Once Caldas encara una nueva temporada con la sensación de que es momento de dar un paso adelante. Después de torneos en los que el equipo mostró orden y carácter, pero también muchas dificultades para generar juego, en Manizales entienden que ya no alcanza solo con competir. La necesidad de sumar talento en el mediocampo se volvió evidente y, en ese contexto, aparece la llegada de Andrés Felipe Roa como una apuesta pensada para darle otro aire al equipo.
El conjunto albo cerró el último semestre dependiendo demasiado de acciones aisladas y de la experiencia de Dayro Moreno en ataque. Cuando los partidos se cerraban, faltaba un futbolista que pusiera pausa, que pidiera la pelota y encontrara caminos distintos. Esa carencia llevó a la dirigencia y al cuerpo técnico a buscar un volante con recorrido, capaz de asumir responsabilidades y darle más claridad al juego ofensivo.
Roa llega a Once Caldas con ese perfil. A sus 32 años, el mediocampista suma una carrera extensa, con pasos por Deportivo Cali y varios clubes del exterior, especialmente en Argentina, donde defendió camisetas exigentes como las de Independiente, Argentinos Juniors y Huracán. Su último paso por América de Cali no terminó como esperaba, pero eso no borra las condiciones que lo llevaron a ser considerado durante años como uno de los volantes más técnicos del país.
En lo estrictamente futbolístico, Roa puede convertirse en una pieza clave. No es un jugador de despliegue permanente, pero sí uno que entiende el juego, sabe ubicarse y tiene la capacidad de filtrar pases o asociarse cerca del área rival. Justamente eso es lo que ha venido faltando en Once Caldas: alguien que conecte líneas y le dé más sentido a las jugadas ofensivas.
El técnico Hernán Darío Herrera ve en Roa una opción para equilibrar el equipo. Su idea no pasa por cambiar radicalmente el estilo, sino por sumar variantes que permitan competir mejor, especialmente ante rivales que proponen poco y obligan a tener paciencia. Además, la experiencia del volante puede ser importante dentro del vestuario, en un plantel que mezcla jóvenes con jugadores de largo recorrido.
Para Roa, este paso también tiene un significado especial. Llegar a Once Caldas supone una oportunidad de reencontrarse con su mejor nivel, en un club con historia y una hinchada que exige, pero que también sabe respaldar cuando ve compromiso. Con continuidad y confianza, el mediocampista puede volver a sentirse importante.
En Manizales hay expectativa. No se trata de un fichaje rimbombante, pero sí de uno necesario. Si Roa logra adaptarse rápido y aportar lo que sabe, Once Caldas puede ganar mucho más que un nombre: puede ganar fútbol, algo que hace tiempo viene buscando.
