En un país marcado por el dolor, el arte se ha convertido en una poderosa herramienta para abordar fenómenos como el secuestro. La literatura, el teatro y otras obras artísticas no solo narran los hechos, sino que transforman el dolor en resistencia.
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El secuestro, una forma de violencia que ha golpeado a Colombia, no solo deja un rastro de dolor en miles de familias. Además de enfrentar la angustia del cautiverio, las víctimas y sus seres queridos luchan contra la pérdida de empatía y la poca sensibilidad que ha generado este crimen, que con el tiempo ha dejado de ser visto como una grave violación a los derechos humanos para convertirse en un hecho lamentablemente común.
A sus 73 años, la colombiana Irene Vasco ha construido una sólida carrera como escritora que la ha llevado a tratar aquellas situaciones por las que ha tenido que atravesar el país en materia de violencia.
Uno de los primeros libros con los que abrió camino fue ‘Paso a paso, vuelve papá’, publicado en 1995. Allí enlaza la historia de un secuestro en una familia colombiana que para aquel momento resultaba ser un tema del que poco se hablaba en ciertos públicos, teniendo como referencia que los libros de Vasco están principalmente dirigidos a niños y jóvenes.
“Este libro tiene más de 30 años. A los niños no se les hablaba sobre temas tan difíciles como el secuestro, la muerte o la violencia y ellos necesitan saber, tienen muchas preguntas, tienen fantasmas que los atormentan y comenzaba en esa época en la todavía no había muchos secuestros, pero ya comenzaban las conversaciones en que todo tenía que ver con violencia y secuestro en Colombia. A mí me atormentaba como ciudadana, pero también como madre de familia, como maestra y ese libro para mí fue la posibilidad de entablar diálogos sobre algo de lo que no se podía hablar”, le dijo Vasco a PUBLIMETRO.
Aunque Irene no tuvo que vivir de cerca un secuestro, buscó mezclar la realidad con la ficción y darle la inspiración necesaria desde la voz de una de sus amigas. Ella fue quien vivió en carne propia la historia de un secuestro y Vasco le dedicó su libro.
La historia se centra en el dolor, la incertidumbre y el miedo que viven la madre y los hijos mientras esperan el regreso del padre que ha sido secuestrado. Además, evidenció los cambios emocionales y las dificultades que enfrentan día a día, como la pérdida de contacto con los secuestradores y la lenta desaparición de las esperanzas.
“Partió de conversaciones con ella, lo que habían vivido, cómo estaban viviendo sus hijos, cómo reaccionaban. Fue un día de conversación. Para mí fue muy impactante todo lo que me dijo y tuve la necesidad de escribirlo porque me identifiqué con su hija, la que narra la historia tan compleja a través de la inocencia y también la perspectiva infantil, me adueñé sin permiso de su voz e introduje personajes ficticios, que la historia no fuera solamente una historia de secuestro, sino de vida real de una familia y cómo se vive cotidianamente”, contó Vasco.
‘Paso a paso, vuelve papá’ muestra cómo, a pesar de la adversidad, la familia encuentra la fuerza para seguir adelante, apoyándose en el amor y la unión para sobrellevar la tragedia. Pero también cómo la literatura termina siendo una herramienta poderosa a la hora de relatar aquellas realidades que han tenido que atravesar miles de familias en Colombia, sin dejar de lado que no todos tienen un cierre con final feliz.
“Siento que la literatura es un vínculo para poder hablar del tema de una manera un poco diferente, desde las metáforas del mundo simbólico, de la ficción, se puede hablar de la realidad con mucha más facilidad. El mensaje del libro sigue siendo tan relevante hoy como lo fue en su momento, totalmente vigente. Ojalá fuera algo del pasado, fuera anacrónico, sencillamente como un documento pasado, pero tristemente sigue muy vigente el tema del secuestro, tanto que el libro está vivo, se sigue leyendo después de tantísimos años, porque la violencia se ha mantenido y hasta se ha recrudecido. El deseo, por supuesto, es que algún día encontremos la manera de tener un país armónico y en paz, pero hasta ahora no ha sucedido”, lamentó la escritora.
En cuanto a los referentes que han sido la principal inspiración de Irene Vasco, la escritora no menciona a grandes figuras de la literatura, sino a aquellos niños, jóvenes, maestros, madres comunitarias, comunidades indígenas y líderes sociales, quienes le han relatado sus historias que a veces son muy felices, pero con frecuencia muy trágicas.
El secuestro, sin duda, genera un torbellino de emociones, desde la incertidumbre y el miedo paralizante hasta la esperanza y la resiliencia que afloran en medio de la adversidad. Es un evento que desgarra a las familias, dejándolas en un estado de vulnerabilidad y constante dolor. Tratar este tema en la literatura no solo es importante, si no también necesario, ya que permite humanizar una realidad social dolorosa, pues ayuda a entender el impacto emocional en las víctimas y sus familias, fomentando la empatía y la reflexión en la sociedad. Además, sirve como una herramienta para dar voz a aquellos que han sufrido en silencio.
Los casos que conmocionaron al país
Se trata de un proceso de sanación colectiva en la medida en la que toda la sociedad colombiana ha atestiguado secuestros que no solo fueron muy mediáticos, sino que también hirieron nuestra imagen del país. Quizás uno de los casos más recordados fue el de Íngrid Betancourt, quien fue secuestrada en el año 2002 por la guerrilla de las Farc.
El hecho se dio mientras que la colombo-francesa realizaba su campaña presidencial cerca de San Vicente del Caguán, en el departamento del Caquetá. Betancourt permaneció cautiva por más de seis años y medio en la selva, convirtiéndose en un símbolo de los secuestrados.
Otro de los casos fue el de Diana Turbay que logró construir una carrera como periodista más allá de ser la hija del expresidente colombiano Julio César Turbay Ayala. Fue secuestrada el 30 de agosto de 1990 por orden de Pablo Escobar y su grupo, conocido como ‘Los Extraditables’. Tras casi cinco meses de cautiverio, murió el 25 de enero de 1991 durante un fallido operativo de rescate por parte de las fuerzas de seguridad, lo que conmocionó al país.
Esta historia de la periodista fue inmortalizada en el libro ‘Noticia de un secuestro’ de Gabriel García Márquez, al igual que la de otras figuras públicas.
Pero los secuestros de figuras públicas no son algo del pasado. El padre del futbolista colombiano Luis Díaz, Luis Manuel ‘Mane’ Díaz, fue secuestrado hace menos de dos años. Tras casi 13 días de búsqueda y negociaciones, y luego de que el Gobierno de Colombia confirmara que el secuestro había sido perpetrado por el grupo guerrillero del ELN, Mane Díaz fue liberado sano y salvo el 9 de noviembre de 2023.
A pesar de la gravedad del delito, circularon una gran cantidad de memes y chistes en plataformas como X y WhatsApp. El enfoque de la figura pública trajo consigo que se normalizara su situación e incluso que fuese tomada en tono jocoso a pesar de la gravedad de la misma.
El arte como resistencia y retrato desde la voz de Fabio Rubiano
Quien ha convertido el tema de la violencia en Colombia en el eje central de su arte es Fabio Rubiano, destacándose en el mundo de la televisión y el teatro. Rubiano abrió las puertas del Teatro Petra en compañía de Marcela Valencia en 1985. Allí han logrado captar la atención y la admiración de los asistentes con cada una de sus obras, las cuales en su mayoría se salen de lo común y narran algunos episodios de violencia por los que ha tenido que atravesar Colombia.
“Cualquier expresión artística que uno haga, teatral, un performance o una pieza de danza, si se hace dentro de un momento histórico como el nuestro, necesariamente va a hablar del país, independientemente de que toque o no temas de conflicto. Siempre insisto en que si yo decido en medio de una guerra, por ejemplo, montar una comedia, la gente va a preguntarse: ‘¿Por qué hace una comedia en medio de la guerra?’. Seguramente porque sí, era necesario. También es muy inquietante saber la cantidad de dolor que ha circulado dentro del corazón y de la vida de muchas madres, de muchas familias, de muchas comunidades”, explicó Rubiano.
Llevar estas historias a las tablas no ha sido sencillo, pero en la búsqueda tanto Rubiano como su equipo han encontrado mecanismos narrativos que hacen que la gente se interese por la historia del personaje sin dejar de lado las experiencias de violencia que han atravesado.
“Las contradicciones hacen que los personajes sean inquietantes y nos interesa ir al corazón de estas figuras, que las víctimas no sean simplemente víctimas, sino que también estén llenas de paradojas y encontrar en los victimarios también un ser humano con un corazón que es frágil. Eso hace que tengan elementos que comparten nuestros sentires, en nuestros corazones, digo nuestros y me incluyo, porque habitan tanto la víctima como el responsable de las atrocidades”, sostuvo Rubiano.
Adentrándonos un poco en algunas de las obras teatrales de las que ha hecho parte Rubiano podemos encontrar ‘Labio de liebre’, ‘Mantener el juicio’, ‘Historia de una oveja’ e incluso ‘Vorágine’ las cuales plantean la dicotomía entre perdón y venganza, y difuminan los límites entre víctimas y victimarios, así como ocurre en el conflicto armado en Colombia.
“La construcción de los personajes, sobre todo de los responsables de hechos atroces, de los victimarios, se tiene que hacer con la conciencia de que no son personajes malvados, sino que son personajes con contradicciones. Por ejemplo, cuando hicimos la obra con la Jurisdicción Especial para la Paz y después de muchas reuniones, de leer muchos testimonios, una cosa muy reveladora que yo encontré y decía es que el perdón no es necesario. El perdón obligatoriamente no es una condición sine qua non. Es mucho mejor el diálogo, el conocimiento de la verdad, la ubicación de los familiares, el cierre del proceso, la reconstrucción del tejido social, por eso el encuentro entre responsables y víctimas es tan importante porque la víctima tiene la capacidad de decirle al otro, ‘Yo a usted no lo voy a perdonar nunca en la vida’. En esa medida, sí creo que ver el corazón de los personajes para nosotros es muy importante”, indicó Rubiano.
Lo que queda claro es que el teatro es un espejo vital para la sociedad colombiana, un espacio donde la memoria y la historia del conflicto cobran vida, no solo desde la memoria de las víctimas, sino que también ofrece una vía para la sanación colectiva. Estas obras invitan al público a confrontar las complejidades y el dolor de la violencia, convirtiéndose en una herramienta contra el olvido.
La dualidad entre lo real y la ficción
En conversación con el actor Fabio Rubiano, nos mencionó algunas de las experiencias que ha tenido que atravesar en medio de su rol como director y lo profundas que terminan siendo sus obras teatrales que no solo logran generar sensibilidad en quienes han estado alejados del conflicto en Colombia, sino también de quienes han sido víctimas de estos hechos.
Rubiano aseguró que a la salida de las funciones había víctimas que resultaban muy impactadas con la obra. En una ocasión, una mujer no entendía cómo uno de los personajes terminó perdonando al victimario. -¿Cómo hizo para darle el perdón? - le preguntaba a la actriz. Y ella le decía: ‘No, señora, eso es ficción. Aquí yo no soy la importante, la importante es usted’.
También ocurrió con madres que terminaron llorando y le decían a Rubiano: ‘Has debido avisarnos. Porque esto es muy fuerte y yo quiero pegarle al personaje’.
A pesar de lo complejo que resulta darle vida no solo a ciertos personajes, sino también a realidades tan crudas, Rubiano resalta que ve en el teatro un poder de sanación que se da por medio del diálogo, relatando aquellas heridas y momentos de violencia que siguen presentes.

