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#Opinión: La victoria de Francia Márquez ha mostrado que Colombia es un país asquerosamente racista

No, Francia no “se victimiza”, son ustedes los que necesitan leer algo de Historia y algo de empatía.

Desde que Francia Márquez fue elegida para vicepresidente, el país se ha revelado como absolutamente racista (Montaje)

Es chistosísimo. Es chistosísimo ver a tanta gente que puso el cuadrito negro en el Instagram hace dos años por lo de George Floyd ahora mirar con recelo y odio naturalizado a la vicepresidenta Francia Márquez. Le critican que sea directa, que sea inteligente para responder preguntas rematadamente tontas y condescendientes. Y que lo haga con elegancia y dignidad.

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No soportan su cara, no soportan su pinta, no soportan que no baje la cabeza ante una Colombia que la ve como una “hacedora de show”, una mujer que “se victimiza”, para negar la violencia a la que han sometido históricamente a su etnia, a sus territorios y a la gente que defensora de su identidad, cada vez menos les baja la cabeza.

Tan lindos, poniendo ese cuadro negro para luego despreciar a una mujer negra en el poder y que por esa razón, no toleran. Tan coherentes. Bueno, señores, sepan esto: son profundamente racistas. Y deberían reconocerlo de una buena vez.

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La élite colombiana está furiosa. Qué sorpresa.

Como dice mi maestro, el gran coolhunter mexicano Gustavo Prado: “Las clases altas de América Latina son de muy baja calidad”. Es por eso que no esperaba nada mejor de las periodistas de élite que, como Claudia Palacios, Juan Diego Alvira o Paola Ochoa, que hasta ideas nazis han traído a colación en su línea editorial (Alvira no, eso sí) , quisieran tratar a la vicepresidenta como un juguetito o animalito de circo con preguntas malísimas o con apelativos espantosos, quitándole agencia, infantilizándola, menospreciándola.

Tampoco me sorprenden los periodistas que están defendiendo a la primera con todo su corazón, porque tienen en su privilegio el clasismo y racismo que los ha hecho estar en el poder y no reconocer a los otros. O ¿qué me dicen de las influencers racistas de ciudades como Cali que con puro amor andan diciendo que “la foto de Francia se puede oler” y que las personas negras deberían dejar su odio en el corazón?

O ¿qué tal los niños ricos que se ganaron espacios en los medios de gratis, sin una pizca de talento e intelecto diciendo que por ser blancos y no por su enorme falta de capacidad entonces se les juzgará al criticar (y de maneras vanas) a la vicepresidenta?

O vamos al chat que se viralizó de unos ex estudiantes de colegio de élite, unos boomers despreciables que la quieren degradar por haber trabajado en el servicio doméstico. No me sorprende nada: fue esa élite la que fue a dispararles a los chicos marchantes en Cali, para comenzar.

También fue esa élite que hablaba de amor y paz para negar las opresiones del país, con su espiritualidad barata y tóxica. Fue esa élite la que ha hecho calar por años el discurso del “resentimiento social” para conservar su privilegio, poder y que nadie les diga absolutamente nada. Y que hoy está aterrada porque menos gente, tanto en el consumo de medios y en las formas de relacionarse con ellos, les come cuento. Ah, y hasta pusieron presidente. Eso los tiene furiosos.

“Pero es que Francia se victimiza”

Ahora bien, no debería limitar el racismo sólo a las élites. Cada vez que leo una noticia de Francia, no falta el que le quiere sacar en redes el discurso psicológico traído de los cabellos. “Es una amargada/resentida/ se victimiza, etc ”.

Como si claro, no fuésemos el país con más desplazamiento interno a nivel mundial, para comenzar. Como si tampoco fuésemos un país con cientos de líderes sociales y comunitarios asesinados. O como si no fuésemos, para variar, un país con un abandono estatal de siglos, con una población que ha sido siempre caricaturizada, siempre minimizada, siempre exotizada, siempre... abandonada.

Y que para colmo (pueden usar Google) fue traída como esclava, maltratada, excluida y asesinada. Todavía.

Y que ha aprendido a luchar con dignidad para tener su propia voz, como la vicepresidenta. Esa que no se deja quitar de quienes le dicen todos esos apelativos para invalidarla. Bien, señores, ella no se dejó invalidar. Y tampoco lo hará, como les ha quedado claro estos días. Y esperen eso de toda la gente que votó para que ella llegase al poder. No se va a callar más, a pesar de que les digan estas excusas baratas para tratar de silenciarlos.

Me disculpo de antemano con todos los activistas afro que han alzado su voz: yo como persona blanco mestiza estoy en proceso de aprendizaje. No me las quiero dar de “white savior”, ni mucho menos. Tampoco puedo asumir la vocería de sus luchas. Pero sí puedo señalar a un país que se precia de su diversidad de propagandas de ProColombia para afuera, cuando en realidad no ha salido de esos infames años 1600... al menos los que quieren que todo siga igual y ven cómo ya no pueden hacer nada más al respecto.

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