Una de las funciones de supervivencia de las personas es el sueño.
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Dormir, al igual que la alimentación, es necesario en la vida humana. Así, se puede descansar, mientras se da al cerebro la posibilidad de tranquilizarse.
Los especialistas lo describen como el momento para prepararse para el siguiente día y “tomar unas pequeñas vacaciones”.
Sueño, lleno de incógnitas
Aunque los científicos no han descubierto hasta el momento qué tipo de organización realiza el cerebro mientras dormimos, sostienen que el sueño puede ser el momento en el que el cerebro clasifica y almacena información, reabastece las sustancias químicas y resuelve problemas.
Menos calidad y cantidad de sueño con el paso del tiempo
Sin embargo, si ustedes han puesto atención, se darán cuenta de que la cantidad y calidad de sueño depende mucho de la edad.
De hecho, en los primeros meses de vida, los seres humanos duermen un promedio de 16 horas por día; aunque, lo cierto es que hay bebés que llegan a dormir hasta 20 horas cada jornada.
Conforme vamos creciendo esa cantidad de tiempo se va reduciendo de manera gradual, hasta que las horas de sueño que se recomiendan a los adolescentes es de nueve y a los adultos se les aconseja descansar entre siete y horas.
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Pero también es una realidad que a los adultos mayores les cuesta dormir cada vez más. Al menos lo hacen menos de esas siete u ocho horas que los especialistas señalan como óptimas para la salud.
Y no es sólo una cuestión de cantidad, sino también de calidad: el sueño, a partir de cierta edad ya no es tan bueno como en las etapas previas.
¿A qué se debe este fenómeno?
Científicos de la Universidad de California en Berkeley (USB), Estados Unidos, se propusieron a encontrar una respuesta a esta cuestión. En específico, por qué los más grandes necesitan dormir menos, o si son incapaces de dormir todas las horas que aún necesitan.
Para ello, analizaron las diferencias a nivel cerebral que se producen durante el sueño en personas jóvenes y mayores.
Entre sus principales descubrimientos encontraron que, en general, a los 50 años el sueño profundo de una persona representa la mitad del que tenía en sus dos décadas de vida, y a los 70 años ese tipo de sueño se ha perdido prácticamente por completo.
Las razones
Según el trabajo de estos investigadores, cuyos resultados se publicaron en la revista especializada Cell, esta falta de sueño, no sólo de sueño profundo, sino de sueño en general, se debe a una pérdida de conexiones neuronales.
Los investigadores refieren que no existe un consenso absoluto en cuanto a este asunto, pero sostienen que “la evidencia actual parece respaldar la hipótesis de que los adultos mayores no necesitan dormir menos, sino que tienen una capacidad limitada para registrar o generar esa necesidad de sueño insatisfecha”.
Lo anterior se debe a que, con el paso del tiempo, las neuronas pierden su eficacia para detectar esa necesidad.
Existen problemas de salud que son más frecuentes después de los 65 años de vida y que se asocian con dificultades para dormir en cantidad y calidad adecuadas: problemas cardiacos, enfermedades pulmonares, artritis, dolores crónicos, etcétera.
Sin embargo, lo más llamativo del trabajo de los científicos de la UCB es la posibilidad de invertir los términos; quizás los mayores no duerman menos a causa de otros problemas relacionados con el envejecimiento, sino al revés: esos otros problemas pueden ser originados o propiciados por la falta de sueño.