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Red Flags: una manera de cuidarnos (o no) de que nos hagan daño

Aguantarlo todo en nombre del amor hay que dejárselo a los dramas de Shakespeare.

Las historias de amor de antes, de famosos o no, ahora parecen un monumento al abuso y al horror: mujeres que tuvieron que parir hasta 20 hijos siendo adolescentes (muchas abuelas) , madres con maridos tipo Don Draper que les soportaban infidelidad tras infidelidad y por supuesto, relaciones tóxicas como las de Elizabeth Taylor y Richard Burton que vimos en un tiempo con Selena Gómez y Justin Bieber y que claro, se propagaban en series y películas. Porque lo de Chuck y Blair de Gossip Girl, por ejemplo, era más tóxico que Chernobyl, lo mismo que lo de Carrie y Big.

Pero todo eso se romantizó por mucho tiempo. Hasta que en los últimos años llegó, en la era de las redes sociales, una manera de identificar si una persona era idónea - o no- en las relaciones: las “red flags”, o banderas rojas, usadas en las playas para indicar mareas peligrosas.

Pero todo ahí, como suele pasar en un fenómeno no gobernado y sin ningún control, puede llegar a ser un chiste o da pie para los prejuicios: incluso tener cierto signo del horóscopo puede hacerte ‘indigno’, para algunos, de tener una relación. “Todo es red flag”, se quejan muchos. Pero, ¿cómo saber si lo que en realidad te protege solo es un prejuicio que te impide conocer a más personas?

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“Lo veo más como la capacidad de prever escenarios difíciles de asimilar. NO hay red flags en cosas chicas. Se refleja en la idea de que yo merezco esto y aquello. Si el tipo divide la cuenta o no tiene carro, si lo hacemos tan específico, es de merecimiento, pero sí es necesario tener red flags genéricas. Para alguien una red flag es que el tipo consuma ciertos tipos de drogas o tres matrimonios antes, por ejemplo. Así que, mientras más general y con argumentos de sustento siento que es importante tenerlas . Pero estas se van forjando de acuerdo con cada persona”, le explica a METRO el terapeuta Sergio Varón.

Por otro lado, el terapeuta sí está de acuerdo que ser tan específico llega a asustar a la gente: “Es distinto exigir rasgos a la persona que protegerse de rasgos que pueden ser destructivos. Por ejemplo, algunos hombres dicen: ‘no quiero esta mujer con este cuerpo o ciertos rasgos a niveles herméticos’. Está mal. Una cosa es ser exigente y otra precavido. Si yo conozco a la mujer más maravillosa del mundo, pero es actriz porno, no aguantaré una semana”, aclara.

Ahora, las nuevas generaciones están más informadas al respecto de lo que esperan o no de una relación. Esto les permite tomar decisiones- se espera - un poco más completas. Pero al final “seguimos siendo emocionalmente torpes”, explica Sergio. “Hay aperturas, pero las decisiones que tomamos son humanas, permeadas por nuestra cultura, culto al ego, etc. Hay apertura pero la tarea hay que hacerla”, expresa el terapeuta, sabiendo que para cada quien, estos límites son relativos.

Q&A

3 preguntas a…

Pablo Monsalve, terapeuta y docente de la Universidad Areandina

¿Por qué a todo ahora le ponemos red flags? Es decir, tipificamos comportamientos y diferencias de las personas como algo ‘peligroso’ cuando no lo es.

- Los seres humanos somos capaces de tomar decisiones. Juzgamos entre lo que nos gusta o no, entre lo bueno y lo malo. Muchas de esas decisiones son guiadas por prejuicios que han sido aprendidos a través de las experiencias, propias o ajenas que se han presentado. Una de ellas, y la más común en tiempos electorales, culpar a las personas por sus ideas, y no centrarse en los argumentos. Esto facilita la aparición de las red flags, dado que lo que no nos parece acorde con nuestro pensamiento, ideología o percepción del mundo, se convierte en amenaza para él.

¿Cuándo deberíamos saber si esa persona no nos conviene?

Siempre estamos bajo la influencia de los demás, de su cultura y de sus actos. Sin embargo, podemos definir lo que nos conviene cuando tenemos claros esos mismos elementos. Si hay diferencias significativas hacia la forma en que se planea el futuro, o hay ideas en contraposición sobre lo que es considerado moral, ético o justo, es momento para analizar si se debe colocar una red flag.

¿Estamos predispuestos con esta cultura de la red flag a tener más prejuicios hacia el otro? ¿Por qué eso es contraproducente?

En este momento se está viendo cada vez más frecuente la política de la ‘cancelación’: en Hollywood, se critican artistas por su militancia política o ideológica, y como consecuencia, no se vuelven a contratar. Éste movimiento de cancelación o red flag facilita el levantamiento de críticas, tomando cosas por fuera de sus contextos originales, incrementando así el prejuicio y el rechazo. Es contraproducente, porque los prejuicios de algunas personas se pueden convertir en el estándar para una comunidad o una cultura. Incluso esto se puede observar en las críticas que se hace entre minorías de todo tipo, de tal forma que si no se piensa como un grupo determinado, o no se es ‘políticamente correcto’, entonces se puede arriesgar a la cancelación. Además, y desde la década de los sesenta, la humanidad vive en una idea de relativismo, en donde no hay definiciones categóricas y todo depende del ojo del observador y de la opinión de quien quiera hacer críticas. Así, hoy en día, se vuelve peligroso dar una opinión… o exponer una verdad.

Cuando sí… elevar Red Flags (y huir de ahí como Forrest Gump corriendo)

-Cuando te cela constantemente

-Te hace gaslighting

-Te manipula

-Te controla tu forma de vestir (o lo que haces)

-Cuando se burla de tí o no te apoya para estar mejor

-Cuando no ha tratado sus problemas relacionales previos

-O problemas comportamentales (adicciones, para comenzar)

Cuando no… elevar Red Flags (mejor madura)

-Porque no tiene el auto que quieres (consíguelo tú)

-Si no es “tu tipo” (nadie es perfecto como tú quieres a menos que consigas un novio digital en el Metaverso)

-Si tiene ciertas cosas pequeñas cotidianas que puede cambiar y te molestan (no recoger cosas, no ser ordenado, pero no al extremo)

-Si es de algún signo zodiacal (esto no debería ni existir, pero hay gente así)

-Si tiene ciertas aficiones que tú no compartes.

-Si quiere espacios para sí mismo (a) (todos)

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