En un país tan convulsionando como el nuestro, donde hay en juego tantas cosas, en esa insostenible e irracional lucha de poderes, donde desgraciadamente es el pueblo el que resulta perjudicado, los espacios de diversión que genera el fútbol, te permite la posibilidad de tomar un aire en medio de esta sociedad de doble moral. Es, en ese orden de ideas, el fútbol un vehículo para fomentar la paz. Debe ser así. Lo decía Mahatma Gandhi: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”. Pero qué tanto aportamos para labrarlo? Qué tanto aportamos los periodistas en especial para construirlo?
Hay una situación muy compleja la cual atraviesa el gremio en general. Ante el poder que tomaron las redes sociales y diferentes plataformas digitales, los acostumbrados medios de comunicación en Colombia pasaron a un segundo plano, y fiel a aquel viejo y reconocido refrán “si no puedes con tu enemigo, únetele a él”, se metieron en el cuento, a sabiendas de que tenían que dejar al lado su conservadora línea editorial, para entrar en la onda del sensacionalismo, del amarillismo, o lo que llaman en el mundo digital como el clickbait.
Todo este preámbulo para decirles, queridos lectores, que para aceptar la realidad de esta nueva final del fútbol colombiano entre Junior y Tolima, no se tiene por qué “bajarle la caña” a lo alcanzado especialmente por el onceno rojiblanco. Ah, qué jugó un mal partido ante DIM? Sí, tan cierto como que el agua moja. Qué América le dio una mano? No. No estoy de acuerdo. “La mechita” estaba buscando la opción de torneo internacional, y la consiguió con esa victoria ante Nacional (jugará la fase previa de la Sudamericana). Y el camino que recorrió antes del partido frente “al poderoso de la montaña” no cuenta? Los nuevos puntos obtenidos en casa, y los otros dos en condición de visitante, qué? Regalos? Papá Noel vino, y los dejó en el arbolito de Navidad del profe Arias? Por favor… Lo peor del caso es que tomar un micrófono para decirlo, o un computador para escribirlo, raya en lo extremo, cuando somos nosotros los que tenemos la obligación de ser ecuánimes y objetivos en nuestros comentarios.
Barranquilla es una ciudad que contagia con su alegría desbordante. Su gente, su cultura. Aquí están pasando cosas que me dieran la impresión de que generan envidias, molestias. La capacidad de gestión que tienen sus gobernantes está a otro nivel, y eso en el fútbol, se ve con mayor intensidad. Recientemente escogida la ciudad como sede de la final de la copa Sudamericana 2026, sin descartar que por muchos años más, seguirá siendo la casa de la selección Colombia. Eché, y les da urticaria… Mandan cáscara!! Sumado ahora, Junior en la final, y que no es digno de tal merecimiento? No, papá, no hay peor ciego, que el que no quiere ver. A la final “el tiburón” llegó con argumentos de sobra, ante la incredulidad de muchos.
Como dijo Jermein Peña, defensa central del equipo rojiblanco, “Junior está solo. Todos contra nosotros” Pueda que sí. Somos un país de regiones, y cada una defendiendo lo suyo. Pero debe haber solo un micrófono, una voz, la de la objetividad. Esa, nunca debe morir.

