Un inesperado revés sacudió al sector gastronómico colombiano con el anuncio del cierre definitivo de todas las sucursales de la tradicional cadena de pollo frito Sticky Fingers, tras declararse en quiebra. Si bien la compañía aún no ha detallado públicamente las causas específicas que llevaron a esta difícil decisión, el hecho resuena en un momento particularmente sensible para el empresariado nacional.
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Este cierre se produce en medio de la creciente controversia generada por la batalla legal que enfrenta la emblemática cadena colombiana Frisby en España. La empresa, reconocida por su pollo crocante y su icónico personaje, se encuentra en una disputa por el registro de su propia marca en territorio europeo. Una compañía española, denominada Frisby España SL, ha registrado el nombre, argumentando ser una entidad independiente de Frisby S.A. BIC, la firma originaria de Colombia.
¿Qué ha pasado con la marca de Frisby en Colombia?
La situación ha trascendido lo meramente legal, desatando una ola de solidaridad y preocupación entre diversas marcas colombianas. El temor a la suplantación y al desconocimiento de la trayectoria de las empresas nacionales en mercados internacionales ha llevado a un pronunciamiento colectivo en apoyo a Frisby. Este caso se ha convertido en un símbolo de la necesidad de proteger la propiedad intelectual y el arduo trabajo de construcción de marca que realizan las empresas colombianas al expandirse globalmente. El cierre de Sticky Fingers, aunque de naturaleza distinta, añade una capa de inquietud al panorama empresarial, recordando la fragilidad y la importancia de un entorno legal y comercial justo para las empresas colombianas, tanto en el ámbito nacional como internacional. La resolución de la disputa de Frisby en España será, sin duda, un precedente importante para futuras expansiones de marcas colombianas en el extranjero.