que cuenta con textiles propios. Hay que recordar que, como muchas empresas de moda colombianas, la calidad textil y la fabricación propia fueron sellos diferenciadores en el mercado mundial. Esto sigue aplicando para la marca, que conserva ambas características, abriéndose cada vez más a explorar con las demandas de la industria.
Es por ello que el 30% de su producción se da para consumo interno y para las demás maracas que, como Seven Seven (en el ámbito juvenil) llegan a otros mercados. Hay otro porcentaje para comercialización textil y también un gran porcentaje de referencias textiles de tejido plano son consumidas por la misma marca.
Seis décadas de industria colombiana e innovación
Ahora bien, con líneas de accesorios, bisutería y hasta de belleza, así como con colecciones especiales con influencers como Andrea Serna o Lorelei Tarón, la marca textil que inició en el auge de la democratización de moda en Colombia en los años 40, tiene una de las plantas de producción textil más grandes de América Latina y 123 tiendas en Colombia con una propuesta versátil, amable y acorde con las tendencias y sus ciclos actuales. Asimismo, también están en Costa Rica, Ecuador y Panamá.
Y claramente, al ser una marca tan grande, se debe tener en cuenta la sostenibilidad, que para la industria de moda actual es un quebradero de cabeza. Así, en su planta en Siberia
PUBLIMETRO conoció de primera mano cómo desde el año 2010 se reemplazó el tejado de su planta de Siberia por paneles solares, así como una planta de luz solar y una máquina que aprovecha la energía. Y en cuanto a los procesos de la cuarta revolución industrial, todavía hay campo para lo manual. Por ejemplo, enhebrar las máquinas es una labor especial para 30 personas cuyas habilidades encajan sólo en esta área.
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Esto es un dato a recalcar cuando muchos empleos en la industria textil a nivel mundial se han reemplazado (como en toda industria) por las máquinas. Además de contar, claramente, con equipos de diseño que están al tanto de colores, moods y momentos para fortalecer su ciclo de series de producción.
Hoy por hoy, Patprimo es una marca masiva referente en Colombia, con más de 11 mil empleados. Han también fortalecido su parte de e-commerce y su labor experiencial en tienda post-pandemia, incluso permitiendo que marcas adjuntas integren propuestas de autor a sus colecciones o propuestas estilísticas.
Y en esa exploración, han ido creciendo, mostrando cómo la transición histórica que fue tan difícil para muchas marcas referencia en el país en los años 90 y dosmiles ellos pudieron sortearla sin tener que sacrificar el sello textil que hizo tan conocido al país, pero sin tampoco perder su identidad como una empresa de moda para todos.