Por estos días, la música que resuena desde las costas del Caribe no tiene fronteras. Así lo demuestran José Rafael “Catire”, uno de los integrantes de Los Amigos Invisibles, y La Carajita, joven promesa del urbano venezolano, quienes se unen en una colaboración que mezcla el sabor tropical con los ritmos afrobeat que marcan la tendencia global.
La canción, aun sin título revelado, es una explosión de identidad caribeña: desde los tambores hasta la base melódica cargada de groove. Y aunque los sonidos vengan de África, la conexión con el Caribe es inevitable.
“Somos caribeños, tenemos el mar ahí al frente, nacimos con él. Y somos afrodescendientes, con los tambores de la costa, la salsa puertorriqueña, el merengue dominicano. Eso está en la sangre”, explica Catire. En su voz se nota la emoción de quien sabe que la música lo ha acompañado desde niño, desde que su tía lo obligaba a bailar con apenas seis años. “Uno crece con eso sin darse cuenta, con el calypso de Guayana, con la tambora del Zulia, por más roquero que uno sea, siempre te alcanza”.
El interés por integrar estos sonidos en su banda viene de años atrás. “En Los Amigos Invisibles no teníamos percusionista al principio, pero cuando empezamos a explorar el funk, el city jazz, y escuchábamos a Santana, nos dimos cuenta de que necesitábamos ese pulso, ese tambor y lo metimos. Desde entonces, no se ha ido”.
Por su parte, La Carajita aporta una mirada más cercana a lo urbano y juvenil, sin perder de vista las raíces. “Yo creo que lo que está pasando ahora con el afro —no solo con el afrobeat— es muy especial. Es un sonido que conecta. Colombia, por ejemplo, tiene una fuerza brutal con eso. Mira a BL, está logrando cosas increíbles con ese género”.
Desde Venezuela, ella también encuentra una raíz fuerte. “Tenemos un género llamado Raptor House, muy underground, pero que también parte de los tambores. El afro es cimiento de muchos sonidos que ahora son mainstream, pero llevan años en la calle. Cuando lo canto, me siento en casa”.
Ambos artistas coinciden en que la colaboración nació desde ese amor compartido por el ritmo y por la identidad. Aunque Colombia y Venezuela tengan estilos únicos, sus músicas se hablan, se entienden y se amplifican juntas. “Esa mezcla de orígenes es lo que le da sabor a esta canción. Es como una conversación entre playas, tambores y calles calientes”.
“Cuando lo canto, me siento en casa. Tiene ese tumbadito sabroso que diferencia a la música caribeña y latinoamericana del resto del mundo. Y creo que esa es una de las razones por las que ha conectado tanto. La gente lo baila, pero también lo siente”, añade.
Esta colaboración entre Catire y La Carajita no solo refleja un cruce generacional, sino también un diálogo sonoro entre dos países hermanos. “Colombia y Venezuela comparten mucho musicalmente, pero cada uno tiene su sello. Y eso también se ve en esta canción”, aseguran.
Ambos artistas celebran que, en medio del auge de los ritmos afro-latinos, puedan aportar una propuesta con identidad, arraigo y modernidad. “Estamos trayendo el tambor al presente, con beats actuales, pero sin olvidar lo que nos trajo hasta aquí. Esta canción es Caribe en estéreo”, concluyen.
La música conecta cuando es sincera. Esa ha sido una de las premisas de Los Amigos Invisibles a lo largo de su carrera, y también el motor detrás de sus colaboraciones más recientes. En esta etapa, el músico José Rafael, conocido como ‘Catire’, suma fuerzas con artistas como La Carajita, Proyecto Uno y el DJ Bruno Borlone para seguir ampliando los sonidos del Wiki Wiki, su último sencillo.
Aunque hoy los ‘featurings’ están en todas partes, no siempre fue así. “En el disco de Mentiras, hay un featuring con Jorge González, cantante de Los Prisioneros. En esa época no estaban de moda las colaboraciones, pero coincidimos en un festival y se dio de manera natural. Siempre ha sido así para nosotros: una conexión musical más que una estrategia”, explica Catire.
El nuevo EP de Wiki Wiki incluirá cinco versiones distintas del tema original. Entre ellas, remixes creados por el DJ chileno Bruno Borlone, cuyo sonido —según Catire— “nos encanta y le da un giro fresco y bailable al tema”. También hay una colaboración con Proyecto Uno, nacida casi por casualidad en un aeropuerto. “Nos conseguimos en el aeropuerto de Bogotá y les dijimos: ‘tenemos un tema nuevo’. Y ahí mismo, pum, pam, se dio”.
Otro de los puntos altos será la participación de Basimbia, un grupo venezolano de música afrocaribeña y tambores. “Carlos Teles, el cantante, es uno de los mejores soneros que he escuchado últimamente. Y que esté metiéndole tambores a esto, nos emociona un montón”, confiesa Catire.
La Carajita, por su parte, siente que este tipo de apuestas musicales dialogan con un proceso que muchos artistas emergentes están atravesando: el de volver a sus raíces. “Después de Rosalía, de Bad Bunny, de artistas que han resignificado lo tradicional, hay una generación nueva que se está reenamorando de lo que escuchaba de niño, pero que antes quizá les parecía aburrido”, cuenta Mari.
En su caso, la conexión con la música comenzó desde muy pequeña. “Yo empecé con el cuatro venezolano y recuerdo que me hacían tocar canciones como Tonada de Luna Llena, de Simón Díaz. En ese momento, yo quería escuchar RBD. Me parecía aburrido. Pero después entendí el poder que tiene esa música, esa identidad que cada país guarda en sus ritmos”.
La artista insiste en que hay una raíz común en Latinoamérica que merece más visibilidad. “Por ejemplo, la cumbia une a toda la región. Y al escuchar discos como El mal querer, me di cuenta de que todavía hay muchísimo por hacer con el joropo, con el tambor venezolano, con todo lo que hemos escuchado siempre, pero no hemos llevado al terreno digital o urbano”.
Ambos artistas coinciden en que el afrobeat —ahora en pleno auge global— es solo una de las muchas puertas que se están abriendo para el redescubrimiento de lo propio. “El afro tiene años, pero apenas ahora empieza a entrar fuerte al mainstream. Y creo que lo mismo va a pasar con otros géneros si logramos darles ese toque moderno sin que pierdan su alma”, cierra Mari.
Lo que proponen Catire y La Carajita no es una moda, es una búsqueda sonora con memoria, sabor y una mirada al futuro. Porque a veces el remix no es solo un formato: es una forma de volver a lo esencial desde un lugar nuevo.

