Veinte años después de que la banda Huracán Ambulante marcara una época en la carrera de Enrique Bunbury, el cantante español regresó a Bogotá con la misma intensidad y dramatismo que lo ha hecho leyenda del rock iberoamericano.
La noche del 28 de junio, el Movistar Arena se convirtió en el epicentro emocional de una gira que no solo celebra el pasado, sino que reafirma la vigencia de un artista que, como su voz, no conoce el desgaste.
Huracán Ambulante no es solo el nombre de esta gira; es también el reencuentro con una formación musical mítica. Bunbury, acompañado por la banda que lo respaldó en su etapa inicial como solista (1997–2005), repasó el repertorio que definió su identidad después de Héroes del Silencio, y lo combinó con material reciente que demuestra que su inquietud creativa sigue tan viva como siempre.
A lo largo del show, Bunbury interpretó canciones de los cuatro álbumes de estudio que grabó junto a Huracán Ambulante —Pequeño, Flamingos, El viaje a ninguna parte y Radical Sonora— además de temas de discos en vivo y su nuevo trabajo discográfico. Sonaron clásicos como El extranjero, Infinito, Lady Blue, Solo si me perdonas, Las chingadas ganas de llorar, El rescate, Sácame de aquí y Que tengas suertecita, cada una recibida con ovaciones por un público que no solo las recordaba, sino que las cantaba palabra por palabra como si fueran parte de su propia biografía.
Desde los primeros acordes, el público, que llenó el recinto y no dejó de corear ni una sola letra, supo que estaba ante una experiencia especial. La puesta en escena, sobria, pero cargada de atmósfera, acompañó a la perfección a un setlist que viajó por sus clásicos más queridos, hasta llegar a los nuevos temas de su álbum 2025, que encontraron en vivo una potencia inesperada.
La voz de Bunbury, inconfundible y cargada de matices, fue protagonista absoluta de la noche. Lejos de ofrecer un espectáculo basado en la nostalgia, el artista se adueñó del escenario con la misma intensidad con la que ha enfrentado cada etapa de su carrera. Moviéndose entre lo teatral y lo visceral, supo construir una conexión íntima con el público que por momentos parecía más una ceremonia que un concierto.
No faltaron los momentos de comunión total. En Sí, el público levantó miles de luces que transformaron el Arena en un mar de estrellas. En Jinete, se escucharon coros masivos que opacaban incluso el sistema de sonido. Y cuando sonó Lady Blue, la banda demostró que la química original sigue intacta, con arreglos poderosos y una entrega instrumental impecable.
El concepto de la gira tiene una doble intención: por un lado, rendir homenaje a un periodo determinante de su carrera como solista; por el otro, demostrar que esa historia no es un capítulo cerrado, sino un punto de partida. Por eso no sorprende que los nuevos temas, cargados de crítica social y exploraciones sonoras, se sintieran orgánicos dentro del repertorio. Bunbury nunca ha sido un artista estático, y esta gira lo ratifica.
En medio del repertorio, el artista se dio espacio para hablar con el público colombiano, agradeciendo la fidelidad a lo largo de décadas y recordando que Bogotá ha sido clave en su historia como solista, con palabras y su magistralidad en el escenario.
Como era de esperarse, el cierre fue apoteósico. Bunbury se despidió de Bogotá con Al final, una de sus canciones más emblemáticas, en una versión que retumbó en cada rincón del Movistar Arena. El público la cantó con tal intensidad que por momentos su voz se confundía con la del artista, sellando una noche que quedará en la memoria colectiva de quienes crecieron, cambiaron o se enamoraron con su música.
Huracán Ambulante continúa su paso por Latinoamérica y Europa, con una segunda cita en Colombia: el 5 de julio en Medellín. Para quienes vivieron el concierto de Bogotá, no hay duda de que lo vivido no fue solo un show, sino una reafirmación de lo que significa el rock cuando se hace con alma, con historia y con convicción.
Enrique Bunbury no solo celebró su pasado. Lo resignificó, lo revitalizó y, de paso, recordó por qué siempre es un lujo verlo en el escenario.
