Apenas siete meses después de nacer, Cofracta, el dúo integrado por Georgina y Jacobo, ya hace ruido en la escena nacional. El 1 de noviembre presentaron Autotitulado, una canción que resume la filosofía que guía su proyecto: soltar el control, abrazar la imperfección y crear desde la honestidad. Lo hacen justo antes de su debut en el Festival Estéreo Picnic 2026, donde compartirán cartel con algunos de los nombres más potentes de la música contemporánea.
En esta conversación, hablan sobre cómo aprendieron a trabajar juntos, la historia detrás de su nuevo sencillo, la simbología del lienzo blanco y lo que significa para ellos llegar al FEP.
“Al principio era difícil soltar… los dos veníamos de hacerlo todo solos”
Ustedes dos venían de proyectos solitarios y de manejar cada parte del proceso. ¿Cómo fue aprender a crear en colectivo?
Georgina: Superdifícil al inicio. En mi caso, como mujer en una industria dominada por hombres, siempre sentí que tenía que demostrar mi valor como productora. Eso me hacía muy celosa de lo que hacía, muy protectora. Entonces soltar y dejar que alguien más tomara decisiones conmigo era retador.
Jacobo: Y yo estaba igual. Yo siempre hacía todo en mis proyectos: la portada, la mezcla, la producción. Entonces ninguno estaba acostumbrado a delegar. Pero desde el principio hablamos de que no queríamos conflictos por mérito ni competir. Y cuando llegaron los momentos tensos ya teníamos esa base conversada. Pudimos decir: esto me gusta, esto no, esto cambiémoslo. La intención de confiar en el otro estaba clarísima.
Esta es su primera canción creada completamente desde cero juntos. ¿Cómo fue ese proceso y por qué terminó llamándose ‘Autotitulado’?
Georgina: Lo lindo es que somos complementos creativos, aunque tengamos caracteres fuertes. Para hacer Autotitulado pasábamos horas en mi estudio, pero no solo produciendo: conversando, viendo videos, compartiendo referencias. Como nutriéndonos antes de hacer sonido.
Inicialmente la canción se llamaba Soltar, porque de eso habla: de dejar ir el control, de confiar en el proceso. Pero cuando vimos lo que representaba, dijimos: “Esto es Cofracta”. Queríamos que fuera una puerta de entrada a nuestra identidad.
Jacobo: Y fue literal soltar. Estábamos con mil maquetas de ambos y ese día salió esta. Cuando la escuché pensé: esto suena a lo que estamos viviendo, a la emoción y la inseguridad de empezar un proyecto grande juntos. El nombre cambió porque queríamos que este primer tema fuera completamente nuestro, sin colaboraciones externas. Un inicio puro.
La portada completamente blanca dice mucho sin decir nada. ¿Qué buscaban representar con ese vacío?
Jacobo: Desde el principio pensamos en Cofracta como un proyecto grande, quizá un EP o un disco, y visualmente queríamos un collage gigante de nuestras vidas: fotos, recuerdos, texturas. El blanco es el lienzo de ese proyecto mayor, la base de todo.
Georgina: Y también es literal el inicio. Este es el primer tema hecho por nosotros solos, sin otros artistas. Es puro, es desde cero. Queríamos mostrar que estamos empezando a llenar ese lienzo juntos.
Su aparición en el cartel del FEP sorprendió a muchos. ¿Cómo recibieron la noticia?
Georgina: A mí me escribió Philip de Páramo por Instagram. El mensaje era tan informal que pensé que era falso. Literal: respondí como “jajaja sí dale”. Después un amigo me confirmó que era real y ahí casi me desmayo.
Me sorprendió porque crecí pensando que para tocar en un festival así se necesitaban números enormes. Y aunque amo profundamente lo que hago, nunca pensé que fuera a pasar tan pronto.
Jacobo: Para mí fue increíble porque, además, este año estuve en el FEP haciendo los visuales del show de unos amigos. Cuando nos confirmaron pensé: vamos a poder crear nuestro propio universo en ese escenario. No solo música: visuales, narrativa, un mensaje. Siento que es una oportunidad artística y política, en un sentido amplio, no rígido.
“Bogotá está lista para nuevas formas de crear y de escuchar”
El FEP 2026 viene cargado de artistas que no se etiquetan. ¿Cómo encajan ustedes ahí y qué podemos esperar del show?
Georgina: Justo eso nos emociona. Hay proyectos que experimentan, que fluyen, que no caben en una cajita. Ese mismo espíritu está en Cofracta. Y me parece hermoso que le estén dando visibilidad a propuestas locales con una intención profunda, no solo por números.
Jacobo: Estamos preparando un show que mezcla lo escénico con lo audiovisual. Queremos que el stage sea una declaración, no solo un espacio para tocar canciones. Ya le propusimos la idea a Páramo y estamos esperando luz verde. También lanzaremos un tráiler de la presentación el próximo año.
Cofracta nació como un proyecto abierto. ¿Qué se viene ahora?
Jacobo: Hay dos artistas muy cercanos a nosotros que ya hacen parte espiritual del universo Cofracta: Buenos Días, Viejo Sol y Casi Upea Entre las Ruinas del Anfiteatro. No hacen lo mismo que nosotros, pero compartimos una intención, una sensibilidad. Siento que somos un grupo de cuatro, aunque no esté formalizado.
Georgina: Y más allá de ellos, tenemos muchos amigos, productores, músicos, artistas visuales, que hacen parte de esta escena que se mueve muchísimo. Queremos que Cofracta sea un lugar para elevarnos todos, no solo un proyecto de dos personas.
Más allá de los números y los escenarios, su música es un recordatorio de que el arte no nace solo del “producto final”, sino de un proceso vivo en el que el artista está involucrado en absolutamente todo: la idea, la narrativa, las emociones, los silencios y hasta las dudas. Hoy, cuando la industria va tan rápido y exige canciones virales y resultados inmediatos, escuchar una propuesta que se toma el tiempo de construirse desde el propósito se siente casi revolucionaria.
Parte de lo que hace tan potente su sonido es que no busca encajar en moldes prefabricados. Más bien expande los límites de lo que entendemos como música, mezclando influencias, procesos intuitivos y una sensibilidad que pone al centro la experiencia humana. Y esa forma de crear no solo se refleja en las letras o en la producción, sino en la coherencia que existe entre lo que dice y lo que hace: un artista que entiende que su obra no es un accesorio, sino una extensión honesta de lo que vive.
También es una invitación a mirar al artista desde otro lugar. No como una figura distante, sino como alguien que piensa, siente, se cuestiona, participa y transforma. Alguien que está detrás de cada arreglo, cada decisión estética, cada búsqueda sonora. En una industria que muchas veces convierte a las personas en “marca”, su música insiste en lo contrario en que lo personal importa, en que el proceso importa, en que escuchar desde la raíz nos conecta de otra manera.
Y quizá eso es lo más valioso que abre una nueva forma de relacionarnos con la música. No solo para consumirla, sino para entenderla como un diálogo vivo entre quien crea y quien escucha. Una música que se agradece porque respira, que no se rige por las tendencias del momento, que te invita a entrar, no a pasar por encima. Una música que, más que seguir un camino, lo está trazando.

